Las futbolistas del Barrio Carlos Mugica destacaron la ‘garra y pasión’ del seleccionado
La selección femenina despierta pasiones entre las niñas, signo de un nuevo paradigma que acompañan organizaciones, empresas y hasta el astro Lionel Messi, un proceso que pone en palabras Lucy Martiarena, que comenzó a patear la pelota a los 10 años y hoy es jugadora de La Nuestra de la 31, institución del Barrio Padre Carlos Mugica, pionera en la igualdad en ese deporte.
«Tanto las jugadoras de La Nuestra como las de la selección, que están poniendo garra y pasión en Australia y Nueva Zelanda, tuvieron que luchar por un lugar, por un espacio que no estaba pensado para nosotras. Poner el cuerpo, pelear y decir ‘nosotras estamos acá'», reflexionó Martiarena en diálogo con Télam.
Históricamente, en las escuelas eran los niños quienes jugaban al fútbol en la clase de Educación Física. Y si bien cada vez hay más niñas practicándolo, tanto en el ámbito educativo como en el comunitario queda todavía camino por recorrer para promover este deporte entre ellas.
Con ese propósito, en febrero pasado la AFA y el Ministerio de Educación de Nación firmaron el acuerdo «Estudiar es tu mejor jugada», al que adhirió también la Futbolistas Argentinos Agremiados, que establece la incorporación del fútbol femenino en las escuelas argentinas, entre otras acciones.
En la actualidad, el hecho de que Argentina tenga su selección femenina participando del Mundial en Australia y Nueva Zelanda es un aval, una respuesta y una consecuencia de un cambio de paradigma en el que muchas niñas quieren ser parte del fútbol. Ser «estrellas» de la pelota.
Hoy las niñas admiran a las jugadoras de la selección, son sus ídolas; ahora tienen referencias en las canchas de fútbol, hay profesionales jugando un campeonato mundial, lo que les demuestra que ellas también pueden estar ahí.
El apoyo de Lionel Messi a las jugadoras de la selección argentina para este mundial también es un punto clave de validación de parte del rosarino y mejor jugador del mundo.
En conversación con Télam, Martiarena, de 22 años, y miembro de La Nuestra -el equipo femenino del Barrio Padre Carlos Mugica- desde los 10, recordó sus primeras experiencias junto a la pelota, la cultura futbolera de su barrio y su familia.
Se presentó ante esta agencia como «jugadora de La Nuestra, villera, descendiente de abuelxs y padres kollas, feminista y estudiante de Ciencias de la Educación en la Universidad de Buenos Aires».
Su mamá y su papá, oriundos de Cangrejillos (en La Puna jujeña), jugaron al fútbol desde que Lucy tiene memoria. Además, tanto su hermano como su hermana mayor -profesora en La Nuestra-, siempre jugaron a la pelota.
La joven vive frente a la cancha en la 31, donde La Nuestra entrena: no solo en su familia, sino en su barrio siempre se respiró fútbol.
Organizaciones como La Nuestra (creada en 2007) son ejemplos de lucha para imponer un fútbol femenino diverso, comunitario e inclusivo.
En su sitio web (https://lanuestra.org.ar/) explican que «todos los procesos de la organización son conducidos por mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+ incentivando y visibilizando los liderazgos de lxs jóvenes y las niñas del territorio».
Además, fomentan «una práctica deportiva y cultural que con un anclaje territorial comunitario, desde una perspectiva de género y a través de las herramientas de la educación popular, favorezca el desarrollo de estrategias singulares y colectivas para desnaturalizar y enfrentar las múltiples violencias que nos atraviesan».
La fundadora de La Nuestra, Mónica Santino, contó a Télam que tienen un «cuerpo técnico de 15 compañeras. La mitad son habitantes del Barrio Padre Carlos Mugica y hace tiempo entrenan con nosotras, y son profesionales».
También explicó que desde la organización ponen a disposición «todas las herramientas que tienen en el barrio, dentro del barrio. Es clave ese andar territorial».
Allì, «desde ya muy chiquita jugaba con mi hermano mayor y con mis primos en la calle o al costado de la cancha. Me acuerdo que a mí me gustaban mucho las polleras, las sandalias, los vestidos y yo quería jugar al fútbol usando esa ropa, no me importaba nada», recordó Martiarena sobre sus primeros encuentros con la redonda.
Cuando entró a La Nuestra, jugaba con su hermana Ani, de 15 en ese momento, y con chicas de 16 y 17 a las cuales no les divertía mucho la idea de jugar con una niña, porque en ese entonces no había equipos de su edad.
«Con que me pusieran 5, 10 minutos en algún partido, yo ya era feliz. Me gustaba ser parte de un grupo. Me gustaba escuchar a ‘Moni’ (Mónica Santino) y a ‘Juli’ (Juliana Román Lozano, entrenadora) porque tenían opiniones diferentes de las que escuchaba en casa», rememoró la jugadora.
-Télam: ¿Viste alguno de los mundiales femeninos anteriores en los que participó Argentina?
– Lucy Martiarena: Sí, claro, vi el último Mundial (NdR: Estados Unidos, en 2019). La verdad es que las pibas transmitieron mucha garra, mucho fútbol. Hoy en día es imposible no seguirlas. Era un momento complicado por la profesionalización del fútbol femenino en Argentina. Con La Nuestra estábamos luchando por todo lo que estaba pasando.
–T: ¿Qué expectativas tenés para el Mundial? ¿Te sentís representada por ellas?
-LM: Espero que puedan clasificar a octavos. Aunque que ya estén en el Mundial es lo más. Sé lo difícil que es. Pero también sé que el resto de las selecciones se manejan de manera distinta, quizás tienen más apoyo. Pero sé que están dando todo. Me encanta verlas. Tienen un juego hermoso. La garra, la pasión y el fútbol lo transmiten un montón.Me acuerdo cuando fuimos al entrenamiento de la selección con La Nuestra este junio y te dabas cuenta que lo dan todo. Estaban metidas cien por ciento en el entrenamiento, concentradas en todo lo que les decía el DT. Me siento representada en cada una. Tanto las jugadoras de La Nuestra como las de la selección tuvieron que luchar por un lugar, por un espacio que no estaba pensado para nosotras. Poner el cuerpo, pelear y decir ‘nosotras estamos acá’. Reclamar lo que ya era nuestro. La verdad es que todas las pibas me representan un montón porque a pesar de todo siguieron jugando y luchando por ese espacio.
Consultada por esta agencia, Santino entendió que para apoyar a las niñas futbolistas «necesitamos estructurar divisiones inferiores en los clubes, ocupar lugares donde se toman decisiones con respecto al deporte, y ahí el estado es clave. El fútbol no es boom, no es una moda, no es algo pasajero. Hace mil años jugamos al fútbol y de ninguna manera se nos puede considerar como un estallido que ocurrió porque sí. Hay encadenadas luchas de un montón de generaciones de futbolistas».
Y destacó el valor del Día de la Futbolista, cuya celebración será el 21 de agosto a modo de homenaje a la victoria 4 a 1 que la selección femenina alcanzó contra Inglaterra en el estadio Azteca, de México, en 1971.