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por qué puede ser la última devaluación sectorial

Desde el primer «dólar soja» en septiembre de 2022, bajo el Programa de Incremento Exportador, se consolidaba el primer capítulo de las que luego fueron diversas ediciones de devaluaciones en cuotas.

Con cada nuevo dólar especial, implícitamente la gestión actual reconocía que el tipo de cambio se encontraba atrasado, con escasa competitividad y que para fomentar liquidaciones debía reconocer un diferencial extra para compensar, dilapidando cualquier posibilidad de encontrar liquidaciones abultadas en períodos sin devaluaciones formales.

No alcanzó una vez, sino que se tuvo que recurrir a la «herramienta» al menos cuatro veces, además de encarecer importaciones vía impuestos. Aquí un análisis sobre la actualidad del «dólar maíz», y si las «devaluaciones en cuotas» han llegado a su fin.

Dólar maíz comenzó con «buenas» noticias

Sin dudas que la incorporación del maíz al listado de productos a los cuales se les aplicaría un tipo de cambio diferencial generó sorpresas, pero al mismo tiempo, despertó ventas por parte de productores. Se notaba, en las ruedas, un movimiento que recordaba aquellos primeros negocios bajo el «Dólar Soja I».

Si bien era esperado por el mercado algún diferencial para productos agro, el maíz lucía como el candidato menos probable, debido a cómo impacta en precios de la carne, donde se utiliza como insumo en la producción de proteína.

Además, es un producto cuya comercialización se encontraba relativamente ralentizada y que -dato no menor- se utiliza mucho en el sector como «caja», es decir, para cancelar compromisos e incluso capital de trabajo, dejando la soja como resguardo de valor (la cual no está exenta de volatilidad) y alquileres. Por ende, el «dólar maíz» fue la chispa que encendió una comercialización latente, y consecuentemente, su liquidación.

 

En el gráfico anterior se encuentran identificados cada edición significativa de tipos de cambio diferencial (Dólar Soja 1 a $200, Dólar Soja 2 a $230, Dólar Soja/Agro a $300, y Dólar Agro/Maíz a $340). Es evidente cómo aumentan las liquidaciones cuando el tipo de cambio que se ofrece es mayor, como también llamativo lo explícito en cuanto a cómo se hipotecan las futuras liquidaciones una vez que se optó transitar este camino.

Una vez que el mercado entiende que, ante aprietos del Banco Central en términos cambiarios, éste ofrecerá un dólar aplicable más competitivo, siempre lo estarán «corriendo de atrás», solicitando que se le reconozca una tasa de cambio no atrasada (o por lo menos no tanto como el dólar oficial).

Además, al acumular liquidaciones en un corto período de tiempo, se vuelve evidente que dichos dólares no serán ingresados luego (o cuando deberían en términos de normal comercialización). Por lo tanto, se adelanta flujo pero no aumenta el stock per se.

Es por ello, que en términos prácticos este tipo de esquemas actúa como una devaluación, aunque con efectos profundamente nocivos en términos de mercado y, sobre todo, en precios relativos, ya que genera desarbitrajes por la fuerte intervención que se produce, tergiversando la rentabilidad intrínseca de diversos proyectos, y en consecuencia, produciendo una deficiente adjudicación de recursos.

El BCRA, a poco de cumplir el objetivo

El «dólar maíz» ya lleva ingresados más de u$s1.700 millones de dólares, es decir, se ha liquidado un 87% del objetivo planteado de u$s2.000 millones. Si bien la meta planteada es la menos ambiciosa que las anteriores en términos nominales, es la edición que más rápido parece estar llegando a su cometido. Ello no es menor, dentro de una campaña caracterizada por la sequía y heladas, que llevaron a producir, por ejemplo, un 50% menos en soja.

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Esto viene acompañado con la evidencia empírica que los volúmenes en toneladas que se han comercializado aumentaron fuertemente a partir de la aplicación del tipo de cambio de $340, llegando así a las 5,7 millones de toneladas negociadas desde el 25 de Julio.

Sin lugar a dudas esta edición despertó un interés latente de vender mercadería, sobre todo en un año tan penoso en términos de producción, donde ya los compromisos (también por falta de ventas) comenzaban a presionar la salud financiera del empresario agropecuario.

¿Último eslabón de los dólares segmentados?

Si bien en el mercado incluso resuena la posibilidad de un «dólar soja» para septiembre/octubre, ya que deliberadamente en esta edición se la dejó afuera (cosa que no deja de llamar la atención, ya que en la delicada situación en la que estamos cada dólar que pueda conseguir el Banco Central vale «oro»), luce improbable que de ofrecerse se vuelque un volumen considerable de dólares, sabiendo que a pocos meses podría venir una alternancia política.

Es evidente que ello juega en las expectativas hacia adelante, por lo que las PASO serán cruciales para definir hacia qué sendero se quiere encaminar el pueblo argentino. Por ende, las posibilidades de éxito de otra devaluación en cuotas depende también en gran parte con lo que suceda en las primarias de agosto de 2023.

De encaminarse una alternancia, probablemente ofrecer un tipo de cambio diferencial sobre septiembre/octubre no genere demasiado interés, o por lo menos, no se vuelque un número significativo de dólares debido a que el costo de espera es cada vez menor, y el mercado probablemente prefiera ver qué sucede luego del 10 de diciembre de 2023, ya habiendo mitigado presiones vía «dólar maíz».

En síntesis, este «dólar maíz» tiene la potencialidad de ser el último eslabón de una cadena de devaluaciones no admitidas. Un último parche.

Fuente: iprofesional.com

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