Los así llamados “libertarios”, de lamentable moda política en la Argentina los últimos años, creen que la propiedad privada absoluta y los mercados sin reglas morales son las bases más sólidas para garantizar la libertad individual. No interesa a esta columna determinar si son sinceros o cínicos, malévolos o sólo escépticos. Lo que importa es que son, de hecho, enemigos de la democracia.
Los así llamados “libertarios”, de lamentable moda política en la Argentina los últimos años, creen que la propiedad privada absoluta y los mercados sin reglas morales son las bases más sólidas para garantizar la libertad individual. No interesa a esta columna determinar si son sinceros o cínicos, malévolos o sólo escépticos. Lo que importa es que son, de hecho, enemigos de la democracia.
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