La historia de los refranes: «La culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer»
La culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer
Chancho, cerdo, marrano, puerco, porcino… Se lo llame como se lo llame siempre suena a insulto, pobres…
¿Escucharon? Son gruñidos intranquilizantes, de queja milenaria. Porque este animal, de cuerpo robusto y piel gruesa, viene domesticado desde la Antigüedad para aprovechar su carne y su cuero.
“Vida de cerdo, engordar para morir”, suele decirse. El cerdo es una variedad de la misma especie que en su forma salvaje se conoce como jabalí… Claro, estos más que gruñir, rugen. Pero el protagonista del refrán de hoy no es el jabalí sino el chancho. El mismo que tantas veces habremos comido en formato de matambre, costeletas, carré, chorizos, solomillo… El mismo que miramos asqueados cuando está en el chiquero…
El mismo que usamos para darnos a entender en la vida: “Limpiate bien, no seas chancho”… “Cómo te gusta hacer chanchadas a vos eh”… “Nos caímos bien de entrada, ya somos como los chanchos”… “Salí de acá, cochino”…
El refrán de hoy -de uso común en Argentina, Uruguay y Chile- toma a este simple animal inocente que, si causa algún daño, no sería nada razonable asignarle una mala intención, para subrayar que corresponde reclamar a quien lo debe cuidar, por eso la afirmación de la que la culpa no es del chancho…
¡Y sí! Cristian Ramón Verduc, en su Alero Quechua Santiagueño, nos recuerda que el criar cerdos implica una cuota de responsabilidad, pues si se escapan van a causar destrozos en su s vecinos… Y si salen a la ruta, representan un peligro para los vehículos, porque en caso de ser atropellados causarán grandes daños con su macizo cuerpo, similar a una roca…
¡Tranquilos, tranquilas, que el chiquero está con candado!… Este refrán acusador para quien alimenta chanchos se refiere a personas y no a cerdos asolando campos o perturbando rutas… Si alguien ha percibido que una persona iba por mal camino y, debiendo tomar las precauciones para que ese camino se rectifique no lo ha hecho, se lo acusa de haber “dado de comer al chancho” que acabó causando daño… ¿se entendió?
Encima, a los manejos ilícitos para conseguir un fin, y especialmente lucrar, los argentinos los llamamos chanchullo.. ¡Basta che, dejen tranquilos a los chanchos!…