Espectáculos

‘El tiempo no cura todo, basta con mirarnos un poco’

«No hay banda» se puede ver los lunes a las 20.30 y «La fuerza de la gravedad» los sábados a las 18 y a las 20.30.Foto: Raúl Ferrari.

El actor, dramaturgo y director Martín Flores Cárdenas ofrece funciones en su Casa Teatro Estudio de «No hay banda» y «La fuerza de la gravedad», dos propuestas en las que tensiona, diluye y fusiona los bordes de la ficción y la biografía indagando nuevos modos de invención.

Hija una de la otra o dueto de obras que comparten un momento o un modo de reflexión artística, «No hay banda», la más antigua y en un punto más desarrollada, explica el proceso de cómo una obra suscitada a partir de la muerte del abuelo de Flores Cárdenas, presentada una única vez en un festival de teatro de San Pablo, deviene y se convierte en el tiempo en un monólogo del propio autor donde vuelve tanto sobre la muerte del abuelo como sobre esa primera puesta y la actual.

Son 50 minutos de teatro en estado puro, extraño, inorgánico, en el que Flores Cárdenas se sumerge en un personaje y unos hechos de los que nunca sabemos exactamente si tuvieron o tienen correlato con la realidad o son mera invención.

Los dos espectáculos se desarrollan en la Casa Teatro Estudio (Guardia Vieja 4257) donde Flores Cárdenas vive y, evidentemente, ligan con la idea de hacer del teatro una casa o una casa en el teatro

«Me preguntan seguido a la salida por nombres, fechas y la veracidad de los hechos. Al principio respondía lo que me parecía que cada uno quería escuchar, pero de un tiempo para acá decidí no pronunciarme y, en caso de hacerlo, ser ambiguo, contradictorio», dice el autor de «Love Me».

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En «La fuerza de la gravedad», se repite o radicaliza la tensión realidad-ficción, primero Flores Cárdenas relata que un día invitó a su casa a actores y actrices amigos y pidió a una actriz que leyera una obra nueva que ella desconocía, dándole la potestad de que la finalizara cuando quisiera.

Foto Ral Ferrari
Foto: Raúl Ferrari.

Luego de esta introducción, Laura López Moyano, la actriz de esa noche, comienza la lectura de la obra y en un momento, siguiendo la consigna originaria, decide finalizar la lectura. El espectador no sabe nunca si el fin de esa lectura ya está pautado desde el inicio y es igual en todas las representaciones, transformándose en un juego ficcional, o si efectivamente la ficción sigue el curso dictado por las sensaciones de la actriz en escena.

Los dos espectáculos se desarrollan en la Casa Teatro Estudio (Guardia Vieja 4257) donde Flores Cárdenas vive y, evidentemente, ligan con la idea de hacer del teatro una casa o una casa en el teatro.

«No hay banda» se puede ver los lunes a las 20.30 y «La fuerza de la gravedad» los sábados a las 18 y a las 20.30.

Además, esta semana «No hay banda» se presentará en el Festival de Teatro de Rafaela y en la ciudad de Córdoba, en octubre tiene puesta en Madrid y en noviembre tomará parte del Festival de Cádiz.

Foto Ral Ferrari
Foto: Raúl Ferrari.

Para conversar sobre algunas cuestiones presentes en las obras, Télam dialogó con Flores Cárdenas a través de un cuestionario escrito que él respondió. Aquí las preguntas y sus respuestas.

Télam: Durante la representación de «No hay banda» contás que este proyecto originalmente fue hecho por cinco actores/actrices en Brasil como un trabajo que estaba en proceso, ¿por qué finalmente ese proyecto derivó en un trabajo en solitario?

Martín Flores Cárdenas: Este proyecto, el de hacer algo con aquella obra, era un pendiente. Por más que tratara de escribir otra cosa, siempre terminaba volviendo a esa obra trunca, a ese texto y esa experiencia, que, ahora, ya no sé muy bien cuál fue, si sucedió o qué sucedió realmente. Me preguntan seguido a la salida por nombres, fechas y la veracidad de los hechos. Al principio respondía lo que me parecía que cada uno quería escuchar, pero de un tiempo para acá decidí no pronunciarme y, en caso de hacerlo, ser ambiguo, contradictorio, como esta respuesta que te estoy dando. Decidí montarla solito porque me pareció que era fácil y posible. Pensé que serían unas pocas funciones y listo. Pero desmontando aquella obra, la utópica, vamos a llamarla, se generó otra. Una que se empezó a volver cada vez más compleja y bueno, acá estamos.

Hay una cuestión al final en que vos decís cuántas funciones hiciste de «No hay banda» (¿Cuántas van?) y la manera como lo dijiste me hizo pensar en esa idea del clown que arma un número que va llevando y haciendo a lo largo del tiempo, el mismo número, con pequeñas modificaciones pero que todo el tiempo puede o podría ir cambiando porque es algo vivo y algo solo de él. Me preguntaba si hay algo de eso en «No hay banda».

Vamos alrededor de 115 funciones… en el transcurso del primer año hicimos durante varios meses tres funciones semanales. Es un privilegio estar en una sala que siempre va a estar dispuesta a programarte, en el hueco que sea (je). Ahora sube y baja de cartel a cada rato porque viajo (con «No hay banda» y con «Love me»). Entonces puede hacer un paréntesis en la continuidad de una o dos semanas pero a la semana siguiente vuelve, se corre la bola y sigue. Con respecto a la analogía con un payaso, podría ser, pero la verdad es que no me siento muy clown, yo no soy actor; en escena, apenas vivo.

Otra cuestión tiene que ver con «La ley de la gravedad» -y también es aplicable a «No hay banda»-, en un momento en que Laura López Moyano está actuando y habla cosas supuestamente en relación consigo misma me hizo pensar en el tema del registro de la actuación y que si bien ella pudiera conmoverse con este texto la primera, segunda, tercera, o quincuagésima vez, en algún momento debería dejar de conmoverla y entonces todo tuviera que ser ciento por ciento actuación, recordé unos versos de Fernando Pessoa: «El poeta es un fingidor/finge tan perfectamente/que finge que es dolor/el dolor que de veras siente».

Es buenísimo que cites la «Autopsicografía» de Pessoa porque, hablando con Laura del procedimiento a seguir, en algún momento apareció esa cita, ese poema. Los dos pensamos que «fingir el dolor que en verdad se siente» no le hace mucha justicia a lo que sucede en la obra. Funciona muy bien como juego de palabras o referencia. Pero el dolor está ahí. No hace falta fingirlo. En todo caso la obra trabaja con ese umbral o esa puerta que nos permite conectar con nuestros demonios y ver qué pasa. Las heridas no duelen cada día menos, el tiempo no cura todo, basta con mirarnos un poco. De todas formas, me parece importante aclarar para quien no vio la obra que no se trata de una experiencia triste, para nada. Creo que termina siendo una ceremonia bastante divertida y emocionante. Para todos, pero sobre todo para la protagonista. Eso no quiere decir que sea leve o fácil para ella. Al contrario, es muy intenso, repito, para todos.

En el caso de «No hay banda» es un poco diferente por el nivel de ambigüedad y contradicción que carga. Parece difícil, incluso para el protagonista, determinar qué es lo que está pasando o haciendo. Al mismo tiempo que se desmonta una obra, se crea otra, en apariencia más simple, ordenada y sin artificios. Al mismo tiempo que oculta, teje, conspira. Puede ser un ejercicio más o menos doloroso y hasta algún punto necesario para mí. También, intenso.

¿Qué cosas descubriste de la tensión realidad-ficción a partir de armar y estar trabajando y representando estas dos obras?

Problemas y posibilidades del lenguaje que, de una manera muy simple, las dos obras proponen pensar. Nada nuevo. Pero es claro que el límite, esa línea que separa la ficción de la realidad, tranquiliza, reduce. Muchas personas me preguntan por la veracidad de los hechos narrados, qué es ficción y qué realidad. Quizá estaría bueno preguntarse a qué llamamos ficción y a qué realidad, por empezar. No son preguntas ni temas nuevos. Pero por algún motivo estamos necesitando pensar y hablar de eso.

¿Podrías contarnos cómo tu casa terminó siendo tu teatro?

Después de algunas experiencias en distintos circuitos me di cuenta que mi decisión de dedicarme a esto no tenía tanto que ver con «llegar» a ciertos lugares u ocupar determinados espacios sino con una forma de producir. Una manera de hacer las obras que me dieron la chance de hacer esas otras experiencias. Quiero decir, una forma mucho más artesanal, con mis amigos, con mis tiempos… Buscando y descubriendo formas propias de armar proyectos y realizarlos. Por eso decidimos con mi pareja tener un espacio propio. Actualmente yo sólo estoy produciendo en y para Casa Teatro Estudio. Pero no con resignación o por no haber encontrado espacio en un circuito de mayor envergadura. No me interesa trabajar con la expectativa o ambición de «dar el gran salto». El teatro que hacemos o hago acá, prefiero hablar por mí, abraza su condición de independiente, de raro, de íntimo. En esta sala estrené mis últimas tres obras: «No hay banda», «Love me» y «La fuerza de la gravedad». Quienes hayan visto esas obras, creo que se pueden dar una idea de lo que estoy hablando. Y a los que no las vieron, los esperamos. Con birra fría y buena música.

Fuente: Telam

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