Hildur Gudnadóttir hace lo suyo en ‘Cacería en Venecia’
La chelista y compositora islandesa Hildur Gudnadóttir, ganadora del Oscar por su memorable trabajo en «Guasón», es la encargada de ambientar con su estilo musical inquietante y sutil la trama de «Cacería en Venecia», la nueva entrega de las adaptaciones fílmicas de las novelas de Agatha Christie dirigidas y protagonizadas por Kenneth Branagh, que estrenará este jueves en salas locales.
«Es probablemente la banda sonora más clásica que haya hecho hasta ahora, pero espero que de todos modos suene a mí», lanzó con simpatía la artista, en diálogo con Télam y respecto de su incursión en este proyecto que adapta con algunas libertades la novela «Las manzanas», de la escritora británica, quizás la principal exponente del género policial literario.
Con sus glissandos, afinaciones graves, disrupciones y efectos de sonido, la música de «Cacería en Venecia» definitivamente sí suena a ella. La participación de Gudnadóttir, también premiada con un Emmy y un Grammy por la aclamada miniserie «Chernobyl», fue en ese sentido uno de los aciertos de la producción, que toma el clásico formato quién-es-el-asesino para agregarle una capa sobrenatural en un escenario sombrío y hasta aterrador de posguerra.
Se trata de un giro creativo para el propio Kenneth Branagh, que se embarcó bajo el sello de Disney en estas adaptaciones de la obra de Christie centrada en el personaje del detective Hércules Poirot, primero en 2017 con «Asesinato en el expreso de Oriente», y cinco años después con «Muerte en el Nilo».
Siempre acompañado en esta saga por elencos repletos de figuras y caras conocidas del rubro, el realizador se alejó un poco de las adaptaciones fieles de los libros que venía mostrando y optó en esta ocasión por darle un vuelo de ambientación al material original, con un Poirot cansado, retirado y en un exilio autoimpuesto, pero que vuelve al ruedo casi inesperadamente.
Así, la historia de la película se dispara la noche de Halloween en la ciudad italiana de Venecia, pocos años después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Ariadne Oliver (Tina Fey), una escritora de novelas de misterio y vieja amiga del protagonista, se le acerca para pedirle que la acompañe a una sesión de espiritismo guiada por la vidente Joyce Reynolds (Michelle Yeoh) en una vieja casona y que la ayude a demostrar que se trata de una farsa.
A regañadientes pero completamente intrigado, el detective decide aceptar la invitación al palacete donde vive la cantante de ópera Rowena Drake (Kelly Reilly), quien se encuentra todavía luchando por superar el dolor que le causó la misteriosa y trágica muerte de su hija, Alicia.
La receta perfecta para la puesta en marcha del trabajo deductivo se completa con la presencia de un heterogéneo grupo de invitados y empleados del lugar, entre los que se encuentran el doctor Leslie Ferrier (Jamie Dornan), su hijo Leopold (Jude Hill), Olga Seminoff (Camille Cottin), la ama de llaves; Nicholas y Desdémona Holland (Ali Khan y Emma Laird), los asistentes de la vidente; Vitale Portfoglio (Richard Scamarcio), el guardaespaldas de Poirot; y Maxime Gerard (Kyle Allen), el exprometido de Alicia.
Durante la tormentosa velada uno de ellos es brutalmente asesinado, lo que pone bajo sospecha a todos los demás personajes y da el pie perfecto al investigador para retornar aunque sea por esa noche a lo que mejor sabe hacer, aunque no espera terminar envuelto en una bienvenida trama que por momentos supera la lógica y la evidencia para evitar caer en la repetición y coquetear con lo siniestro y lo casi inexplicable.
De cara a su estreno en cines, Gudnadóttir, que además viene de crear las bandas sonoras de recientes y reconocidos filmes como «Tár» y «Ellas hablan» -ambos nominados por la Academia de Hollywood- conversó con esta agencia sobre su profesión y sobre su paso por «Cacería en Venecia», que cuenta con guion de Michael Green.
– «Cacería en Venecia» es un género narrativo diferente al que solés trabajar. ¿Eso era algo de lo que te atrajo a la hora de sumarte al proyecto?
– Era importante para mí, porque con esta banda sonora quería sentar el tono de la época, que además es una época muy interesante para mí en la historia de la música. Creo que conecta muy bien con lo que está pasando en esos años, alrededor de las guerras, cómo el mundo estaba siendo reconstruido, y lo que está pasando en la música clásica, con el abandono de la melodía y la ruptura de las estructuras clásicas. Los compositores se estaban preguntando qué es la música, cómo tocar los instrumentos, sobre la orquestación, estaban sacudiendo todo, y quería mirar eso a través de la música misma.
– A partir de ese lugar, ¿cómo encaraste este proceso de composición en particular?
– El modo en que trabajé fue a través de las orquestaciones clásicas prominentes de esos tiempos, las más vanguardistas y experimentales, y uní eso con la utilización de la melodía, para entender cómo la gente cambia con el curso del mundo a nivel emocional. Esa es una de las grandes preguntas que afectan a Poirot: quién era antes y durante las guerras, y en quién se va a transformar en este mundo que está reconstruyéndose.
– En general, ¿ese es tu proceso creativo? ¿Desde qué lugar partís para ir dando forma a la música?
– Mi punto de partida en todo proyecto es entender cuál es el mundo musical, cuál es la instrumentación de ese mundo, y qué rol tiene la música en la historia. Creo que en las bandas sonoras la música puede jugar roles muy diferentes, puede ser protagonista o estar detrás, apoyando la historia o acechando, manipulando. Hay muchas cosas diferentes que podés referenciar y decir con la música a las que no podés acceder con las palabras o la imagen para generar esa conexión emotiva.
– ¿Qué es lo que más te gusta de trabajar en la composición cinematográfica?
– Me encanta poder explorar diferentes facetas de la narrativa, acceder a diferentes maneras de pensar, porque a veces realmente tenés que salir de tu zona de confort para estar al servicio de la historia en la que estás trabajando para una película. Para mí esa es la parte más divertida de trabajar en cine, porque te empuja hacia direcciones a las que quizás nunca hubieras ido si estabas sola y componiendo en una habitación.