Saoirse Ronan y el drama bélico como trasfondo de una historia familiar
En el nuevo largometraje de Steve McQueen, la actriz irlandesa-estadounidense encarna a una madre separada de su hijo en medio de los bombardeos a Londres durante la Segunda Guerra Mundial. «Es un abordaje fresco para una historia conocida», señala.
Bombas sobre Londres. Ese podría perfectamente ser un título alternativo de Blitz, el nuevo largometraje de ficción del realizador británico Steve McQueen, un término específico tomado del idioma alemán: era la palabra usada por la Luftwaffe para referirse a los bombardeos estratégicos que asolaron las ciudades más importantes del Reino Unido durante 1940 y 1941, en plena Segunda Guerra Mundial. Los proyectiles explosivos caían sobre objetivos militares pero también civiles, y las imágenes documentales y del cine de ficción que registran grandes masas de ciudadanos corriendo a la boca de subte más cercana –los bunkers improvisados por el gobierno para defenderse de los ataques aéreos– forman parte del imaginario popular ligado a los terribles años del conflicto bélico. El director de 12 años de esclavitud, Hunger y la serie de unitarios Small Axe narra en Blitz –cuyo estreno está previsto para el próximo viernes en Apple TV+, sin pasar antes por salas de cine– la historia de una madre y un hijo, separados por el estado de las cosas. La actriz irlandesa-estadounidense Saorsie Ronan encarna a Rita, una viuda y madre de un pequeño hijo que atraviesa ese período social y personal como empleada de una fábrica de armamento militar.
“A nivel profesional, lo que me interesó particularmente del guion de Steve fue la manera en la cual trabaja las dos zonas más familiares de un relato de guerra”, reflexiona la protagonista de Mujercitas, Lady Bird y la aún inédita en nuestro país The Outrun, en una entrevista grupal con un puñado de periodistas de todo el mundo. “Por un lado, los soldados luchando; por el otro, las familias. Y la forma hermosa en la cual el guion los entrelaza, de manera que uno está pensando en una cosa mientras se describe la otra. Algo muy típico en el cine de Steve McQueen: un abordaje fresco para una historia conocida. Creo, además, que el hecho de estar narrada a través de los ojos de un niño permite que los momentos dramáticos y emocionales se amplifiquen aún más”. Para el rol de George, ese niño de mirada azorada que debe atravesar una difícil separación luego de ser evacuado a un lugar seguro en el campo, enfrentando los peligros del mundo real, McQueen eligió al actor debutante Elliott Heffernan, cuyos nueve años al momento del rodaje se espejan con la edad que tenía Ronan durante sus primeros trabajos frente a las cámaras.
“A nivel personal, creo que lo que más me interesó fue el hecho de que el drama bélico es el trasfondo para una relación entre una madre y un hijo”, continúa describiendo la actriz. “Una idea brillante que se siente novedosa y con la cual me podía conectar mucho”. Blitz es drama humano y es relato bélico lejos de los frentes de batalla, terrenos que McQueen adereza con alguna que otra escena que parece tomada de un film catástrofe y una subtrama que bien podría haber sido escrita por Charles Dickens. Esto último ocurre cuando el niño es “protegido” por un grupo de ladrones profesionales que hacen de los corolarios de los bombardeos el principal proveedor de riquezas abandonadas. El hecho de que George sea un niño mulato, hijo de padre negro y madre blanca, acerca una reflexión sobre el racismo de ayer como reflejo del de hoy, un tema que el realizador ha abordado de manera directa o indirecta en varias de sus películas.
-¿Cómo es Steve McQueen a la hora de dirigir a los actores en el set?
-Realmente no tolera las tonterías y es extremadamente directo. Pero al mismo tiempo es muy protector en el ámbito de rodaje, en particular con los actores. Tiene en mucha estima lo que un actor puede aportarle a un proyecto, creo que mucho más que en cualquier otro departamento creativo. No sé si eso viene de sus tiempos como artista visual, pero para él la relación entre el artista y el sujeto es sagrada, algo precioso. Cualquier “ruido” que exista en el ambiente él lo bloquea para concentrarse en sus colegas. Mi relación con él fue colaborativa y siempre estuvo interesado en mí, de dónde vengo, la relación que tengo con mi propia madre. Incluso hubo conversaciones personales que terminaron dándole forma al personaje y al vínculo entre ella y su hijo. Como actriz me sentí muy escuchada.
-Elliott Heffernan tiene la misma edad que tenías cuando comenzaste tu carrera en el cine. ¿Cómo fue ese vínculo en el rodaje, tanto en las escena en conjunto como fuera de cámara?
-Nos llevamos muy bien desde el principio. Creo que ayudó bastante el hecho de haber estado en sus zapatos. Todavía recuerdo muy vívidamente lo que sentí cuando participé en mis dos primeras películas, y lo importante que fue ese momento en mi vida. Fue algo que me marcó y me definió como actriz y también como persona. Es un tiempo formativo para cualquier ser humano, en particular cuando se tiene tanta responsabilidad sobre los hombros. Por otro lado, en la industria del cine la edad es sólo un número, y realmente los niños son tratados como cualquier otra persona del equipo. Lo cual es bueno. Para mí era importante que Elliot se sintiera seguro y confiado, y que si necesitaba un descanso pudiera hacerlo. Esas pocas escenas que tenemos juntos son tan fuertes que le aporta toda la motivación a las que le siguen, cuando sus caminos se separan.
-Hay una escena relevante en la cual Rita canta frente a un enorme grupo de gente en la fábrica donde trabaja. Una primera vez en tu carrera. ¿Cómo fue ese proceso?
-Para ser sincera, me dio algo de miedo. Estuve practicando las canciones durante meses antes del rodaje, trabajando junto a un entrenador vocal. Interpretar esa canción frente a una multitud fue lo más parecido a estar cantando en vivo en un concierto. Fue aterrador, pero al mismo tiempo hermoso. Y el hecho de tener enfrente un mar de mujeres se sintió muy conmovedor. Por otro lado, la escena tiene repercusiones narrativas en lo que ocurre después: sus colegas en la fábrica suben al escenario para explicitar en voz alta sus preocupaciones. Es un momento de liberación, casi de revolución. Supongo que en algún momento me gustaría participar en un film musical. Me gustaría hacerlo con Greta Gerwig, creo que su cine se está acercando a ese terreno. Sería muy divertido.
-Lady Bird y Mujercitas pueden definirse, cada una a su manera, como relatos de crecimiento, de la juventud a la adultez. En Blitz la situación se invierte y quien crece y se enfrenta al mundo adulto es otra persona. ¿Cómo se siente ese paso de ser hija a ser madre en la pantalla?
-He tenido experiencias muy hermosas al interpretar papeles de chicas jóvenes que están creciendo, y ver ahora cómo otro personaje atraviesa esa etapa tiene una resonancia especial. Para un actor joven es algo muy interesante y atractivo.