Colón-Unión, todo en juego en el duelo de estilos de Pipo Gorosito y Kily González
A Colón y a Unión, que se enfrentarán el domingo en un nuevo capítulo del clásico de Santa Fe, los acecha por estos tiempos el mismo fantasma, el del descenso, pero en la común intención de escaparle está impreso el estilo de sus técnicos: pelota al ras del piso, propone Néstor «Pipo» Gorosito; intensidad hasta que duela, retruca Cristian «Kily» González.
La séptima fecha de la Copa de la Liga encuentra a «sabaleros» y «tatengues» en igual posición en la tabla general, apenas un escalón por encima del abismo, por lo que los puntos que se pondrán en disputa en el estadio Brigadier López valen desde lo numérico y subordinan todo lo demás.
«A mí me gusta jugar bien a la pelota», dice Gorosito, en una definición bastante certera de algunos pasajes de este momento de Colón. «La actitud no se negocia», es la premisa de González y, también, una acertada forma de caracterizar a su Unión.
Por eso, cuando Facundo Tello dé inicio a las acciones, justo a las 16.30 del domingo, se pondrá en marcha una historia destinada a engrosar los recuerdos de los hinchas de uno y otro lado, pero también un espectáculo apto para neutrales, los que pueden analizar un juego que nos les cambiará el humor de la semana.
Colón inició el semestre partiendo desde atrás, con un lastre estadístico que no miente: si cosechó poco en los anteriores torneos fue porque no hizo gran cosa para estar mejor, algo así como lo que postulaba Ángel Labruna al decir que «la verdad está en el verde césped».
De ahí que era fundamental acertar en el mercado de pases para traer lo que faltaba y potenciar lo que había, con un desembarco fundamental: Rubén Botta, que, además de mostrar su calidad, es uno de esos futbolistas que contagia al resto cuando se enciende.
Con Botta inspirado, Colón juega bien a la pelota, y Gorosito desde el banco descansa en ese liderazgo que dentro de la cancha le da algo que se parece bastante a lo que él pregona.
Otros aciertos fueron las llegadas de Damián Batallini, que hace honor a su apellido en cada pelota, y de Fabio Álvarez, otro que cuando juega bien, juega bien en serio.
En esos nombres Colón basa sus mejores expectativas, también en el recuperado Tomás Galván, y sin dejar de lado a Ramón «Wanchope» Ábila, uno de los raros ejemplos del delantero que sabe todo dentro del área y que en su caso solo precisa estar en el lugar indicado para hacerse sentir.
Esa identidad, con esos intérpretes, es lo que ofrece Colón para escapar del fondo y también para pelear arriba, con un viejo zorro como Gorosito que va camino a lograr lo que siempre termina logrando: que sus equipos se parezcan aunque sea un poco a lo que él mostraba cuando jugaba en San Lorenzo o en la Católica.
Enfrente estará el Unión de Kily González, un técnico de otra generación que, pese a la diferencia de recorrido, ya ha mostrado que sus equipos comparten algunas de las características que le permitieron hacerse de un nombre de peso en el fútbol de los años 90 y de la primera década del siglo.
González dispone de un plantel joven, que llamativamente ha venido siendo desarmado en cada libro de pases, pero que trata de hacer de la necesidad una virtud.
Entonces, a la base de jugadores jóvenes pero con un centenar de partidos encima como Federico Vera, Mauro Luna Diale, Kevin Zenón o Franco Calderón, le suma la vitalidad y las ganas de juveniles que sobre la marcha han tenido la posibilidad de mostrar sus condiciones.
Es el caso de Nicolás Paz, Joaquín Mosqueira y especialmente de Jerónimo Domina, que a sus 17 años es uno de los recurrentes puntos altos del equipo en base a dinámica, explosión y voluntad para buscar el arco de enfrente.
Si Kily González garantizaba como jugador el máximo esfuerzo, su equipo se le parece bastante, al punto que el principal elogio para sus dirigidos siempre es que «se vaciaron» dentro del campo de juego.
En todo caso, para que la analogía entre el jugador que fue y el equipo que dirige sea más fiel, le falta que los futbolistas que orienta desplieguen algo del talento que él tenía en la zurda y que lo llevó a ser uno de los mejores de su tiempo.
Para jugar contra Colón de visitante, el técnico rosarino tiene una receta lista para usar y que, por pedazos de partidos, le ha dado resultado: una defensa de cinco, con Vera y Zenón por los costados, transformándose con sus subidas en lo más peligroso del equipo, al menos desde lo táctico.
Luego, hay un nombre clave, el de Luna Diale, que cuando consigue espacios en el mediocampo es lo más parecido que tiene Unión a un conductor, y en él descansan -junto a lo que aportan Zenón y Vera- los sueños goleadores de Domina y el «Toro» Gonzalo Morales.