Con amigos y sin ti, Raffaella
Hace exactamente dos años, el mundo se quedaba sin una artista que fue un símbolo de libertad y empoderamiento mucho antes de que se escuchara ese término.
Raffaella Carrá, desde su imagen, sus coreografías, las letras de sus canciones, invitaba a no pedir ni permiso ni perdón.
Su libertad artística le sirvió no solo para atender detalles como su vestuario o el de sus bailarines siempre elevándoles la vara del atrevimiento, sino también para tomar decisiones estratégicas en su carrera como la de conjugar sin encasillamientos el rol de bailarina con los de cantante, conductora y actriz, y construir una fórmula sin precedentes que la posicionó como una show-woman de fama mundial.
Esto le permitió, entre otros logros, ser la conductora mejor paga de Europa a comienzos de la década del ochenta, gracias a un contrato con la RAI tan cuantioso, que provocó las críticas del primer ministro italiano (la llamó “la vergüenza de Italia”) y hasta debates en el parlamento. Lo cierto es que Raffaella le aportó con su presencia a la cadena televisiva italiana 13 millones de espectadores diarios que le pusieron un punto final a la polémica, una de tantas que supo desatar su figura.
Ya una década atrás, en el año 1971, un vestido que le dejaba el ombligo al descubierto y la coreografía de la canción “Tuca Tuca”, en la que ella y su compañero de baile se tocaban el cuerpo mutuamente, habían provocado el rechazo del papa Pablo VI y una campaña del Vaticano en su contra por considerarla una “provocadora”.
Hace exactamente dos años, entonces, el mundo se quedaba sin la mujer que animó con música, y más que música, a varias generaciones de personas, entre las que se cuentan el público argentino, que adoptó sus canciones como propias.
En algún rincón de nuestra niñez, hay una peluca de Raffaella Carrá que nos trae recuerdos de jugar a ser libres con la música como excusa, y en muchos casos, aquello se convirtió en el inicio de un camino musical:
“Mi sueño comenzó desde chica escuchando a Rafaela Carrá y metiéndome en ese mundo de fantasía de brillos y plumas”, recuerda Patra Ariño, pionera del punk rock argentino. “Con quien me gustaría compartir escenario, es con Raffaella Carrá”, decía tiempo atrás nuestra diosa del pop Juliana Gattas. Mientras Natalia Oreiro recuerda: “Tenía 20 años y me fui a Uruguay con dos amigas. Había llevado unas pelucas de colores. Con las chicas nos grabamos riéndonos como locas. En ese momento, yo me puse a cantar ‘0303456’… A los dos meses me llaman de una compañía italiana y me dicen que ella iba a grabar un disco de grandes éxitos y que quería que yo participara, cantando esa misma canción. ¡No lo podía creer! ¡Los algoritmos no existían en esa época!”.
Solo algunos ejemplos entre miles, del amor argentino por Raffaella Carrá, un amor recíproco.
“Esta pequeña tana que se ha vuelto más y más porteña, está tan feliz en este país, que se quedaría para siempre”, decía ella en el escenario de uno de los tantos Luna Park que colmó aquí a fines de los años 70.
Y sí, se quedó para siempre.
Raffaella en el Luna Park (1979)
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Caminito
A comienzos de la década del ochenta, Raffaella condujo cinco especiales para la televisión llamados “Millemilioni” que contaron con la coproducción de las cadenas de televisión estatales de Rusia, Italia, Inglaterra, México y Argentina. En el marco de esa producción, grabó un videoclip en Caminito, barrio de La Boca: el de la canción “Pedro”, que cuenta la historia de una turista solitaria que conoce a un guía de turismo que le enseña muchas cosas, menos las calles de la ciudad.
«Pedro» (1980 – filmado en La Boca)
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Mañana en la Confitería del Molino
El amor es libre, decía la cantante, en una época en que las mujeres llevaban el apellido de casada. En lo personal, lo sostuvo con hechos: tuvo dos grandes amores sin pasar por el registro civil y manteniendo un hábito de casas separadas.
Y en lo artístico, con canciones como “Compromisos, no” (compromisos no, no hay ninguna obligación, tan solo ser sinceros, compromisos no, libertad para los dos, me quieres, yo te quiero… ) o en “Mañana”, donde se la escucha cantar, mientras recorre la porteña Confitería del Molino: «Puedes dejarme si piensas que no eres feliz, no te preocupes por mí, que me defiendo sin ti; puedes marcharte, que yo sin tu amor, sé vivir…»
«Mañana» (filmada en Congreso)
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Venir al sur
«La censura me siguió un poco en la vida. Cuando vine con la canción ‘Para hacer bien el amor hay que venir al sur’ hubo una censura y entonces se tenía que cantar ‘Para enamorarse bien hay que venir al sur’, pero afortunadamente han cambiado muchas cosas», declaraba Raffaella en el año 2005.
Efectivamente, en los años de dictadura en nuestro país, la versión original fue modificada: allí donde decía “Tuve muchas experiencias y he llegado a la conclusión / que perdida la inocencia en el sur se pasa mejor./ Para hacer bien el amor hay que venir al sur… / Sin amantes, ¿quién se puede consolar?”, la mano de la censura intervino para sea cantada así: «Tuve muchas experiencias y he llegado a la conclusión que viviendo enamorada en el sur se pasa mejor. Para enamorarse bien hay que venir al sur… Sin amores, ¿quién se puede consolar?»
Bárbara
Raffaella tuvo su primera aparición en la pantalla grande con apenas ocho años en la película “Tormento del pasado”.
Fueron varias sus interpretaciones en el cine italiano, algunas memorables como el caso de “Compagni”, la película que filmó con Marcello Matroianni, que fue aclamada por la crítica de entonces. Logró trascender las fronteras cuando a los 22 años, a partir de la convocatoria de la 20th Century Fox, llegó a Hollywood para filmar junto a Frank Sinatra la película “El expreso de Von Ryan”.
De todos modos, este aspecto de su carrera nunca llegó a darle grandes satisfacciones: “Me desilusionó el cine, es un medio que no depende de ti, depende de un realizador que te encuentre, que crea en ti, y no tuve esa ocasión.”, reflexionaba.
Aquí en Argentina también filmó una película, dirigida por Gino Landi, y protagonizada junto a Jorge Martínez, que llevó de título “Bárbara”.
Lucas
En tanto defensora de la libertad y la igualdad, Raffaella se constituyó como un ícono del colectivo LGBTIQ+. La reivindicación de esos principios era común al reclamo de la comunidad que en 2017 decidió distinguirla con el Premio World Pride 2017. En esa oportunidad expresó: “tengo que decir que todavía el camino hacia la igualdad no está completado. Se tiene que luchar mucho, mucho. Y el amor es libre… de dedicarlo a quien quieres”.
En la canción “Lucas”, de 1978, la letra apunta al desconcierto de una mujer cuyo novio la deja para irse con otro hombre. Raffaella ponía así en palabras aquello de lo que nadie hablaba.
Pero sin ti
Hace exactamente dos años, la mujer que animó nuestras fiestas, con música y más que música, partió de este mundo, luego de atravesar una enfermedad de la que no dio noticias, para no preocupar a sus públicos, a quienes entregó alegría toda su vida, la alegría como desobediencia.
«Se fue de puntitas», dijo la hija de su ex pareja, Bárbara Boncompagni. Como quien no hubiese querido nunca interrumpirnos la fiesta.
«Fiesta», en «La Noche del Diez» (2005)
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