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‘Estados Unidos empezó a preparar el golpe en Chile apenas ganó Allende’

Taiana: “Estado Unidos empezó a preparar el golpe en Chile apenas ganó Allende”

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Al cumplirse 50 años del golpe de Estado en Chile, para el ministro de Defensa argentino y experto en política internacional Jorge Taiana, el derrocamiento del presidente socialista Salvador Allende abrió paso a un nuevo ciclo histórico en la región «en el que se impuso en prácticamente toda América Latina la estrategia de la Seguridad nacional que desarrollaron los Estados Unidos y que de alguna manera apareció como contrapartida a la derrota de Vietnam».

Taiana señala que el golpe del general Augusto Pinochet, que fue «auspiciado, empujado y financiado por la CIA», quebró el proceso «en ascenso» de los gobiernos y movimientos progresistas y populares en la región «y esa confianza que había en que se podía construir un mundo mejor comienza a ceder».

Foto: Pepe Mateos

– Télam: ¿En qué contexto mundial, y en particular cómo era la situación política en Latinoamérica, cuando se dio este golpe contra Allende?

– Jorge Taiana: En un mundo que, en realidad, resultó después contradictorio. Se dio sobre el fin de una etapa y sobre el comienzo de otra, solo que en ese momento no se lo veía. El fin de una etapa de expansión económica, de la «edad dorada» de la posguerra, y se dio en el mismo año que después fue la guerra de Yom Kippur (NdR: conflicto entre una coalición de países árabes liderados por Egipto y Siria contra Israel, que sucedió entre el 6 al 25 de octubre de 1973), que fue donde se multiplica por cuatro el precio del petróleo y por lo tanto el desarrollo que habían tenido tan grande, los países del norte, sobre todo, dejó de ser barato y con energía barata.

El golpe se dio en un momento en donde continuaba lo que se denominaba el auge de los gobiernos populares independentistas, nacionalistas, socialistas. Estaba culminando la guerra de Vietnam, que había sido el gran hecho político de esa década anterior, en donde el régimen vietnamita lograba derrotar a los Estados Unidos y a sus aliados. En los Estados Unidos estaba el gobierno de Richard Nixon, que poco después terminó muy mal, echado por andar espiando a los opositores.

Foto Pepe Mateos
Foto: Pepe Mateos

Y en América Latina se vivía una ola de movilización popular, de crecimiento de las izquierdas, de fortalecimiento de los sindicatos, y eso parecía un proceso que avanzaba. Había un golpe militar desde el ’64 en Brasil, el país más importante de la región. En México, el PRI todavía tenía mucho por delante y se reivindicaba como muy internacionalista y que tenía un valor por el Estado y por lo social y de solidaridad con los países de la región. Cuba permanecía independiente y desafiando el bloqueo y generando con ello mucha solidaridad en la región. La solidaridad del pequeño contra el grande. Eso fue lo que impresionaba. Después hay otro tiempo y eso baja, cae.

– T: ¿Y en Argentina?

– JT: En el ’70, acá teníamos una dictadura, pero con mucha lucha social, con el Cordobazo, con la creación de gremios, Sitrac-Sitram (NdR: siglas de dos sindicatos vinculados a la actividad automotriz, surgidos en la ciudad de Córdoba en los ’60), con huelgas, con la CGT de los argentinos, con la aparición de resistencias armadas a las dictaduras.

Foto Pepe Mateos
Foto: Pepe Mateos

En Chile se daba un hecho excepcional con el triunfo de un candidato socialista apoyado por el resto de la izquierda, nada menos que Salvador Allende, un dirigente histórico que tres veces había intentado la presidencia y no había llegado. Y entonces se da una opción del cambio de régimen por vías democráticas y pacíficas, que era el planteo básico de Allende, una especie de contraposición al modelo revolucionario cubano. Y de hecho Fidel Castro va y lo avala porque pasa un tiempo en Chile, de alguna manera diciendo «bueno, este es un camino». Ese camino lo inicia Allende con un 33 por ciento de los votos.

– T: Allende se impuso por 39.000 votos

– JT: Si, por muy poco. Eso fue el 4 de septiembre del ’70. Pero hacia el ’73 había mejorado. En las elecciones, la Alianza de Izquierda llegó a sacar el 40 por ciento, pero sí con un mayor grado de conflictividad interna. Sobre todo, con el gremio de los camioneros, en una gran huelga del ’72. Mucha desestabilización, un intento fallido de golpe. Y al mismo tiempo empiezan los caceroleos que se originaron en protesta contra la cuestión del desabastecimiento, la falta de productos en Chile bajo el régimen de Allende.

En ese escenario, en Argentina habíamos tenido un éxito extraordinario con el retorno del peronismo luego de 18 años de proscripción, de fusilamientos, de cárcel, de masacres, de bombardeos. El peronismo había vuelto. En ese momento, en septiembre, se estaban por hacer las elecciones que iban a coronar a Perón, días después, con más del 60 por ciento de los votos. Estábamos en ascenso, muy contentos. Sentíamos que en Chile teníamos un ejemplo y un aliado. Sentíamos evolucionar hacia procesos con mucho más contenido de justicia social, de reparto de la riqueza, de fortalecimiento del Estado y de ayuda a los más humildes y de control de los grandes monopolios privados que en general manejan la economía.

Foto Pepe Mateos
Foto: Pepe Mateos

– T: Allende tuvo una fuerte política de control sobre los monopolios.

– JT: En eso tuvo una política fuerte y avanzó. Todo ese mundo era aparentemente posible y de repente se produce -o no tan de repente- el golpe. Y el golpe en realidad está iniciando un ciclo inverso. Ya no ese ciclo de auge que veíamos con algunos traspiés. Surge «el Pinochetazo», que es el nombre que modificó otro para referirse a eso que hizo Pinochet, hasta entonces se utilizaba el término «Yakartazo», por el golpe que Suharto le hizo al padre de la Independencia de Indonesia, Sukarno, que fue con un millón de muertos. Cuando Pinochet hizo el golpe, primero los diarios hablaban de «se está produciendo un nuevo Yakartazo». O sea, una gran matanza de opositores a través de la ilegalidad más absoluta. Acuérdense que en Chile fusilaron en el Estadio Nacional.

Se da una inversión del proceso. Y si uno mira ahí, en realidad, comenzó un ciclo distinto en donde lo que se va a imponer en prácticamente toda América Latina fue la Doctrina de la Seguridad Nacional que desarrollan los Estados Unidos y que de alguna manera aparece como contrapartida a la derrota de Vietnam.

El golpe contra Allende fue -lo han mostrado todos los archivos- auspiciado, empujado y financiado por la CIA. Y no solo el golpe. Está claro en los archivos clasificados de Estados Unidos que la CIA y el gobierno de ese país empezó a preparar el golpe apenas ganó Allende. Toda la estrategia de crear el clima del golpe, que después desarrollaron mucho, lo vivimos también en la Argentina y se vivió en varios países.

Foto Pepe Mateos
Foto: Pepe Mateos

– T: Hay una figura que no se puede disociar del proceso chileno, que es la de Henry Kissinger.

– JT: El ideólogo de todo eso fue indudablemente Kissinger. Para garantizar la retaguardia, la «backyard», como la llaman, que viene a ser el patio de atrás. Y a veces esa palabra sigue reapareciendo en el presente. O sea que el golpe de Chile se da en un momento muy clave, muy de cambio de etapa. Ese ascenso y esa confianza que había en que se podía construir un mundo mejor comienza a ceder.

– T: Esta entrevista comenzó analizando el contexto en que se dio el golpe. Pero 50 años después, a ese golpe doloroso que sigue causando tanto dolor en el pueblo chileno y en la región, ¿cómo se lo analiza desde el presente con expresiones de extrema derecha y negacionismo?

– JT: Desde este contexto lo que hay que recordar es que nuestras sociedades en la región en general tienen una deuda con su población, con su pueblo, referida a la lucha contra la desigualdad, a las posibilidades de desarrollo de todos, al fortalecimiento de lo que conocemos como justicia social. Y que eso requiere un cierto Estado orientador, que eso no se va a dar simplemente porque dejemos todo a la buena de Dios y cada uno haga más o menos lo que se le ocurre. Eso, en general, cualquiera que mire la historia sabe que no lleva a un buen destino. Lleva al fraccionamiento, a la ley de la selva. Cuando se habla de que no tiene que haber Estado prácticamente, siempre recuerdo una experiencia que conozco bastante bien, que es Somalia. Somalia no tiene Estado hace 30 años. Bueno, vean que lo que está pasando en Somalia hoy.

Foto Pepe Mateos
Foto: Pepe Mateos

Ahora, tener Estado quiere decir tener un Estado preparado para este Siglo XXI, que dé respuestas, porque si no genera más frustración. Porque una de las características de la globalización y de este desarrollo tecnológico fenomenal, es el crecimiento de la desigualdad.

Entonces, la verdad que tenemos que contraponer a ese crecimiento de la desigualdad, que creo que es el que lleva a la frustración y al crecimiento de expresiones no tradicionales, heterodoxas o raras, por decir algún nombre, de la derecha. Y eso pasa en casi todas partes del mundo. Está estancado Europa y pasa en Europa. En Estados Unidos hace años que no crece el salario real y miren los fenómenos que tiene. Acaban de condenar a 17 años a alguno de los muchachos que tomaron el Capitolio. O sea que me parece que la eficacia del sistema político se mide a través de los resultados.

Y ese resultado que en la concepción democrática del sistema de partidos y las elecciones garantiza libertades cívicas y políticas, tiene que estar acompañado de progreso social que garantice un bienestar y que esa libertad no sea la libertad para morirse de hambre.

Fuente: Telam

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