Las razones por las que Lula respalda a Harris
Desde Brasilia
Hay tres razones por las que Lula prefiere que Kamala Harris derrote a Donald Trump en los comicios de este martes. Para el político del Partido de los Trabajadores (PT) esta votación de EE.UU: importa tanto, o quizá más, que las elecciones municipales celebradas la semana pasada en Brasil.
Uno, democracia
El presidente dijo el viernes pasado en una entrevista a la televisión francesa: «estoy hinchando para que Kamala gane las elecciones» . Y explicó por qué lo hace. La candidata del Partido Demócrata es quien ha demostrado ser capaz de «fortalecer» las instituciones norteamericanas.
Comentó que por mucho tiempo Estados Unidos presumió de ser el país de la democracia ejemplar, lo cual comenzó a quedar en entredicho de un tiempo a esta parte, más precisamente desde enero de 2021 cuando el entonces presidente Trump se embarcó en un intento de golpe incitando a sus seguidores a que invadan el Capitolio deconociendo el triunfo de Joe Biden en los comicios de noviembre de 2020, alegando un infundado fraude.
La invasión y el pretexto del fraude se repitieron dos años más tarde en Brasilia. En enero de 2023 una turba bolsonarista, en medio de la cual se infiltraron comandos del Ejército, entrenados para sabotaje y terrorismo urbano, intentaron derrocar a Lula depredando el Palacio del Planalto.
Antes de ello, en la noche del 30 de octubre de 2022, cuando el Tribunal Superior Electoral oficializó el triunfo de Lula por menos del dos por ciento sobre Bolsonaro, Joe Biden fue de los primeros mandatarios en reconocer los números oficiales.
La posición institucionalista del presidente estadounidense en 2022 fue distinta a la asumida, por el propio Biden en 2016, cuando siendo vicepresidente de Barack Obama, le estrechó la mano y reconoció como legítimo jefe de Estado a Michel Temer, llegado al Planalto gracias al golpe parlamentario que derrocó a Dilma Rousseff. Más tarde, en diciembre de 2022, el demócrata cometió otro desliz al reconocer a Dina Boluarte como presidenta peruana, sin tomar en cuenta que su ascenso fue posible gracias a la destitución anómala del presidente Pedro Castillo.
Más allá de estos antecedentes polémicos sobre Temer y Boluarte, el caso es que Lula valoró el aval de Biden al triunfo sobre Bolsonaro en 2022 como su «condena al ataque a las instituciones democráticas» manifestado en enero de 2023.
El brasileño expresó su gratitud a Biden en febrero del 2023, durante el encuentro celebrado en la Casa Blanca, a partir del cual hubo una mayor confianza política que dio lugar a declaraciones conjuntas contra el avance de la extrema derecha y a favor de un plan global contra la precarización laboral.
Esa afinidad se tradujo, además, en las consultas frecuentes entre el asesor especial para asuntos internacionales, el excanciller Celso Amorim, y Jake Sullivan, el consejero sobre Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Así como las comunicaciones del canciller Mauro Vieira con su par Antony Blinken.
Según trascendió, Vieira mantuvo conversó la semana pasada en Washington con autoridades estadounidenses en el marco del respaldo manifestado por Lula a Kamala Harris.
Dos, Amazonia
Biden, que en 2022 amenazó adoptar medidas contra su entonces colega Bolsonaro por la devastación de la floresta amazónica que llevó a cabo mientras amenazaba denunciar el Acuerdo de París contra los cambios climáticos, respaldó entusiasta la política ambientalista de Lula, piedra angular de la política externa implementada a partir del primero de enero de 2023 por el canciller Vieira y la influyente ministra de Medio Ambiente, Marina Silva.
La continuidad de la actual política ecológica, que según algunos observadores puede ser profundizada por Harris, es otro de los factores considerados por Lula al momento de manifestar su respaldo a la demócrata. Siendo senadora ella propició el paquete de políticas públicas conocido como el New Deal Verde y como procuradora del estado de California procesó varias empresas petroleras. Por lo mismo es dable esperar que asuma una posición similar contra las empresas interesadas en extraer crudo en la cuenca del río Amazonas, el más importante de la floresta brasileña.
El tema tiene sus aristas y causa controversias incluso dentro del gobierno brasileño, donde la estatal Petrobras impulsa la producción petrolera argumentando que es una cuestión que atañe a la soberanía energética. Esa tesis es refutada por la ministra y ambientalista, Marina Silva opuesta a toda actividad de ese tipo debido al riesgo de accidentes en las plataformas con consecuencias irreparables para ese reservorio de biodiversidad.
Ese debate estará en noviembre del año que viene durante la Cumbre da la ONU sobre el Cambio Climático, COP 30, a realizarse en Belém que tendrá a Lula y Marina Silva como anfitriones. Es probable que Harris, si fuera presidenta, viaje hasta la capital del estado amazónico de Pará – con fuerte presencia de traficantes de madera adictos a Bolsonaro – que marcará el año diplomático brasileño.
Tres, Bolsonaro
El tercer motivo que justifica la preferencia de Lula por Harris – la lista podría incluir otras razones – hace a la política doméstica. Si los demócratas permanecen en la Casa Blanca el petista insistirá en su propuesta, hasta el momento poco exitosa, de dar forma a una coaición de líderes internacionales progresistas y de centro contrarios al ascenso de la extrema derecha que en América Latina tiene como máximos exponentes a Javier Milei y Jair Bolsonaro.
Lula sabe de sobra que cuatro años de mandato de Harris, hasta enero de 2029, serán perjudiciales para los extremistas del hemisferico, en particular para un Bolsonaro cuya carrera política depende, en buena medida, de las elecciones brasileñas de 2026 en las que necesita participar para impedir que su liderazgo sea ocupado por dirigentes que comenzaron a desafiarlo. Algunos de estos derechistas en ascenso tuvieron buen desempeño en las elecciones municipales de la semana pasada en las que los candidatos apadrinados por Bolsonaro fueron derrotados.
De momento el exgobernante tiene como principal problema una condena de la justicia electoral que le impide postuarse en los comicios de octubre de 2026. Sentencia que podría ser revisada por una Corte Suprema bastante permeable a las presiones políticas internas y externas.
Bolsonaro declaró la semana pasada que un triunfo de su camarada Trump oxigenará a la derecha continental y limitará el poder de Lula fuera y dentro del país. Según esa intepretación este envión lo fortalecerá en su batalla ante la Corte para recuperar la condición de candidato «elegible» .
Que nadie lo dude, aseguró a la revista Veja «el candidato de la derecha seré yo». La altisonancia de esa declaración no alcanza para disimular que Bolsonaro dejó de ser el caudillo todopoderoso que cinco años atrás, cuando comandaba un régimen cívico militar sincronizado con el entonces presidente Trump, ponía de rodillas a los jueces. Y amedrentaba al Congreso.
La prueba de este ocaso (que nadie sabe si es irreversible) está en que la Corte no le devolvió el pasaporte requerido para viajar a Estados Unidos donde esperaba participar en el último tramo de la campaña trumpista. En su lugar viajó su hijo, el diputado Eduardo Bolsonaro. Que en videos atacó a la «comunista» Harris, aliada del la «dictadura» lulista. Y aseguró que ella sólo gana si hay «fraude».