Melingo, cuerpo y alma de un trotamundos musical que enlaza generaciones
Acompañado por un batallón de invitados que representaron distintas generaciones musicales, Daniel Melingo literalmente le puso en la noche del pasado miércoles el cuerpo y el alma al «3er. Encuentro Maximalista» en el porteño Niceto Club, un espectáculo en el que recorrió una trayectoria artística de más de 40 años caracterizada por abrevar en diversos estilos musicales hermanados por su peculiar impronta.
Con su histrionismo como uno de sus principales recursos, el artista se paseó por un repertorio que tuvo en sus extremos algunas de las piezas menos revisitadas de Los Twist y muchos de los más grandes éxitos de la recordada banda; con escalas en su paso por Los Abuelos de la Nada, su experiencia europea con Lions in Love y su etapa solista en la que dio nueva vida al tango.
Pero ese conglomerado conformado por el pop, el rockabilly, el reggae, el tango, el rock duro y la chanson francesa, entre otros, fue abordado desde un espíritu performático que trasladó al público de manera imaginaria a las míticas noches de los `80 en el Parakultural.
Para ello, Melingo no se limitó a llevar al extremo la expresividad de su rasposa voz, sino que también se encargó de actuar cada una de las canciones en sus interpretaciones; además de contar con la complicidad de Fernando Noy y Katja Alemann, quienes protagonizaron dos momentos que alimentaron el carácter teatral del encuentro.
El ex Los Twist y Los Abuelos de la Nada no tuvo problemas además en correrse por momentos del centro de la escena para que los invitados tuvieran sus momentos de esplendor, como sucedió en las intervenciones de Richard Coleman, Nilo Crook -hijo del inolvidable Willy- y Félix Melingo Torre -su propio hijo-.
De la misma manera, dejó espacio para el lucimiento del resto de las figuras invitadas, una larga lista que incluyó a Isabel de Sebastián, Carca, Cachorro López, Baltasar Comotto, Maxi Prietto, Hugo Lobo, Michelle Bliman, Sol Bassa y Patán Vidal; quienes se sumaron a la banda base conformada por Fernando Samalea en la batería, Muhammad Habbibi Guerra en guitarra y Ahmed Isa Ravioli en bajo; y las percusiones de Pipe Correa y Matías Silva Barceló.
Una presentación con invitados
La velada, que se extendió por poco más de dos horas, inició con un recitado de Noy, el principal guiño que evocó al Parakultural, quien hizo participar al público al momento de convocar al protagonista al escenario.
Con la irrupción en escena de Melingo, el concierto se puso en marcha con «La balada de Tony y Douglas», tema de «La máquina del tiempo», el casi inexplorado tercer disco de Los Twist, en acaso el único momento en solitario con el trío de guitarra, bajo y batería. La intencionalidad juguetona del show mostró sus primeras cartas cuando sobre el final de la canción, hubo un pequeño crossover con «Tontos», de La Pesada del Rock and Roll.
A partir de allí, comenzó el desfile de invitados con una presencia casi protagónica de Hugo Lobo y, fundamentalmente, de Michelle Bliman, quien ofició de principal ladera de Melingo en coros y saxo.
Tras una pequeña escala en Lions in Love con «Pulseras», la primera batería de canciones hizo pie en el mencionado álbum de Los Twist a través de «Viéndolo», «El grito divino» y «Reptilicus». En estos dos últimos, Maxi Prietto y Sol Bassa aportaron respectivamente incendiarios solos de guitarra plagados de distorsión.
Con Patán Vidal, la trompeta con sordina de Hugo Lobo y el uso de escobillas de Samalea, el ambiente se tornó jazzy con «Juan Salvo, el Eternauta», que sirvió además para bajar un poco los decibeles.
Todos estos invitados especiales se mantuvieron en el escenario para acompañar a Nilo Crook, quien, sin necesidad de explicitarlo, trajo el recuerdo de su entrañable padre, al hacerse cargo de un sensual soul primero, y luego para sumarse a la interpretación de Melingo de «Maldito policía», en clave funky y con scat incluido sobre el final.
Así como Noy al principio evocó las noches del Parakultural, Katja Alemann remitió a las memorables veladas de cemento cuando realizó lo que dio en llamar «un conjuro de la conciencia». Como una diosa hindú, hizo una danza sobre un ritmo tribal interpretado desde la batería por Samalea, tocó el handpan y luego comandó un ritual en el que instó a liberar los malos pensamientos y crear «un gobierno de la inteligencia, una sofocracia».
La música continuó en un plan más reposado, pero no por ello menos intenso, con «Sin luna» junto a Maxi Prietto, «Alegría de vivir» con Félix Melingo Torre y una preciosa versión de «Corazón y hueso» junto a una brillante Isabel de Sebastián.
El reggae llegó de la mano de «Viejo sol» junto a Michelle Bliman para luego dar lugar a uno de los momentos en los que Melingo puso en escena todo su repertorio gestual y llevó al paroxismo su histrionismo con «Narigón». Recostado boca abajo en el suelo, jadeando, haciendo uso de efectos de eco en la voz -tal vez un guiño velado a Luca Prodan-, actuando la letra y haciendo partícipe al público, el intérprete narró las andanzas del personaje central de la canción y su abuso de las sustancias tóxicas.
Acto seguido, los pesados riff de guitarra ocuparon el rol protagónico cuando Richard Coleman se apoderó del show a bordo de una soberbia versión de «Are You Fish», de Lions in Love; que continuó con un homenaje a Pappo a cargo de Carca y Melingo con «¿Adonde está la libertad?». Allí el ex Los Twist tocó la guitarra, en el único momento del show en el que se hizo cargo de un instrumento.
«No paramos de subir. No sé cómo vamos a bajar», ironizó el artista, antes de volver a quedar solo con el trío base para encarar «Linyera», su tema insignia de los últimos años, al que mezcló con pasajes de «De nada sirve» de Moris y «Balada para un loco» de Ástor Piazzolla y Horacio Ferrer.
Tras un remanso musical con «Anda», junto a su hijo Félix, anunció que venía «el plato fuerte de la noche». Se trató del momento del recuerdo de Los Abuelos de la Nada, con Cachorro López de invitado en el bajo para «Chalamán», en donde el menor de los Melingo se hizo cargo de la voz.
Si el inicio del «Encuentro Maximalista» había sido con las páginas menos revisitadas de Los Twist, para el final quedaron algunos de los grandes éxitos que fueron parte de «La dicha en movimiento», el disco que hace 40 años partió las aguas del rock argentino.
Secundado por Michelle Bliman en voz y saxo, además de la trompeta de Hugo Lobo y la guitarra de Sol Bassa, Melingo arremetió con «S.O.S. Sos una rica banana» y «Jugando Hulla-Hulla».
Para el broche final quedó «la frutilla del postre», como él mismo definió, con Baltasar Comotto sacándole chispas a su guitarra en «El primero te lo regalan, el segundo te la venden».
Con la promesa de una cuarta parte de esta saga para diciembre, Melingo y todos los invitados ofrecieron el saludo final. La imagen de tantas figuras sobre el escenario en el reducto de Palermo redondeó la idea que el grandilocuente título de «Encuentro Maximalista» estuvo más que justificado.