Espectáculos

Gabriela Villalonga: «Estos personajes son estafadores emocionales»

La directora habla de esta nueva puesta del texto de Roberto Arlt, con resonancias que le dan una urgente actualidad.

Cuando Leónidas Barletta creó el Teatro del Pueblo le pidió a Roberto Arlt que colaborara con él escribiendo una obra para su flamante agrupación. Y aunque el ya destacado y polémico periodista y novelista no le tenía demasiado apego al teatro, aquel encargo le hizo descubrir una dimensión para él desconocida. Luego de otras piezas, promediando la década del ’30, Arlt se puso a escribir para la escena la historia que luego terminó llamándose Saverio, el cruel.

Son muchas las cuestiones que Arlt aborda en esta obra que tiene como protagonista a una joven de clase alta quien, junto al aburrido grupo de gente que la rodea, urde una broma para divertirse a costa de un trabajador. Se trata de Saverio, un corredor de manteca que, promesa de futuros encargos mediante, aceptará participar de un supuesto tratamiento para curar a una enferma psiquiátrica. Saverio deberá interpretar el rol de un tiránico coronel. A partir del desarrollo de una farsa, la obra apunta sobre las diferencias de clase, el militarismo y la locura.

Saverio, el cruel acaba de subir a escena en el Teatro Payró (San Martín 766) bajo la dirección de Gabriela Villalonga y la actuación de Adriana Echegaray, Roberto Cuñarro, Marito Falcón, Pablo Ferrer, Ariel Guazzone, Ligüen Pires, Lali Rojas y Liliana Simsi. Fueron algunos de los actores de este elenco quienes le llevaron el proyecto a la directora. Oriunda de Ensenada, de larga trayectoria como actriz, Villalonga comenzó a dirigir sus propios textos, entre otros, la premiada Ensoñada 1968. Una pieza que hace foco sobre la huelga de YPF que duró tres meses y que derivó en “una pueblada que fue debilitando el gobierno de Onganía, un año antes del Cordobazo”, como destaca la autora en diálogo con Página/12.

En esta puesta de la obra de Arlt, el personaje del vendedor de armas aparece frente al público para dar inicio a la farsa, como si fuera el responsable de la sala, poniendo en tela de juicio si es o no un simulacro lo que el espectador va a presenciar. “Es todo un desafío el hecho de actuar que se está actuando”, subraya la directora refiriéndose especialmente al grupo de aristócratas que se distribuyen los diversos roles de una puesta en escena que ellos asumen con entusiasmo. Explica también que el diseño del vestuario y la escenografía de Alejandro Mateo simboliza en la profusión de sus pliegues lo oculto que luego va a terminar manifestándose.

-Decís que tenías olvidada a esta obra cuando te la propusieron algunos de tus alumnos de actuación.

-Sí, y cuando la releí enseguida la relacioné con obras que hablan de las mismas cosas. Tanto Kafka en La metamorfosis, como Griselda Gambaro en Decir sí y Charly García en «Los dinosaurios» escribieron metáforas para hablar sobre el fascismo. Y esta obra de Arlt en la Década Infame habla, entre otros temas, de la disolución de la solidaridad, de un otro que no está internalizado.

-¿En qué consiste la internalización de un otro?

-¿Qué pasa cuando el otro falta en la estructura del mundo?, se pregunta Deleuze en Lógica del sentido. Allí explica que si no hay un otro internalizado se aplana el mundo y reina “la ley sumaria del todo o nada”. Todo se vuelve implacable y distorsionado. Y amenazante, porque permanentemente acechan en un presente maldades que no parecen de este mundo.

-La maldad es otro de los temas que presenta la obra…

-Saverio, el cruel es una obra de arte en la que se puede entrar desde diferentes lugares. Allí están los integrantes de esta familia burguesa que mantienen entre sí un vínculo voraz y que se divierte creando un engaño para gozar del simulacro. Un grupo de gente que se viene entrenando en una práctica siniestra. Son estafadores emocionales. Pero cuando Saverio se entera de todo igual acepta quedarse, a riesgo de su vida.

-¿No será porque no puede terminar de convencerse de que fue engañado? Esto vuelve muy actual a la obra.

-Sí, a pesar de que Simona, la dueña de la pensión, le advierte sobre el peligro que corre como lo haría un coro griego. Le dice que se detenga a pensar en la clase a la que pertenece porque “la mesa servida no es para todos”. Le pide que piense en su identidad y en su propia historia.

-Le pide, en definitiva, que no se deje engañar.

-Sí, pero él no llega a comprender la encerrona trágica en la que fue puesto. Es como cuando se vota en contra de sí mismo, del propio trabajo, en contra de la salud y la cultura. Así es como Saverio no se resiste y los que crearon la farsa logran su objetivo.

* Saverio, el cruel, teatro Payró (San Martín 766), sábados a las 18.30.

Fuente: Pagina12

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