‘Hoy la música sinfónica se percibe como música popular’
Con la misión de celebrar la música cinematográfica y evocar sus huellas en la memoria colectiva, el compositor y director de orquesta Damián Mahler vuelve este domingo al estadio Luna Park con la tercera edición de «Back to the Orchestra», un repaso audiovisual de las bandas sonoras más icónicas de los 80 que confirma que «la orquesta sinfónica siempre es el punto de partida».
Anclada en esa época repleta de clásicos inolvidables de la pantalla grande, esta ocasión contará además con un homenaje especial a John Williams, el multipremiado autor que marcó de una manera única la historia del cine con su genio, impreso en un abanico de películas que van desde «Tiburón», «Superman» y la saga de «Star Wars» hasta «La lista de Schindler» y «Rescatando a soldado Ryan».
«Hay otros colosos, pero creo que lo clave es la capacidad de síntesis musical. No hay cosa más difícil de lograr que esa, que un color o que un semitono signifique una cosa, y Williams lo hace a través de su música. Cuando pensamos en dinosaurios pensamos en su música, o cuando vemos un tiburón o un gesto heroico», explica el hijo de Ángel Mahler sobre este tributo al «compositor de cine más importante de la historia».
Siete décadas en la industria, reconocible como pocos, y dueño de cinco premios Oscar, Williams es por mucho el máximo exponente del compendio de filmes que produjo la maquinaria de Hollywood en aquellos años, y que desde la ciencia ficción, la comedia o la aventura, echó raíces en la cultura pop en todo el mundo. Envueltos en ese espíritu, Mahler y su socio y creador del espectáculo, Javier Fernández, acercan al público de hoy todo ese repertorio, en el que también tienen lugar otros ineludibles como «Volver al futuro», «E.T., el extraterrestre», «Batman», «Flash Gordon» y más.
En un ejercicio casi dialéctico, la música y las escenas fundamentales de esas historias se fusionaron por obra del arte y del tiempo en una unidad indisociable, y en esta propuesta su sentido se intensifica con la presencia de más de 80 intérpretes en escena y el formato sinfónico de su sonido.
«Creo que no hay un medio más completo y más variado, y el cine, a menudo, necesita eso. Con una orquesta sinfónica podés atravesar todo lo que se te ocurra, todas las necesidades dramáticas que puedan aparecer. Cualquier otro tipo de formación tiene una serie de limitaciones expresivas, que a veces se utilizan, e incluso muchas veces todo se entremezcla, pero la orquesta sinfónica siempre es el punto de partida», asegura el compositor.
Mahler, que aunque recién promedia sus treintas ya cuenta con una gran y virtuosa experiencia a cargo de la batuta, conversó con esta agencia sobre el universo de la música cinematográfica de cara al inminente regreso de su «Back to the Orchestra».
-Damián, ¿por qué eligieron realizar este homenaje especial a John Williams?
-Hasta ahora venimos generando distintas propuestas en cada concierto, y este año decidimos hacer foco en su obra, porque atraviesa no sólo esa generación del cine sino la actual. Decidimos ponerlo en relevancia porque tal vez mucha de toda esta música que escuchamos y que damos por recontra conocida fue compuesta por la misma persona. A veces no sé si eso se conoce tanto, todo el mundo conoce «Jurassic Park» o «Superman», pero tal vez no sabe que es la misma persona la que compuso todo eso, lo cual le agrega un condimento que me parece excepcional alrededor suyo. Yo creo que logró que la música sinfónica se percibiera como música popular, de la misma forma que un track de cualquier banda de rock. Es una figura muy relevante, y son sus motivos, esas pequeñas células melódicas de dos o tres compases, o a veces menos, que lograron no solamente marcar una película, sino que además excedieron el ámbito de las mismas.
-También interpretaste bandas sonoras completas en vivo y sincronizadas, como con «E.T.» y «Jurassic Park». ¿Qué diferencias encontrás entre musicalizar una película entera y dirigir un conjunto de piezas?
-Ambas son un gran desafío, es un compromiso musical y energético muy grande con lo que hacemos, porque realmente es muy exigente para todos los que formamos parte. Los músicos están al límite de sus posibilidades, y si yo me distraigo una milésima de segundo por lo que sea, nos vamos todos al demonio. Como director, la diferencia tal vez radica en que con las bandas sonoras sincronizadas, estás cien por ciento pendiente de lo que sucede en la imagen. Nosotros somos los coordinadores y no nos podemos correr ni un segundo, porque si llegás tarde es un papelón.
Y lo que tiene tocar las piezas por separado es que cuando hacemos música en orquesta puede parecer que yo marco y que todo el mundo me sigue, pero no es tan así. Por supuesto yo llevo la iniciativa, pero la música la hacemos entre todos, yo propongo una cosa, los músicos van respondiendo, y construimos entre todos. Eso quiere decir que si los músicos respiran un poquitito más despacio, yo respiro con ellos, nos vamos siguiendo y acompañando. Además, tocar los fragmentos más lindos o relevantes de cada película tiene ese añadido de que estamos tocando los grandes éxitos de cada una y a la vez estamos brindándole al público una paleta enorme de colores, hay para todos los gustos. En definitiva a todos los que nos gusta la música de cine nos gusta más o menos lo mismo y compartimos esa pasión.
-¿Cómo percibís a ese público que se acerca a estos conciertos?
-Creo que una cosa muy linda que pasa en ambas propuestas es que la gente viene y disfruta muchísimo. Parece una tontería, pero es muy alegre lo que pasa, viene el padre con el hijo, el abuelo, la tía, se cruzan las generaciones, y estamos como celebrando todo esto, el estar escuchando esta música en vivo. Eso es un doble desafío, porque tenemos que estar a la altura y ser fieles al recuerdo auditivo que está en todo este público, y de esta música que fue grabada por las mejores orquestas del mundo.
«Back to the Orchestra – Jurassic Park»
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-¿Qué creés que le ofrece la música sinfónica al cine que no le pueden dar otros géneros?
-La orquesta sinfónica como la conocemos hoy es una construcción que lleva siglos de desarrollo, es el motivo por el cual creo que la música sinfónica nunca va a desaparecer, y la cantidad de caminos posibles que brinda no te la da ningún otro organismo. Obviamente existen compositores como Hans Zimmer, que incorporan elementos más electrónicos, pero que rara vez se escapa por completo del mundo sinfónico. Él ya tiene un lenguaje propio que es increíble, pero sigue siendo una ramificación. En un punto parece que la tecnología, lejos de ganarle, a veces se aleja. No hay manera de superar la potencia de lo que está pasando en el momento en el que 75 personas están tocando esta música, que está escrita con una pericia sobrenatural. Creo que en el corto plazo no hay inteligencia artificial que pueda reemplazarla, es realmente imposible.
-¿Pensás que este tipo de conciertos ayudan a resignificar la música cinematográfica en relación a la música sinfónica tradicional?
-Es un fenómeno que viene sucediendo a nivel mundial, que está empezando a ganar mucho espacio en las salas de concierto. Es una música tan valiosa y tan bien hecha que no tiene nada que envidiarle a grandes obras del pasado, a una sinfonía de Schumann, o a Stravinksy. Yo siento que todos estos compositores son los Stravinsky del momento, ¿no? Por supuesto que están fuertemente influenciados por el pasado, porque todos los compositores lo están, pero estos músicos realmente lograron un nivel de penetración en la cultura muy importante. Y el espacio que va ganando naturalmente es una muestra de eso, porque esta música es muy relevante para toda esta audiencia, que está dispuesta a comprar su entrada e ir a disfrutar, a recordar. Ese factor nostálgico es algo que nos atraviesa a todos, también a nosotros, y ese fue nuestro punto de partida.