Cada 10 de noviembre se celebra el Día de la Tradición en Argentina en homenaje a José Hernández, autor del «Martín Fierro», el poema épico consagrado como nuestro libro nacional por Leopoldo Lugones; la fuente de refranes y reflexiones que reflejan nuestra historia como país, las páginas que nos permiten, a través del tiempo, repensarnos.
Y dentro de ese repensarnos, están incluidos las resignificaciones de esta obra, sus rescrituras, en donde aparecen las cuestiones de género: a comienzos de los años 90, Maria Elena Oddone, una de las primeras feministas argentinas de la segunda ola, que en la década del 70 fundó el Movimiento de Liberación Femenina, escribía un artículo en El informador, en donde remarcaba que “en el avasallamiento de la india y de la mujer del gaucho deben rastrearse los orígenes de la misoginia criolla. El Martin Fierro, de José Hernandez, es una muestra del machismo argentino”.
Casi treinta años después, Gabriela Cabezón Cámara publicó su extraordinaria “Las aventuras de la China Iron”, en donde la historia de la mujer de Martin Fierro, acallada en el libro de Jose Hernandez, toma cuerpo y voz.
Celebrar la tradición poniendo de relevancia la participación femenina en ésta, subrayando su aporte incomensurable, pensando a las mujeres como protagonistas en la construcción de nuestra historia y de nuestra cultura, es la forma más completa de celebrarla. Hagámoslo con música, con voces de mujeres.
La cueca y Margarita Palacios
La cueca, de música alegre y bailable, pertenece a la zona cuyana y noroeste de nuestro país. Emparentada con la zamba por el origen común de ambas en la zamacueca, un género que data de la época de las guerras de independencia en el continente americano.
La catamarqueña Margarita Palacios, conocida como “La Mama”, fue una cantante y compositora y se la considera una de las pioneras del “boom” del folklore argentino de la década del cincuenta. La cueca de su autoría “Recuerdo de mis valles” es una reconocida pieza musical de esa época dorada del folklore.
«Recuerdos de mis valles» (Margarita Palacios)
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La tonada cuyana y Julia Elena Dávalos
La tonada, al igual que la cueca, pertenece a la zona cuyana de nuestro país pero, a diferencia de esta última, no corresponde a un ritmo bailable y alegre sino más bien, se caracteriza por su tono intimo y conmovedor. Aquí los pañuelos del folclore no se agitan en el aire: se usan para secar lágrimas de emoción. Esta música centenaria, ejecutada a una o dos voces y una guitarra, tiene su origen más antiguo en la música yaraví, de herencia andina peruana: un canto libre que en nuestro territorio se denominó “triste”, cuya fuerte impronta expresiva toma la tonada y a la que se le suman las sonoridades del europeo y el criollo con su vals y su valseado.
Una de las tonadas más bellas y sentidas quizás sea «Tonada del viejo amor» de Eduardo Falú, en la voz de la multiinstrumentista, compositora y cantante Julia Elena Dávalos.
«Tonada del viejo amor» (Julia Elena Dávalos)
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La chacarera y Marián Farías Gómez
Si bien la chacarera es santiagueña por adopción, se trata de un género que se toca y se baila en todo nuestro territorio nacional. Se lo conoce como género mestizo, ya que tiene una raíz común con varios ritmos folclóricos latinoamericanos como la zamacueca, del período colonial. También, supone algunos aportes sonoros del África en su rítmica, a partir de la presencia de esclavos durante el virreinato. En la chacarera convergen tres continentes y sus sonoridades: Africa, Europa y América. Y así suena en la voz de la gran Marián Farías Gómez, una de ellas, la “Chacarera de un triste”, incluida en su álbum de 1975, “Cantando”.
«Chacarera de un triste» (Marián Farías Gómez)
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El chamamé y Ramona Galarza
El chamamé es un género que corresponde a la zona mesopotámica y litoraleña; suena en sus acordes la correntada incesante de los siglos y las sonoridades de las diferentes culturas que fueron habitando su territorio: una historia que comienza con la confluencia entre guaraníes y los jesuitas. Los guaraníes sumaron a su destacado don musical conocimientos e instrumentos de cuerda. Una de sus máximas exponentes ha sido sin dudas la inolvidable Ramona Galarza.
«Viejo Caá Catí» (Ramona Galarza)
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La copla y Leda Valladares
La copla o canto con caja si bien es un género musical del norte de nuestro país, cabe señalar que se trata de un elemento escencial en los ritos y festividades de las comunidades andinas. Proviene de los cantos de los pueblos originarios de nuestro territorio, lejos de los canones estéticos occidentales.
Solo se necesitan la caja y la voz para cantar en soledad o en rondas y representa un espacio de liberación para la mujer ya que se trata de un género en el que ella tiene mucho protagonismo, pueden abolirse allí las desigualdades de la vida patriarcal. La artista tucumana Leda Valladares llevó a cabo una exhaustiva tarea de recopilación de cantos y memorias, siendo un referente indiscutido de esta expresión cultural.
«Coplas de baguala» (Leda Valladares)
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La zamba, el carnavalito y Mercedes Sosa
Surgida en el noroeste argentino, la zamba es un género que hoy suena y se baila en cada rincón del país. Al ritmo de sus melodías, se entrelazan los pañuelos y las miradas en un juego de seducción de a dos, donde las notas musicales encarnan una dialéctica del amor en la que sobran las palabras. Zamba era el término que se utilizaba para referirse a las mestizas durante la época de la Colonia y de allí el nombre para esta música que nació para conquistar.
“Zamba para no morir” es una canción del poeta, autor y compositor Hamlet Lima Quintana que, ciertamente, vivirá para siempre en la voz de la cantora Mercedes Sosa.
«Zamba para no morir» (Mercedes Sosa)
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El carnavalito es otro género proveniente del norte de nuestro país, que tiene realación con el huaino, un ritmo andino de los más antiguos, propio de las épocas de lluvia del altiplano y ligado a las celebraciones y ceremonias del imperio incaico. La guitarra de la cultura española y sus derivados americanos como el charango hicieron lo suyo en el proceso de mestizaje. Así nace una de sus variaciones, el carnavalito.
“Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, dice la frase que confirma el éxito de este género que a trascendido al mundo en la voz de nuestras talentos como es el caso del “Carnavalito del Duende”, por Mercedes Sosa.
La polca y Las hermanas Vera
Suenan las voces de las Hermanas Vera, guardianas de la tradición sonora de paisajes correntinos, misioneros, formoseños, una de las sonoridades que baña el litoral: la polca, en voces de estas mujeres que construyen nuestra cultura. Bonifacia “Boni” y Rafaela “Rafa”, las hermanitas de Caá Catí, Provincia de Corrientes.
«Mocoy Guiraí» (Las Hermanas Vera)
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La milonga surera y Suma Paz
Esta milonga no es la de los barrios porteños ni la de los compadritos: se trata de un género folclórico que proviene del campo y de la mano de la figura del gaucho: una presencia asociada a la exclusión social y la pobreza cuando, tras la segunda fundación de Buenos Aires y habiendo quedado afuera del reparto de tierras, se vio obligado a habitar las periferias.
Su música oscila entre la vida de campo y la incipiente ciudad. La milonga nace en espacios semiurbanos como lo era, por ejemplo, el barrio de Mataderos, como una evocación de la vida campestre y sus raíces y tradiciones rurales.
«Debí haber sido pampeana: tengo un sentimiento especial por esta tierra, que aprendí a querer desde muy pequeña», dijo alguna vez Suma Paz. La cantora, guitarrista y poeta fue una de los grandes referentes de la música nativa regional de la pampa. Basta escuchar la milonga de su autoría “Corazón de mujer” para comprobarlo.
«Corazón de mujer» (Suma Paz)
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El loncomeo y Aimé Painé
El loncomeo es un género perteneciente a la región patagónica de nuestro país y propio del pueblo tehuelche-mapuche. Se baila al ritmo del tambor llamado kultrún, y está relacionado con las ceremonias espirituales mapuches.
Aimé Painé fue la primera cantante mapuche en actuar con el atuendo tradicional, cantando en su lengua materna, en escenarios de todo el mundo, durante los años setenta y ochenta.