Christian Petzold nació en Haan, un pequeño municipio ubicado cerca de la ciudad de Dusseldorf y de la frontera con Bélgica y Países Bajos. El pasado 14 de septiembre cumplió 63 años, pero en 1981, siendo apenas un veinteañero, se radicó en la capital alemana, donde estudió teatro y filología en la Universidad Libre de Berlín y luego se formó en la DFFB, una prestigiosa escuela de cine de la que egresaron también desde Angela Schanelec hasta Emily Atef, pasando por Thomas Arslan.
Y como Berliner Schule (Escuela Berlinesa) se conoce al movimiento artístico más importante del cine alemán de este siglo (y probablemente el más notable desde que el Nuevo Cine Alemán irrumpiera en la década de 1960 con autores como Volker Schlöndorff, Rainer Werner Fassbinder, Werner Herzog, Alexander Kluge y Wim Wenders), ya que junto a Petzold, Schanelec, Atef y Arslan cabe mencionar dentro de este movimiento a otros talentosos y provocadores realizadores independientes como Dominik Graf, Christoph Hochhäusler, Benjamin Heisenberg, Henner Winkler, Ulrich Köhler, Matthias Luthardt, Valeska Grisebach y Maren Ade.
Pero, más allá de ser uno de los exponentes más emblemáticos y talentosos de la Escuela de Berlín, Petzold -que de joven pasó muchos años haciendo cortos, documentales y películas para televisión antes de incursionar en el cine- ha sido el que más premios recibió (es un favorito de, claro, la Berlinale, donde presentó “Wolfsburg”, “Fantasmas”, “Yella”, “Bárbara”, “Transit”, “Undine” y “Cielo rojo”) y el que más logró mostrar sus películas -que van desde el film noir y el melodrama con historias de época hasta fantasmagóricos relatos y modernas fábulas contemporáneas- fuera de las fronteras alemanas.
De hecho, su filmografía se ha visto no solo en ámbitos cinéfilos como el BAFICI o en ciclos del Instituto Goethe en la Sala Lugones sino que varios de sus títulos se han estrenado también en salas comerciales de la Argentina, como “Triángulo” (2008), “Bárbara” (2012), “Ave Fénix” (2014), “Transit” (2018) y “Undine” (2020). El mismo destino ha tenido, por suerte, “Cielo rojo”, film que le valió en febrero último el Gran Premio del Jurado (segundo en importancia después del Oso de Oro) en la Berlinale y que desde esta semana se proyecta en 12 complejos de nuestro país.
Tragicomedia que mixtura enredos amorosos en un balneario, miserias del mundillo literario e incendios forestales, “Cielo rojo” es la tercera película que Petzold hace con Paula Beer como protagonista luego de “Transit” y “Undine”. Y no es un dato menor, ya que todas las historias del director (en varios casos coescritas con su mentor Harun Farocki) giran en torno a un magnético personaje femenino. Durante muchos años esa fuerza gravitacional fue la extraordinaria Nina Hoss ,quien interpretó a mujeres misteriosas, enigmáticas, “fatales”, pero luego de “Ave Fénix” se produjo una suerte de divorcio artístico que Petzold parece haber resuelto en la última década con la aparición de Beer.
Una historia en el Báltico
En el inicio de “Cielo rojo” Leon (Thomas Schubert, extraordinario como un escritor siempre con mala onda) y Felix (Langston Uibel) viajan a una casa en el Báltico para pasar unas vacaciones veraniegas en medio del bosque y cerca de la playa (hay unos cuantos elementos que remiten a las comedias del francés Eric Rohmer). La cosa empieza complicada porque justo antes de llegar se les rompe el auto y cuando encuentran la casa descubren que está habitada por Nadja (Paula Beer), una conocida de la madre de Felix.
La convivencia en principio es forzada (Nadja suele ser sexualmente muy activa por las noches) y pronto se sumará al grupo Devid (Enno Trebs), un fornido guardavidas; y más tarde lo hará Helmut (Matthias Brandt), supervisor de la editorial en la que publica Leon. Es que Leon es un escritor que está a punto de terminar su segunda novela (la primera fue un éxito, pero esta no convence a nadie) y Helmut llega para ver qué hacer con el texto. Fascinante, seductora, enigmática, desconcertante y embriagadora a la vez, “Cielo rojo” está llena de grandes momentos, de climas, de atmósferas y de conflictos que nos transportan a los más disímiles estados de ánimo.
Más allá de la oportunidad única de ver en estos días una película como “Cielo rojo” en pantalla grande (la fotografía de Hans Fromm es deslumbrante), para quienes quieran recuperar algunas películas de la filmografía de Petzold, el servicio de streaming MUBI tiene actualmente en su catálogo títulos como “Bárbara”, “Ave Fénix”(Phoenix) y “Ondina: Un amor para siempre” (“Undine”). Tres largometrajes clave de la etapa más reciente de un director insoslayable del cine alemán, europeo y mundial.