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La historia de los refranes: «El calavera no chilla»

El calavera no chilla

¿Cómo el calavera? ¿No se dice la calavera? En este refrán no. La calavera es el conjunto de los huesos de la cabeza mientras permanecen unidos, despojados de la carne y de la piel… Y el calavera es un tipo trasnochador, fiestero, de vida bastante disipada, así que mejor que no chille…  Porque un cadáver no puede protestar…

Varios investigadores señalan que «calavera» como adjetivo masculino aparece con el dramaturgo español Tirso de Molina, en su obra «El burlador de Sevilla», del siglo XVII, cuando lo usó para caracterizar a su personaje principal, don Juan Tenorio…

¿Por qué Tirso habrá llamado calavera a ese donjuán libertino que transgredía todas las normas morales de la época y seducía a las mujeres haciendo gala de su buena posición social? Hay una respuesta muy convincente para esa pregunta…

Parece que en aquellos años, los cementerios eran lugares de cita muy asiduos entre adúlteros y amantes furtivos, sus escarceos amorosos solo se hallaban salvaguardados entre las lúgubres, solitarias tumbas, ya se sabe que las calaveras no cuentan nada de lo que ven…

El refrán «El calavera no chilla» empezó a usarse en el lunfardo rioplatense para arengar a los quejosos que debe cumplir con sus obligaciones luego de una noche de juerga… “Shhh vamos, vamos, levantate, a laburar, el calavera no chilla”…

Y bueno, un libertino no tiene derecho a quejarse cuando le llega el momento de dar cuentas. Mucha fiesta, mucho alcohol, mucha trasnochada, si le gustó disfrutar de esa juerga no tiene derecho a reclamos…

“El gran calavera” se llamó una película del español Luis Buñuel de 1949, la segunda de su etapa mexicana… “Calavera viejo” se llamó el tango que compuso, escribió y grabó un tal Carlos Gardel en 1926.

Si habrá calavereado este zorzal…

Fuente: Telam

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