El regreso de Gallardo: un monumental acto de fe
Todo fue ganancia para todos en el fin de semana de River. Con su salida consensuada de la dirección técnica, Martín Demichelis cambió una silbatina segura por una cálida despedida, se fue por la puerta grande y hasta recibió los abrazos sentidos de un plantel que no siempre pareció jugarle a favor. El presidente Jorge Brito evitó que el estadio Monumental se convirtiera en un hervidero de silbidos e insultos en contra de Demichelis y de su comisión directiva. Y los hinchas, los socios y también algunas terminales periodísticas lograron lo que pretendían: el cierre de un cicio al que daban por agotado sin remedio y el muy posible regreso de Marcelo Gallardo al sitio de donde acaso, nunca debió haberse ido.
La vuelta de Gallardo a la dirección técnica de River ya ha obrado el primer milagro: los mismos que desconfiaban de las chances del equipo en la Copa Libertadores, ahora están convencidos de que se puede salir campeón de América. Los alienta la fe que siempre despierta un gran conductor. Y un hecho que antes no se tomaba en cuenta: River definirá de local todos los cruces de octavos, cuartos y semifinal. Y es muy probable que la gran final del sábado 30 de noviembre también se dispute en el viejo estadio millonario.
Pero además de su espalda inmensa que lo convierte en bastante más que el técnico más exitoso de la historia de River, Gallardo traerá otra vez consigo un carisma personal y un modo de ser que jamás tendrá Demichelis porque es otra su personalidad y su formación. La hinchada «millonaria» no terminó de conectar con el técnico saliente por sus modos distantes y poco expansivos, su manera fría de comunicarse y su rechazo a cualquier gesto demagógico o tribunero y a las frases tituleras.
Gallardo, en cambio, siempre supo como halagar los oídos de los hinchas diciendo lo que había que decir y en el momento que había que decirlo. La gente se sintió más entendida y defendida por Gallardo que por Demichelis. Y eso tambien juega (y mucho) a la hora de los afectos. Sobre todo cuando los resultados no se dan.
Pero nada de esto tendría valor si además, Gallardo no hubiera levantado una obra futbolística inmensa que incluyó catorce títulos nacionales e internacionales en ocho años de gestión con dos Copas Libertadores ganadas, la última de ellas a Boca en la finalísima imborrable de Madrid de 2018. Mas allá de su decepcionante paso por el fútbol de Arabia Saudita, millones de hinchas de River creen que la mística ganadora está intacta. Y que con algunos retoques minimos y el control total del vestuario, Gallardo está en condiciones de relanzar el plantel y encaminarlo rumbo a la conquista de la quinta Copa Libertadores.
Y eso es lo que River busca con el retorno del ídolo técnico: generar un monumental acto de fe y espantar las ondas perdedoras. Dentro y fuera de la cancha. Desde su presidente Brito hasta el último de sus hinchas están convencidos de que nada es imposible con Gallardo sentado en el banco. Hasta el sábado, eso no sucedía. Por eso, Demichelis pasó a ser recuerdo.