Reflexiones de la vida diaria: «¡Qué veranito vamos a pasar!»
«¡Qué veranito vamos a pasar!»
Llega el verano y comienza a manifestarse una multigrieta: Están los que les gusta irse a lugares atestados, cuanta más gente mejor
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No es mi tipo de destino veraniego. Mi tipo de destino veraniego es cualquier lugar donde no haga calor. Digo más: no tengo problemas con la cantidad de gente. Porque en invierno, cuanto más gente mejor, para poder calentarnos juntos.
En el otro extremo, están los que se van a lugares tan alejados de la civilización, que tenés que caminar 3 días para conseguir agua caliente para el mate. Tampoco es mi tipo de destino. A mi dame un lugar con medios de transporte, almacenes, gente, cines y teatros, pero que no haga calor. Y si hay delivery, mejor. Ah. Y en lo posible que haya electricidad, internet y un baño que no sea químico ni tenga olas.
Después están los que les gusta ir en tour. No importa adónde. Las islas de Grecia, Termas de Río Hondo o Loma del Cangrejo Célibe, pero en tour. Yo creo que al segundo día me convierto en el Increíble Hulk y entro a sacudir el micro con la gente y el guía adentro.
Ni hablar de un crucero. Un crucero al Caribe, que sale de Miami, lleno de argentinos y brasileños debe ser lo más parecido al infierno en la tierra: Una mini ciudad a la que se le mueve el piso, un terremoto permanente, llena de argentos en bermudas y remeras de Mickey que dada su ingesta de alcohol y tenedor libre, más que Mickey ya se parecen a King Kong. “El Horror”, diría Marlon Brando.
No podemos dejar de mencionar al que NO se va a ningún lado, pero no por problemas económicos, sino porque no le gusta vacacionar. O mucho peor: porque es un tacaño. Y mucho más dañino aún cuando se queda en su casa y se queja de los que se van de vacaciones, como si realmente sintiera envidia, que es un sentimiento que utiliza como excusa para ocultar su tacañez.
Sea del tipo que sea el vacacionante, todos los veraneantes comparten un destino común: el encontrarse ante situaciones que, no por no esperadas, tal vez deban enfrentar más temprano que tarde.
Esas situaciones se pueden resumir en un puñado de frases, a saber:
➤ “Y… para este auto el repuesto hay que mandarlo a pedir a Buenos Aires…”
➤ “Disculpe, pero en esta playa no se puede andar con los pechos al aire, no se puede hacer topless… uy, perdone, señor”.
➤ “Se acabó la mayonesa. Usá el Sapolán”
➤ “Cerooooooooooo”
➤ “¿Viste que las milanesas no quedaron tan mal? En lugar de pan rallado les puse arena”
➤ “Y en este pequeño balneario de 60 cuadras a la redonda, me enorgullezco en inaugurar el lomo de burro número 436”
➤ “Su carpa es la 27 A. Está justo frente a la carpa del DJ del balneario”
➤ “En esta playa es muy raro que se dé un tsunami como el que se viene en 10 minutos”
➤ “¿Pero cómo? ¿No habíamos quedado que ustedes ocupaban el departamento en febrero?”
➤ “Cuando te lo compré para Navidad, el vendedor me dijo que el reloj era sumergible”
➤ “Pá: no nos acordamos en qué parte de la playa enterramos al abuelo”
➤ “Entonces tenemos… dos tostados, dos gaseosas y dos cafés… 354.532 pesos”
➤ “90% de probabilidades de lluvia de aquí hasta el lunes 14 de marzo. Pero el lunes 14 de marzo… empeora”
➤ “No. No aceptamos tarjeta. Y menos esa”