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L. L. Cool J: «El hip hop me dio paz y felicidad»

Su larga carrera en la serie «NCIS: Los Angeles» lo alejó de los estudios de grabación, donde supo cocinar discos que se vendieron por millones. Ahora vuelve con su disco quizá más oscuro y al borde.

Las paredes del despacho de L. L. Cool J en su casa de Nueva York gimen bajo el peso de los discos de oro y platino enmarcados. Pero estos trofeos no son mera decoración autocelebratoria, sino que tienen un propósito serio e inspirador para el rapero, actor y empresario. «Cuando miro estos discos», murmura, humilde como puede ser el mejor fanfarrón del rap, «me recuerdan que todo sigue siendo posible, que puedo hacer más. Son símbolos de ideas y sueños que tuve y que se hicieron realidad. Y me recuerdan que puedo volver a hacerlo: puedo volver a hacer un disco enorme e impactante».

Es un sueño por el que el hombre nacido como James Todd Smith ha estado trabajando durante más de una década, y que finalmente se hace realidad con The Force, su decimocuarto álbum y el primero en once años. ¿La razón de esta larga pausa? Su papel como el agente especial Sam Hanna, el héroe que teme a los payasos de NCIS: Los Ángeles. «Me anoté a la serie y, francamente, pensé que terminaría en un par de años y volvería a hacer lo mío. Pero despegó».

Y así fue. Pero mientras L. L. disfrutaba de 15 lucrativos años atrapando a los malos de la pantalla, fuera de ella suspiraba por su verdadero amor, el hip-hop. Intentó compaginar ambas cosas y grabó el «experimental» Authentic en 2013 mientras filmaba NCIS, pero el álbum, plagado de estrellas invitadas, fue un fracaso comercial y de crítica. «No podés ser un artista a tiempo parcial», dice ahora. «Estaba en el set, tomando decisiones creativas sobre el álbum por teléfono. No funcionó». Guardó sus ambiciones raperas en el armario, se enfundó su arma de fuego falsa y volvió a ponerse delante de las cámaras (con un ojo puesto en los payasos). Pero cuando NCIS: Los Ángeles empezó a llegar a su fin, al antiguo rapero «le volvió a picar el gusanito».

L. L. se aficionó al hip-hop en sus inicios. Su infancia en Long Island, Nueva York, estuvo marcada por la violencia: en una pelea, su padre le disparó a la madre y al abuelo de L. L. (sobrevivieron, por los pelos), mientras que más tarde el novio de su madre le pegaba con regularidad. Pero el rap le ofrecía una vía de escape: cuando escuchaba a las primeras estrellas, como los Treacherous Three, los Crash Crew y los Fearless Four, dice: «Sentía paz. El hip hop me daba felicidad, y yo quería seguir mi felicidad. Puse manos a la obra: puse el bolígrafo sobre el papel, y seguí escribiendo y reescribiendo hasta que lo que escribía me produjo esa misma sensación».

L. L. grabó un lote de primitivos demos, que cayeron en manos de Russell Simmons y Rick Rubin, fundadores entonces de Def Jam Recordings. El primer single de L. L., «I Need a Beat», de 1984, se convirtió en el tercer lanzamiento de 12 pulgadas del sello. El segundo, «I Can’t Live Without My Radio», alcanzó el número 15 en la lista de R&B de Billboard, seguido del primer álbum de Def Jam, Radio, debut de L. L. en 1985. Aunque la industria todavía consideraba el hip hop una novedad, el éxito de L. L. -que vendió 500.000 unidades en meses y llegó a ser disco de platino- cambió todo eso. Y no tardó en decidir que no caería en la trampa de convertirse en un One Hit Wonder, como tantas de las primeras estrellas del rap.

«Run-DMC hablaba de hacer su cuarto álbum, el quinto y, un día, el noveno», recuerda. «Y se me metió en la cabeza: yo también podría seguir. Nada dura para siempre, pero puede durar toda la vida». Se pone en plan fanfarrón, como en sus primeros discos. «Tengo el coraje de mil leones: si creo que puedo hacer algo, no podrás convencerme de lo contrario».

Su trabajo se hizo más sofisticado, adulterando la feroz fanfarronería con juegos de rol, narración de historias y, en «I Need Love» del segundo álbum Bigger and Deffer (1987), baladas de hip hop. No temía las burlas de sus compañeros por abandonar momentáneamente el machismo y mostrar su lado más suave. «Sólo los débiles tienen miedo de mostrarse vulnerables. Me juntaba con algunos de los personajes más peligrosos de Nueva York, los tipos sobre los que rodaron Paid in Full (el duro thriller sobre narcotráfico de 2002 dirigido por Charles Stone): estafadores, gángsters. Podía hacer una canción vulnerable como ‘I Need Love’ porque tenía una confianza absoluta en quién era y en lo que hacía».

Bigger And Deffer alcanzó el doble disco de platino y los bolsillos de L. L. se llenaron de dinero, gran parte del cual gastó en autos y gruesas cadenas de oro. Malgastó una fortuna, pero la recuperó rápidamente, con la suficiente madurez para evitar los errores que acabaron con la carrera de muchos de sus compañeros. «Mi madre me decía: ‘Todd, sos un chico guapo, puedes hacer cualquier cosa que te propongas'», sonríe. «Pero mi abuela decía: ‘Si empezás una tarea, no la dejes hasta que esté hecha. Sea tu trabajo grande o pequeño, hacelo bien o no lo hagas’. Me gritaba: ‘¡Vos no sos un pequeño lord!'». Se ríe a carcajadas. «Me enseñó humildad. La fanfarronería, la confianza, incluso la arrogancia, todo tenía su lugar: en el disco. Pero eso se deja atrás una vez que salís del campo; hay que mantener las cosas en perspectiva y no tomarse a uno mismo demasiado en serio».

Mientras sus coetáneos se estrellaban, L. L. Cool J cultivaba una carrera larga y diversa. En 1989, Walking With a Panther fue recibido con frialdad por la crítica y «sólo» alcanzó el disco de platino. De nuevo, la abuela de L. L. intervino y le aconsejó que «noqueara» a los detractores; volvió al año siguiente con el que quizá sea su mejor álbum, el pugilístico Mama Said Knock You Out. La canción que daba título al disco se abría con la orden «No lo llames regreso», pero el álbum, doble platino, era precisamente eso. «Entonces estaba un poco en el fango», admite ahora. «Definitivamente había presión para acallar a los críticos. Sólo quería demostrar de lo que era capaz».

Siguieron otros álbumes de éxito, como Mr. Smith, de 1995, que ponía de relieve su faceta de galán, y The Greatest of All Time, de 2000, que, a pesar de su deplorable título, se convirtió en su primer álbum de larga duración en las listas de éxitos. Al mismo tiempo, el rapero se diversificaba. Debutó en la pantalla con Krush Groove (1985), basada en los primeros tiempos de Def Jam, pero en los noventa ya protagonizaba su propia comedia, In the House, y tenía papeles principales en el thriller policíaco In Too Deep, la película sobre tiburones Alerta en lo profundo y el drama futbolístico de Oliver Stone Un domingo cualquiera, en el que actuaba junto a Jamie Foxx.

Esta última pareja estalló en puñetazos, cuando L. L. supuestamente golpeó a Foxx  después de que Stone aumentara las tensiones entre los dos, para conseguir la relación en pantalla que quería. «Él lo avivó», dijo Foxx a Howard Stern en 2017. «Yo era un gran fan de L. L. , y Stone no paraba de decir: ‘Eso te va a perjudicar a vos y a mi puta película si seguís pensando que este tipo es tu héroe’. Se volvió un poco loco. Nos golpeábamos mutuamente. L. L. es un gran hijo de puta. Pero al final le dije: ‘Pase lo que pase, seguís siendo mi héroe'».

«Jamie y yo sólo nos divertíamos», dice ahora L. L. , que no quiere volver sobre la escena. «Nos lo pasábamos en grande». Pero a medida que su nueva carrera despegaba, L. L. se sentía en conflicto. «Cuanto más éxito tenía en la actuación, menos quería dedicarme a ello, ya que me alejaba cada vez más de la música. Más tarde me di cuenta de que podía encontrar el equilibrio adecuado, de que podía hacer todas esas cosas que quería. Pero me llevó tiempo».

Como actor en NCIS: Los Angeles.

El camino hacia The Force fue largo y no estuvo exento de falsos comienzos, incluido un ensayo fallido con Dr. Dre. «Mis composiciones no estaban a la altura: mi Bernie Taupin no estaba a la altura del Elton John de Dre», dice. Entonces Phife Dawg, el difunto rapero de la leyenda neoyorquina A Tribe Called Quest, se le apareció en un sueño. «Phife me dijo: ‘Mirá , ese nuevo disco con Dre va a ser buenísimo», recuerda L. L. «Pero me lanzó una mirada -como si el gato de Cheshire se hubiera tragado un canario- que me hizo sentir que me estaba tomando el pelo, que lo que estaba preparando era una mierda». Asustado por el sueño, L. L. llamó al antiguo líder de ATCQ, el rapero y productor Q-Tip. «Le dije: ‘Quiero que trabajemos juntos en un álbum. Quiero jugo de pepinillos, salsa picante, piel crocante en el pollo. Quiero pimientos en la ensalada de papas: sabores picantes».

Eso es exactamente lo que Tip ofrece en The Force; L. L. describe sus producciones como «un paisaje sónico en el que podía hincar el diente». La música lo inspiró para ser más aventurero en sus letras, «hablar de cosas nuevas, no sólo de chicas o romances en cada canción». El tema que abre el álbum, «Spirit of Cyrus», una colaboración con Snoop Dogg, redibuja el paradigma de L. L. : una crónica escalofriante de un «justiciero negro» que ajusta cuentas con sus rifles AR-15 y M-16. Es una fantasía oscura, inspirada en la historia de su padre. Una fantasía oscura, inspirada en hechos reales que nos tocan demasiado de cerca.

«Este policía, Christopher Dorner, se dedicó a matar gente a causa del racismo que sentía que había sufrido en el Departamento de Policía de Los Ángeles», explica L. L. El ataque de Dorner duró nueve días en febrero de 2013, y en él asesinó a cuatro personas -tres policías y la hija de un capitán retirado que creía que le había hecho daño- antes de quitarse la vida. A medida que se intensificaba la persecución policial, L. L. recibió una llamada de «un amigo de las fuerzas del orden, que me dijo: ‘Están buscando a este policía asesino, y se parece mucho a vos. No quieren agarrarlo vivo, así que mejor quedate en casa, o podrías verte envuelto en algo'».

«Tras la muerte de Dorner leí su ‘manifiesto'», continúa L. L. «Realmente me metí en la madriguera del conejo. Mucho de lo que decía era como una metáfora de cosas que estaban ocurriendo en ese momento, una historia profunda e interesante con la que la gente podía identificarse. Me inspiré para quitarme los guantes y escribir el tema». Es, con diferencia, el trabajo más duro y al borde de la carrera de L. L., una instantánea de unos Estados Unidos que se fragmentan en fanatismo y violencia, en la que L. L. murmura: «Me han llevado al límite / El racismo es una enfermedad, es justo que lo mate».

Esta potente declaración llega cuando Estados Unidos se enfrenta a unas elecciones febriles y críticas. Aunque apoyó a Joe Biden y Kamala Harris en las elecciones de 2020 y a menudo ha negado ser republicano, «desató una tormenta», como dijo el sitio web NPR, con «Accidental Racist», su polémica colaboración de 2013 con la estrella del country Brad Paisley, que anticipó las tensiones raciales en Estados Unidos, que no han hecho más que aumentar desde la exitosa candidatura de Donald Trump a la presidencia en 2016.

L. L. no quiere entrar a comentar la votación de este año. «He decidido no tener mi sombrero activista puesto», dice. «Realmente quiero centrarme en mi arte». Está claro que, de momento, se abstiene de hacer declaraciones políticas, aunque cree que «las cosas saldrán bien. La democracia tendrá su lugar y Estados Unidos sobrevivirá, al menos hasta que desaparezcamos como los dinosaurios en una extinción masiva».

Por lo demás, en The Force L. L. rapea sobre estafadores y asesinos («Saturday Night Special»), reflexiona sobre la identidad («Black Code Suite»), reflexiona sobre su extraordinaria carrera («Runnit Back», «30 Decembers») y se permite algún que otro rap sexual (el de clasificación X «Proclivities»). Es un disco oscuro, satisfactorio y sofisticado, del que se siente orgulloso. «Quería demostrar que se puede seguir haciendo cosas buenas y madurar como artista de hip-hop», dice. «Porque, hablando con franqueza, estamos acostumbrados a que los artistas saquen cosas mediocres que no son tan impactantes ni innovadoras como sus primeros discos».

«Quiero demostrar que se puede ser creativo a tus 40 años de hip hop, igual que un director de cine puede ser creativo 40 años después», continúa. «No hay ninguna razón por la que un artista de hip hop no pueda seguir siendo innovador, siempre que mantenga la curiosidad y siga preocupándose y proponiendo nuevas ideas». L. L. dice que se siente como antes de que Mama Said Knock You Out saliera al mercado: «Me encantan las bajas expectativas, tocar desde atrás. Me inspira».

Ahora se ve a sí mismo casi como un perdedor, una posición extraña para un artista de tanto éxito y tan querido por el gran público, el primer artista de hip-hop honrado por el Kennedy Center, miembro del Salón de la Fama del Rock and Roll, ganador de cuatro premios NAACP Image. Afirma que su condición de artista mainstream no compromete sus dotes como tal, como confirma el contenido directo de The Force. «Sólo tenés que ser fiel a lo que sos», afirma.

Cuando escribió The Force se inspiró en Stevie Wonder, Marvin Gaye, Bob Dylan, «artistas que escriben sobre las cosas que son importantes para ellos. No voy a ser prisionero de una imagen dominante de mí mismo: lo que envejece bien es hacer lo que uno quiere crear. Así que me dije: ‘¿Sabés qué? Voy a escribir algo copado'». Mira a su pared de discos brillantes y sonríe de oreja a oreja. «Que todo venga del corazón, y las fichas caerán donde deben».

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Fuente: Pagina12

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