“Vietnam: la guerra que cambió a los Estados Unidos”: A medio siglo de la caída de Saigón
La miniserie documental se presenta como un viaje íntimo al conflicto bélico. Las voces de combatientes norteamericanos y del Vietcong se acoplan en una reconstrucción inmersiva del hecho que, según sus realizadores, fue una bisagra por su particularidades geopolíticas, culturales y mediáticas.
Los primeros segundos de Vietnam: la guerra que cambió a los Estados Unidos (estreno el próximo 31 de enero por Apple TV+) podrían ser escenas descartadas de Apocalypse Now. Hay helicópteros rasantes, fuego y poblados del sudeste asiático sumidos en el caos y la destrucción. La voz en off, sin embargo, rompe el espejismo y somete al espectador a un dato elocuente. En 2025 se cumple medio siglo del final del conflicto bélico que significó un antes y un después en varios terrenos. “Seguro has visto alguna película sobre la guerra de Vietnam, pero esta es la historia real”, dice Ethan Hawke, narrador de esta miniserie documental de seis episodios.
La producción de 72 Films toma el desafío de narrar este evento desde un prisma poco común. No tanto por sus testimonios en primera persona, ni siquiera por el costado emotivo de la narración al reunir a varios de los entrevistados que ya cuentan tantas arrugas como recuerdos imborrables. Tampoco por la impecable puesta en escena, desde su soundtrack a la textura de la imagen que descoloca por su calidad y estado puro. “Como nunca había sucedido antes y como nunca sucedería después, los equipos de filmación capturaron la acción a medida que se desarrollaba en el campo de batalla”, explica Hawke sobre esos archivos históricos que lucen como un found footage virgen. Lo singular, sin dudas, pasa por la inclusión de las otras voces del conflicto. Aquí no hay frases rutilantes, Rambos ni Charlies. “¿Cómo encontraron esto?”, dice una sorprendida veterana del Vietcong al verse joven y sonriente antes de un combate. Las evocaciones de esa combatiente aún están filosas: “No tenía idea dónde quedaban los Estados Unidos o porqué venían a matarnos”. “Los estadounidenses eran gigantes como búfalos, eso los volvía un objetivo mucho más fácil”. La postura del trabajo dirigido por Rob Coldstream (John Lennon: Murder Without a Trial) resulta radical desde lo ideológico, pero también desde lo cinematográfico, teniendo en cuenta que el bando local era invisible para los forasteros.
La miniserie, obviamente, explora los aspectos más conocidos de la guerra desde las brutales estacas punji, las técnicas de guerrilla a su especificidad logística. “Los túneles eran nuestras venas”, dirá un soldado del Vietcong. Mientras que C.W. Bowman, sindicado como uno de los norteamericanos que más kilómetros recorrió por sus madrigueras, nunca se quita la gorra con el lema de “rata de túnel”. En esos detalles se percibe el interés de indagar esta herida abierta para la identidad estadounidense. Para los responsables del envío, hubo enseñanzas que no suelen aparecer en los manuales. “Un soldado afroamericano de Luisiana que nunca había dejado su pueblo, de pronto estaba en combate y por radio escucha un anuncio de propaganda en el que una mujer le hablaba a los soldados negros en específico sobre el movimiento de los derechos civiles. Y este tipo, de repente, se siente interpelado por el Vietcong. Que alguien de Vietnam le enseñara sobre lo que pasaba en su país. Eso es fascinante. Tampoco sabía de lo profundo que fueron los traumas en el campo de batalla. La locura en esa guerra fue todo un tema. Soldados que se autolesionaban o que llegaron a matar a sus superiores”, le cuenta a su productora, Caroline Marsden, entrevistada por Página/12.
Llama la atención ver el recibimiento a los soldados estadounidenses a su arribo, como si se tratara de unas vacaciones exóticas, al crudo “Endgame” –como se titula el episodio final- tras la caída de Saigón y la partida de las últimas tropas extranjeras con la Operación Babylift. “Nuestra intención era narrar la experiencia personal del evento. Es un viaje emocional por esta guerra”, dice Marsden. La hacedora de 9/11: One Day in America marca diferencias entre haber investigado “la guerra al terrorismo” con “la guerra que cambió a los Estados Unidos” -según su subtítulo-. “Cada noche los norteamericanos tenían un acceso único a la guerra desde los noticieros. No había pasado eso en la Segunda Guerra Mundial. Sintonizaban eso en su living. Así que las reacciones en ese momento tienen que haber sido muy especiales”, explica.
-La miniserie expone a los entrevistados a imágenes de su propio pasado. ¿Cómo dieron con esta narrativa en la que las historias personales se conjugan con lo macro?
Caroline Marsden: -Creo que fue como contar una novela. Por un lado, tenemos los hechos históricos y por el otro lado están las evocaciones de quienes lo vivieron, son sus palabras las que van llenando los carriles. En cierto sentido es como ver un drama bélico, pero con el detalle de que esto fue real. La entrada así se vuelve mucho más certera.
-¿Por qué la decisión de contar con Ethan Hawke como narrador?
C.M.: -Ethan fue nuestra primera opción y fue genial, porque queríamos a alguien que hubiese vivido esa época, pero que además podría haber sido uno de los que aparece en el material de archivo. Es muy inteligente y narraba todo justo como habíamos pensado al momento de escribir el guion. Lo entendía, lo gravitó y lo hizo. Y además tiene una voz excelente.
-Una de las entrevistadas dice que ésta fue una guerra sin propósito. ¿Cree que hay una definición más exacta de lo que sucedió?
C.M.: -Empezamos en 1965, cuando Estados Unidos pone las botas en el territorio. Si uno lo piensa en años, dos décadas no es tanto tiempo, y esta mujer, cuya familia había peleado contra el fascismo, que había crecido con esa aura invencible de los Estados Unidos, siente que Vietnam era el llamado de su generación. Pero fue un despertar político. Y la historia de esta mujer, entonces muy joven, se acerca bastante a la historia de los Estados Unidos. Vietnam fue la pérdida real de la inocencia para los Estados Unidos. ¿Qué significa patriotismo? ¿Combatir a la autoridad o aceptar lo que quiere el gobierno de turno? Todos los episodios tienen estos personajes y estas definiciones tajantes.
-Hollywood nos contó Vietnam una y otra vez, casi que ha sido un subgénero dentro de las películas bélicas por Pelotón, Nacido un 4 de Julio, El francotirador, solo por nombrar algunas de las más reconocidas. Está incluso aquella frase de Francis Ford Coppola sobre Apocalypse Now: “Esta no es una película sobre la guerra de Vietnam, esto es Vietnam”. ¿Cómo se para este documental frente a esa memoria colectiva audiovisual?
C.M.: -Eso es innegable, pero cuando empezamos el documental muchos nos decían que los veteranos, en realidad, no quieren hablar de lo que les pasó en Vietnam. Este trabajo lo empezamos por el aniversario número 50 de la caída de Saigón y sucede que muchos de los veteranos están más grandes. Creo que algunos de ellos sintieron que ésta era su última chance de hablar sobre lo sucedido. Lo que añadimos a este enorme cuerpo audiovisual sobre Vietnam es eso. Hay una gran reflexión y honestidad en su postura. Tenés a un veterano que te cuenta por primera vez lo que sintió al matar a una persona, y lo dice acongojado, sin animosidad, con cierta calidez. Es algo bastante profundo. Es un momento muy especial para ellos, desde su individualidad, pueden decir algo sobre este inconsciente colectivo del que renegaban un poco.
-El soundtrack de la serie es impresionante porque añaden bastante a la narrativa. ¿Cómo eligieron las canciones?
C.M.: – No hay mejor soundtrack que el de ese período, ¿cierto? Y lo que quisimos es usar esas canciones en función de lo que se ve en pantalla, que sienta la selva, el sentido y el espíritu del combate.
-¿Cómo fue el proceso de selección de las fuentes?
C.M.: –Esta guerra fue filmada como ninguna antes y como ninguna después. Así que empezamos con el material de los noticieros e íbamos a los registros. Si un camarógrafo o un reportero había participado, lo buscábamos y le preguntábamos si tenían el material original, no sólo lo que salió en el noticiero. Eso nos hace sentir que estamos ahí de manera más cruda. Luego fue identificar a los que aparecen, y ahí empezó lo detectivesco. La idea es poner al espectador y a ellos frente a su pasado. La mitad de los entrevistados está en los archivos que encontramos. Luego los veteranos nos decían con quién teníamos que hablar y eso fue esencial porque este es un trabajo que habla de las relaciones. Tenemos a un tipo que de ser criminal de guerra pasó a ser activista pacifista y otro que hizo el camino inverso. Fue como ver varios ángulos del evento. Es orgánico, dramático…como una novela épica.
-¿Cree que es distinto el recuerdo entre los veteranos vietnamitas y los estadounidenses?
C.M.:-Sí y no. Para ambos fue un evento enloquecedor, ahora a la distancia lo ven como un momento en el que todos estuvieron fuera de sí, matándose por algo inentendible. Los estadounidenses que volvieron a Vietnam cuentan de haberse reencontrado con otros soldados vietnamitas y que tuvieron momentos epifánicos. Luego se ponían a beber y cerraban las heridas. En el modo que cuentan su experiencia hay una diferencia. Para los estadounidenses es desde lo personal. Los vietnamitas, en cambio, siempre anteponen el nosotros como parte de un colectivo. Eso fue muy interesante.