Actividades especiales, invitados, películas hechas en realidad virtual y, sobre todo, filmes nacionales y europeos bañan de cine las costas de Paraná, capital entrerriana que aloja la quinta edición del Festival Internacional de Cine de la provincia (Ficer), que comenzó este miércoles y continúa hasta el sábado a la noche.
El jueves, cuando arribaron la mayoría de los invitados y la prensa nacional, amaneció con algunos nubarrones y lloviznas que se fueron despejando a lo largo del día para que el público, nutrido en su mayoría de veinteañeros, comenzara a acercarse a la ribera paranaense para disfrutar de las películas que le dieron color a esta segunda jornada del festival en el moderno Centro de Convenciones, de grandes ventanales al río.
Uno de los aciertos de la programación fue la de ubicar a los cortos entrerrianos antes de las funciones de largometrajes para que, de esta forma, la audiencia pudiera apreciar un formato que por lo general reúne menos espectadores. Los aplausos, para este apartado, se lo llevaron «Mi vocación», de una exultante María Laura Moyano presente en la sala con una troupe de amigos y familiares, y el atrapante «¿Quién es Keili Palacios?», de Diana Solari Brandolín, con un relato en primera persona de la travesti que da nombre al filme, apoyado en un entrecortado montaje y fotografías de archivo.
El primero de los cortos sirvió de plato principal para la italiana «Gigi, la legge» («Gigi, la ley»), de Alessandro Comodín. La película italiana ya había sido vista en la Argentina en la sección Vanguardia y Género del Bafici, además de haber obtenido el premio del jurado del Festival de Locarno.
Este relato costumbrista sobre un policía de pueblo en el centro de Italia muestra la necesidad del hombre por encontrar sentido a la vida. Ante la falta de acción y de intervenciones en su oficio, Gigi quiere investigar un suicidio (uno más en el pueblo) como si no lo fuera. En el medio de ello, cómicos diálogos, a lo que el cine italiano nos tiene acostumbrados, endulzan una trama que no atrapó en demasía al público.
En contraste, a las 22 se presentó la hilarante «Arturo a los 30», dirigida y fantásticamente protagonizada por Martín Shanly. Esta película arrebató las risas de un auditorio que no se despegó de sus sillas hasta el momento de los títulos. En concreto, la cinta que tuvo pasos por Berlín y Bafici, cuenta la crisis de los 30 de un joven abandonado por su novio, sin ganas de trabajar y que acarrea una tragedia familiar de la que todavía no le cae la ficha.
Entre función y función, público e invitados aprovechan para, abrigados por la caída de la temperatura, hacerse de algún tentempié en el patio con carros de comidas que une el Centro de Convenciones y la Usina, otra de las sedes del Ficer.
Además, se presentó a «We Met in Virtual Reality», el primer documental filmado completamente en realidad virtual (VR) y la primera producción del joven director británico Joe Hunting, que atrapa tanto a los que incursionan en este formato como a quienes terminaron impactados luego de una hora y media.
El documental lleva de la mano al espectador adentro del VRChat, un espacio virtual donde miles de personas socializan y se relacionan sin salir de sus casas.
También explora sus amistades, amores y vocaciones virtuales, mientras los propios protagonistas explican por qué depositan parte de su vida en este mundo idílico, y casi cien por ciento diseñado por ellos mismos.
Muchos ingresaron al universo para escapar de adicciones, sobrepasar duelos, e incluso darle otra oportunidad a sus vidas reales; pero con el paso del tiempo, VRChat se convirtió en «el lugar para ser».
El filme cuenta que, siempre en el plano virtual, un chico de Miami se casó con una chica de Europa, viajó a «conocerla» y hasta tuvieron su luna de miel; que una joven sorda creó una escuela con cinco lenguajes de señas para aprender; y otra maneja su propio club nocturno.
Además, sus relaciones no tienen «las limitaciones físicas de la realidad», lo que abre un abanico interminable de libertades y expresiones de todo tipo, sin saber si la persona que está detrás de cada avatar (que puede verse como un perro, una salchicha, un gnomo o lo que uno quiera) se muestra como verdaderamente es.
Si bien aún faltan detalles, ya que varias escenas presentan retrasos y muchas veces se sufren «clipping» -sobreposición de avatares-, el documental abre la posibilidad de que la realidad virtual se instale como una categoría audiovisual. El público, que llenó en buena parte la sala de la Usina, se retiró de la función con una sensación de incomodidad ante la rareza de la obra de Hunting.
Más temprano había sido el momento de ver «Juan, como si nada hubiera sucedido», documental de Carlos Echeverría sobre la desaparición de Juan Marcos Herman y que, tras años de censura, sirvió como parte de prueba en el juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención El Club Atlético.
La agenda de este viernes, en tanto, presentaba tres funciones de cortometrajes para niños y en la Sala Planta Baja CPC a la mesa «Aquí se construye: cinematecas y archivos provinciales», con diálogo y reflexiones sobre el trabajo que se está llevando adelante en la preservación del acervo audiovisual en Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Misiones, Santa Fe, Neuquén y La Rioja.