Quiero ordenar el automovilismo y que la imagen del club sea innovadora
El té con miel y limón redimió su garganta golpeada por el frío. Aflorando con atrapante verborragia aparecieron historias de un niño que acompañaba a su abuelo recorriendo dependencias en los confines de la patria y de un purrete que, luego, caminó los enormes pasillos de Av del Libertador 1850 con su padre. Ya en el octavo piso, el sol calentó el sillón de cuero donde se sentó César Carman, flamante presidente del Automóvil Club Argentino, como sus homónimos padre y abuelo, para contar a Página/12 por qué tomó la responsabilidad y cómo mantendrá el legado sanguíneo, como ellos pero sin repetirlos. Su plan tiene pilares como revitalizar la entidad y el servicio, el turismo con oferta distintiva y el deporte motor en la columna vertebral.
Desde ya, las turbulencias caracterizan el momento, no solo en el contexto del país sino en el deporte. Siendo el ACA la Autoridad Deportiva Nacional, poder delegado desde la Federación Internacional del Automóvil (FIA), fue ente rector absoluto desde 1904 pero otros organismos se gestaron con similar intención, donde destacó la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) con su independencia, organización de eventos y auto fiscalización. El crecimiento innegable del TC se ramificó en más categorías y pilotos, alcanzando momentos agitados en el último año, cuando el ACA evaluó la situación y, desde su Comisión Deportiva Automovilística, revocó el poder deportivo de la ACTC y advirtió que «los participantes en competencias clandestinas son pasibles de sanción».
Carman no pasó por alto esta actualidad y plantó la visión de la FIA sobre el chisporroteo nacional. «La FIA sabe del ACA y la ACTC. Pasó en varios países y siempre apoyó a la institución histórica«, lanzó el mandatario. «Veo a la ACTC como una organización profesional, que hace bien lo que hace. Es un negocio y no tengo nada contra eso, pero los mismos que auditan son los que cobran y ahí está lo que, me parece, tienen que ordenar y hacer transparente», señaló Carman.
«La ACTC tiene muchos años pero va mutando, depende de las personas, mientras que el ACA tiene 120 años, va a seguir estando y haciendo lo mismo porque está en el ADN y el estatuto del club», aclaró. La presidencia se renovó a principios de junio y ya recibió dos llamados de Mohammed ben Sulayem, el emiratí que preside el órgano global del deporte motor: «La FIA apoya al ACA de acá a la China«, reafirmó Carman III, quien planea resolver la situación en su mandato, aunque sin polemizar.
«No quiero grietas, quiero un automovilismo sano, transparente y más accesible. Como presidente quiero ordenar el automovilismo así como aumentar la cantidad de socios y bajar su edad promedio«, aseguró Carman, quien notó que casi 100 mil miembros se alejaron tras la pandemia y aumentó la edad promedio de la masa societaria. Una clave que advierte, para traccionar a la par de nuevas generaciones, estaría en el efecto Franco Colapinto y la fascinación que generó en F2 y la chance de sumar kilómetros en F1. «Quiero que la imagen del ACA sea innovadora y capture estratos más jóvenes para dejar al club financieramente igual de como lo recibí o, si puedo, mejor. Tengo muchísima fe, aunque la situación económica no es buena», insistió. De hecho, cayó la venta de combustibles y casi el 25 por ciento de las estaciones son deficitarias; por lo que sostener la estructura es complejo.
«Sea con este gobierno o con otro, nos vamos a equilibrar y encarrilar. Si mejoramos, porque todo necesita dinero, podemos recuperar las categorías de rally históricas«, anticipó, conociendo los plazos del WRC y contratos vigentes con Chile y Paraguay. Pero, con pulgar y meñique extendidos acercó su mano a la mejilla con aires de telefonista y reveló una confidencia: «Cuando llamó el presidente de la FIA dijo ‘tienen que volver al calendario, la FIA necesita más del ACA que el ACA de la FIA’ y con eso me compró».
La tos se calmó con tanto diálogo. Apoyó la taza de té en la mesa, extendió la mano con entusiasmo y se comprometió a que «si salen bien las cosas, en seis meses tendrán que sentir que algo cambia«. Y como supo decir su abuelo, querrá dejar una marca dedicada a los que vienen.