Está en riesgo el Centro de Documentación de la Cultura de Izquierdas
La preservación de su colección -de escala latinoamericana y reconocida por la UNESCO como patrimonio cultural- se ve amenazada por los ajustes del gobierno en materia de cultura y por los tarifazos. El CeDInCI cuenta con 160 mil libros, once mil colecciones de periódicos, cuarenta mil volantes y más de cuatro mil afiches, pero además congrega a investigadores y realiza jornadas y congresos. Hoy está en riesgo su continuidad.
La cultura de izquierdas está siendo atacada, en sentido figurado pero también literalmente. A los agravios y descalificaciones constantes del presidente a los “zurdos de mierda” se suma la asfixia presupuestaria que está sufriendo el Centro de Documentación de la Cultura de izquierdas (CeDInCI), que desde 1998 reúne la producción que generan las izquierdas y los movimientos sociales en forma física y digital. La preservación de su colección -de escala latinoamericana y reconocida por la UNESCO como patrimonio cultural- se ve amenazada por los ajustes del gobierno en materia de cultura y por los tarifazos, que en el caso de la sede donde funciona la institución hasta cuadruplicaron las facturas de servicios básicos. Hoy está en riesgo su continuidad y sus trabajadores piden ayuda a la comunidad.
El CeDInCI fue fundado por un grupo de historiadores como asociación civil sin fines de lucro con el objetivo de reunir documentos que raramente conservaran la Biblioteca Nacional, la del Congreso o el Archivo General de la Nación: periódicos, revistas, boletines y gacetas, a veces efímeros, a veces clandestinos, de escritorxs, intelectuales y militantes de pensamiento de izquierda. Con un recibimiento muy positivo y donaciones sostenidas que robustecieron la colección y la llenaron de tesoros de alto valor histórico, veintiséis años después el centro cuenta con 160 mil libros, once mil colecciones de periódicos, cuarenta mil volantes y más de cuatro mil afiches. Y ya no tiene objetivos únicamente documentales sino que en la actualidad también congrega a investigadores, edita una revista anual, recibe pasantes de investigación del exterior y realiza jornadas y congresos.
Hasta hace tres meses, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación le otorgaba al CeDInCI un -módico- subsidio trimestral que le permitía pagar parte de su factura de electricidad. Con el cierre de la cartera se fue también esa ayuda, primera señal de alarma para la institución con sede en Rodríguez Peña 356. Con el 2024 en curso se sumaron dos problemas: la boleta de luz pasó de 70 mil pesos en febrero a 280 mil en marzo y el personal se vio reducido a la mitad, también por ajuste estatal. Y es que desde 2010 el centro suscribe un convenio con la Universidad Nacional de San Martín gracias al cual la casa de estudios sostiene al equipo de trabajo. Lxs trabajadorxs que estaban en planta permanente continúan, pero de los cinco contratados no quedó ni uno. Hoy no hay, por ejemplo, nadie que trabaje en el área de digitalizaciones, pese a que la demanda en ese terreno es enorme.
“La situación actual es de una gravedad enorme, no sólo para el CeDInCI, cuya continuidad está en riesgo, sino para todas las instituciones de ciencia, cultura y educación”, afirma Horacio Tarcus, director del centro además de doctor en historia e investigador principal del Conicet. “Es evidente el objetivo del gobierno: asfixiar presupuestariamente a todas las instituciones educativas y culturales forzándolas a arancelar y finalmente a privatizar. En el modelo que tiene Javier Milei en la cabeza no hay lugar para ningún tipo de institución pública, ningún tipo de regulación social”, sentencia en diálogo con Página/12.
En términos fácticos, sostiene Tarcus, un eventual cierre del CeDInCI implicaría volver a los tiempos “en que el acceso a las colecciones documentales estaba restringido a los pocos que podían viajar a las grandes bibliotecas del primer mundo o pagar la suscripción a los portales documentales tarifados”. En un sentido más general, implicaría un retroceso aún más grave de la cultura de izquierdas: “Sería un triunfo de la razón privatista y una derrota de la puesta en común del patrimonio colectivo”. Por eso, frente a la situación, desde el centro están haciendo un llamado a otras instituciones educativas y culturales dispuestas a celebrar acuerdos de cooperación que permitan ampliar el equipo de trabajo, hoy reducido a seis personas. Al mismo tiempo, llaman a interesadxs a asociarse voluntariamente vía https://cedinci.org/dona-cedinci/» style=»background-color: rgb(255, 255, 255);»>https://cedinci.org/dona-cedinci/.
Quienes no comulguen con la izquierda pueden, de todos modos, quedarse tranquilos y colaborar. Y es que el acervo, si bien se especializa en izquierda y movimientos sociales, fue con los años mucho más allá. ¿Por qué? «Porque los donantes, en su mayoría personas de izquierda o hijos o nietos de militantes de izquierda, no sólo leían a la izquierda. Así como la derecha leía a la izquierda, también se daba a la inversa. Entonces nuestra colección alberga publicaciones de todo el arco político», explica Tarcus. Una perlita: se pueden consultar las revistas Cabildo, del nacionalismo de derecha, y Libertas, publicación antiEstado que dirigía el frecuentemente invocado Alberto Benegas Lynch.
Consultado por la «batalla cultural», Tarcus admite que «la izquierda viene perdiéndola con la nueva derecha» pero que se entusiasma con la idea de que nuevas generaciones puedan revertirlo. El estudioso de Marx y ganador del Premio Konex a la trayectoria en el rubro historia destaca la larga lucha de solidaridades que rodean a la cultura y al CeDInCI y resume: «Todavía recuerdo con emoción al gran historiador argentino Tulio Halperin Donghi, que políticamente hablando no pensaba para nada como nosotros, llegando al centro en 2002 con 500 dólares que había reunido personalmente entre investigadores de los Estados Unidos. Se pasaba tardes enteras leyendo en la sede y siempre se refería al CeDInCI como “ese milagro argentino”. Ése era un liberal de veras, en el mejor sentido del término: tolerante, crítico, lúcido, solidario. Tachar a este gobierno de liberal es hacerle un regalo inmerecido», cierra.