Rifle Pandolfi: «Ojalá que estos pibes se queden. Se merecían salir campeones»
En la etapa de mayor experiencia, con las luces todavía en su cara, dijo basta y se alejó del fútbol para siempre. Fernando «Rifle» Pandolfi, le puso punto final a su carrera a los 27 años, cuando todavía tenía todo por delante y algunas ofertas de equipos que lo querían en su plantel. Frente al agobio de este universo que avecinaba una cooptación del dinero sobre el juego, sumado a algunas declaraciones que lo ponían en la vereda de los «rebeldes», decidió cambiar la pelota por una guitarra. Formó dos bandas de rock, Actitud Sospechosa y Mil Hormigas –con la última adquirió cierta popularidad–, tuvo bares con amigos y actualmente es socio de un restaurante, invierte «en metros cuadrados».
«Con el VAR y toda la tecnología que hay de por medio, es otro deporte», dice a Página 12, el ex Vélez y Boca, y analiza los cambios de un fútbol en el que participó como protagonista y hoy vive como aficionado. «Muchos aspectos se han mejorado respecto del deportista y ayudaron a no sobreentrenar a un jugador. Los modos de entrenamiento, cuando yo jugaba no existían. Llegábamos más rotos a los partidos, no había un control. A veces ni descansabas. Hoy por hoy todo eso se regula y veo que los futbolistas son más atletas. Algunos marcaditos. En nuestra época había un par de gorditos».
Respecto del VAR, herramienta que ayuda –o se supone– a evitar errores graves y manifiestos durante el partido, afirma que «mientras lo sigan manejando los seres humanos, va a seguir siendo dudoso». Y sobre el fútbol, incluso en términos comerciales, dice: «Es otro espectáculo: hay más gente, más demanda, estés donde estés podes ver a tu equipo. Antes tenías que esperar al domingo para que lo pase un solo canal».
Pandolfi debutó en Vélez, fue parte del Boca de Carlos Bianchi de principios de los 2000 y tuvo un paso por el Perugia Calcio de Italia. Se crio en una familia futbolera y llegó a ser la mascota de Independiente Santa Fe de Bogotá, cuando su padre fue jugador profesional. Identificado con el pueblo velezano, se anima a un balance de la actualidad del Fortín, sin perder de vista el dramático periodo del año pasado, cuando tuvieron que pelear por no descender, y describe un ADN «muy Vélez» para explicar este presente que lo tuvo cerca de ganar el trofeo de la Copa de la Liga.
«Vino un técnico de alta jerarquía (en referencia a Gustavo Quinteros) y estábamos todos expectantes. Después del partido con River, hubo un revuelo por algunas cosas que dijo, pero tenía fe que eso los iba a sacudir. A veces necesitas que te toquen el orgullo», explica y hace referencia a las declaraciones de Quinteros post partido con el Millonario, en el que cayeron por 5 a 1. «La verdad que es un resultado que da vergüenza. A mí como entrenador me da vergüenza».
Ese partido fue un antes y un después, un punto inflexión para el Fortín. Fue el camino hacia la transición de un equipo que ante la sorpresa de todos, terminó siendo el finalista de la Copa de la Liga y un claro merecedor del partido durante los 90 minutos. «Me sorprende para bien. Se sobrepusieron con mucha actitud y están jugando un fútbol muy Vélez: ordenado, serio, tratando de terminar la jugada en ataque, sin dar tanta vuelta con la pelota», reconoce el Rifle.
Vamos, vamos, los pibes
Por otra parte, destaca el trabajo de las inferiores del Fortín y hace hincapié en que la época suya no era tan fácil subir a primera. «Había que sufrir para llegar y se era más austero con los pibes. Ahora tienen todo. Nosotros la teníamos que pasar mal, pero era un poco la política que se usaba», dice y mantiene la convicción de que lo sucede en el conjunto de Liniers en materia formativa, viene desde hace años. «A mí me costó mucho jugar en inferiores. Sexta y quinta casi ni jugué, empecé a jugar en cuarta. Andaba bien y ahí pegué tercera. Tuve suerte que estaba Bianchi y no compraba jugadores. Vélez sigue con esa política de aquella época, salvo cuando estuvo el Tigre (Gareca) que trajo bastante gente, pero el club siempre se arregla con 15 jugadores de inferiores».
–Con un plantel de tantos jóvenes y lo que demostraron el último partido frente a Estudiantes, ¿Hay futuro?
–El tema es que se queden cuatro o cinco años para que puedan ganar algo con el club. Hoy los pibes juegan 15 partidos y se van. No tienen la oportunidad ni de pelear un campeonato. Ojalá que estos pibes se queden. Se merecían salir campeones, lamentablemente no hay merecimientos. Las finales las gana el que las gana. Los penales los pateamos mal. Pero hay mucho futuro. Lo que jugaron es admirable y terminó convirtiéndose en un equipo al que no le hace falta salir campeón para que la gente lo quiera. Eso es lo valorable. Por este camino, Vélez va a pelear grandes cosas.