Brecha digital: ¿por qué se debe abordar este desafío tecnológico?
La conectividad se ha convertido en un pilar fundamental para el desarrollo social, económico y personal. En este contexto, la brecha digital se configura como una barrera que separa a las personas en función de acceso y habilidades para hacer uso de la tecnología.
Este fenómeno es un obstáculo para la inclusión digital y también es causante de una serie de consecuencias significativas que podrían afectarnos tanto a nivel individual como a nivel social. La brecha digital se refiere a la disparidad existente entre aquellas personas que tienen acceso y habilidades para utilizar las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) de manera efectiva y aquellas que no.
En otras palabras, es la diferencia entre las personas que pueden acceder a la tecnología y cuentan con los conocimientos necesarios para poder beneficiarse de su uso, y quienes por diversos motivos carecen de estas herramientas y oportunidades.
La brecha abarca diversos aspectos, como el acceso a internet de alta velocidad, la disponibilidad de dispositivos digitales, como computadoras, tabletas y teléfonos móviles «inteligentes» y la capacidad para utilizar estas tecnologías para mejorar la vida personal, educativa, laboral y social de las personas.
Comprender el significado y los efectos generados por la llamada la brecha digital es de vital importancia por varias razones. En primer lugar porque la falta de acceso a la tecnología puede excluir a las personas de oportunidades de formación e integración, y profundiza así desigualdades sociales y económicas.
En un mundo cada vez más digitalizado, la capacidad de acceder y utilizar la tecnología de manera efectiva es esencial para el desarrollo personal y profesional individual. Además, las sociedades que no abordan la brecha digital corren el riesgo de quedar postergadas en términos de innovación y competitividad global.
Causas asociadas al surgimiento de la brecha digital
La brecha digital comenzó a manifestarse a medida que las TIC se convirtieron en una parte cada vez más integral de la vida moderna. Si bien es difícil señalar la fecha exacta de su aparición, se pueden identificar varios hitos importantes.
La popularización de Internet en la década de 1990 marcó el inicio de la brecha digital en muchos países. A medida que Internet se volvía más accesible, aquellos que tenían la infraestructura y los recursos para conectarse rápidamente comenzaron a tener ventajas sobre aquellos que no los tenían.
A principios de los 2000, se hicieron evidentes las disparidades en el acceso a Internet entre áreas urbanas y rurales, así como entre países desarrollados y en desarrollo. Las áreas rurales y los países menos desarrollados tenían menos infraestructura y recursos para proporcionar acceso a Internet, lo que contribuyó a la expansión de la brecha digital en esos lugares. A su vez el desarrollo tecnológico continuo, como la proliferación de los smartphones y la evolución de Internet de alta velocidad, también influyó en el crecimiento de la brecha.
La brecha digital también se refiere a las diferencias en habilidades y/o conocimientos digitales. A medida que la tecnología avanzaba y se volvía más compleja, aquellos con habilidades digitales sólidas tenían una ventaja significativa sobre aquellos que carecían de ellas.
Si se tiene en cuenta como ocurrió su desarrollo, es fácil comprender que la brecha digital surge de una combinación de factores, que van desde la disponibilidad de infraestructura tecnológica hasta las habilidades digitales y las barreras socioeconómicas.
Una de las causas fundamentales de la brecha es la falta de acceso a la infraestructura tecnológica necesaria para conectarse a Internet. En muchas partes del mundo, especialmente en áreas rurales y comunidades marginadas, el acceso a internet de alta velocidad y dispositivos digitales es limitado o inexistente.
La falta de habilidades digitales y de alfabetización digital es otra causante significativa de la brecha.
Otra de sus causas es de orden socioeconómico y se debe a que las personas de bajos ingresos pueden tener dificultades para pagar servicios de internet y adquirir dispositivos digitales como computadoras y celulares. Esto puede perpetuar un ciclo de exclusión digital, donde aquellos que ya están en desventaja económica tienen menos acceso a los recursos que ofrece la tecnología.
La falta de habilidades digitales y de alfabetización digital es otra causante significativa de la brecha. Incluso si las personas tienen acceso a la tecnología, pueden no tener las habilidades necesarias para utilizarla y beneficiarse de las oportunidades digitales. Esto puede incluir habilidades como la navegación por internet y el uso de programas básicos.
Finalmente tenemos que considerar las barreras culturales y lingüísticas. Las personas que hablan idiomas minoritarios pueden enfrentar dificultades para acceder a contenido digital en su idioma o para encontrar recursos y apoyo en línea que se adapten a sus necesidades, dificultando el acceso a la tecnología y la comprensión de su uso. Estas barreras afectan especialmente a comunidades minoritarias o inmigrantes.
Si bien la brecha digital afecta a personas de todas las edades y grupos demográficos, algunos grupos son más afectados que otros. Entre estos grupos se encuentran las personas de bajos ingresos, personas mayores, comunidades rurales y marginadas y personas con capacidades diferentes.
Cómo reducir la brecha digital
Cerrar la brecha digital requiere un enfoque integral que incorpore aspectos relacionados tanto a ampliar el acceso a la tecnología como al desarrollo de las habilidades digitales que son necesarias para su uso.
Sabemos que la mejora de la infraestructura tecnológica podría contribuir positivamente a reducir la brecha, ya que concentraría esfuerzos en brindar acceso a la tecnología a un mayor número de personas. Invertir en la expansión de la infraestructura de internet permitiría garantizar un acceso más equitativo a la conectividad digital.
María Laura Ruiz.
Sin embargo, es igual de importante solucionar el segundo gran facilitador de la brecha que es la falta de habilidades y conocimientos para utilizar adecuadamente la tecnología por parte de aquellos grupos que aún no han adquirido estas herramientas.
Es en este punto donde los programas de alfabetización digital adquieren gran relevancia. La Implementación de este tipo de programas permitiría a las personas obtener habilidades básicas y avanzadas para utilizar la tecnología de manera efectiva.
Respecto a las variables socioeconómicas, los subsidios y ayudas financieras pueden contribuir a garantizar que las personas de bajos ingresos puedan acceder a dispositivos y servicios de Internet.
La participación comunitaria podría ser de gran ayuda, ya que cada pequeña acción cuenta cuando se trata de cerrar la brecha digital. Al contribuir de manera individual, nuestra participación podría fomentar la colaboración entre gobiernos, empresas, organizaciones sin fines de lucro y la sociedad civil para el desarrollo e implementación de soluciones adaptadas a las necesidades de cada comunidad respecto a la reducción de la brecha.
Cerrar la brecha digital es crucial para construir un mundo más inclusivo, equitativo y próspero en la era digital. Al abordar las causas subyacentes, adoptar enfoques colaborativos y centrados en la comunidad, podemos trabajar hacia un futuro donde todos tengan la oportunidad de beneficiarse plenamente de las oportunidades que ofrece la tecnología digital.
En conclusión, en un mundo cada vez más interconectado, comprender y afrontar la brecha digital no es solo una cuestión tecnológica, sino un imperativo ético. Ignorar esta disparidad puede perpetuar desigualdades y marginar a grandes segmentos de la población.
Antenas de telecomunicaciones.
Por lo tanto, es esencial que reconozcamos la importancia de este desafío y tomemos medidas concretas para cerrar la brecha. Solo a través del acceso equitativo y el desarrollo de habilidades digitales podremos construir un futuro verdaderamente inclusivo y próspero.
(*) Cofundadora y directora de proyectos de Creamos UK. Licenciada en marketing, especializada en tecnología y desarrollo de productos digitales.