cómo es el malestar psicológico que sufre la clase media
Todo parece indicar que si existe un sector en el que la crisis impacta de manera despiadada, es la clase media, considerada históricamente en nuestro país un paradigma de ascenso social y de proyectos -siempre- hacia un futuro mejor.
Fernando Moiguer, economista, profesor de las universidades UBA, San Andrés y Di Tella, y al frente de una consultora que lleva su apellido, afirma que la clase media asiste a una crisis diferente de las muchas anteriores, porque viene después de 10 años donde no ha tenido un respiro y ahora está encuentra exhausta. «La clase media ve que no sólo no tiene futuro el país, sino que como clase tampoco lo tiene porque siente que esa movilidad ascendente que fue el motor de su construcción ya no es posible: hoy están peor que sus padres y sus hijos, peor que ellos. Sin embargo, ese imaginario es tan fuerte que hasta el 70% de la población se percibe de clase media, aunque solo el 45% realmente lo es», expresa.
Elsa Costanzo, jefa de Psiquiatría de Fleni, dice la crisis no es sólo económica sino también social y que eso tiene consecuencias sobre la salud y el estado mental. «Los sujetos inmersos en esta crisis sufrimos incertidumbre, angustias, tristezas, preocupaciones, cansancio, hartazgo, bronca, desesperanza, decepción, ansiedad, miedo, abatimiento«, puntualiza.
Clase media: símbolos perdidos y malestar psicológico
Fernando Moiguer añade que la clase media tenía dos bienes históricos a adquirir: la casa y el vehículo. «Pero se cotizan en dólares -especifica-. Con lo cual se vuelven cada vez más difíciles. Lo mismo pasa con el turismo: otra aspiración era hacer un viaje, que también presenta cada vez más dificultades de acceso. Otro de los impactos es sobre la salud, cuyo costo de atención no deja de aumentar, y la educación: la necesidad de regresar a la educación pública implica un sentimiento muy grande de frustración, de enojo y de sentir que la situación no tiene salida».
La jefa de psiquiatría de Fleni explica que especialmente entre las personas de clase media, lo peor de la crisis se refleja en el padecimiento que origina el tener que reducir los gastos y consumos habituales. «Estas limitaciones económicas tienen consecuencias sobre la calidad y el estilo de vida y generan mucho malestar. Ni el psiquiatra ni el psicólogo pueden ser ajenos a estas preocupaciones, que se reflejan en síntomas como ansiedad, depresión, ataque de pánico, sensación de agobio, de miedo, de no poder respirar», afirma.
Además, suma Moiguer, que después de la pandemia se ha incrementado un fenómeno que ya existía antes del Covid-19: la crisis de representatividad de la democracia. «El funcionamiento de las instituciones democráticas tal como las conocemos ya no representa las necesidades de la gente -afirma el economista-. La gente ya no confía en el mañana, vive el presente y ésto hace que la clase media, que no tiene nada para hacer ni resto para ahorrar, consuma en forma desbocada. La inflación termina de desmembrar todo: peso que tenemos, peso que gastamos y mañana, mañana se verá…».
La crisis de la clase media es tanto económica como social y repercute en su salud
Otro aspecto que incide más en el malestar psíquico de las personas de clase media es su dificultad para adaptarse y ser flexibles frente a las situaciones que deben enfrentar. «La clase media está menos damnificada que la baja, la baja está mucho más golpeada, pero la clase media tiene menos instrumentos que la baja para vivir esta crisis -explica-. Está menos acostumbrada: tiene menos flexibilidad. La clase baja se banca hoy ir a comer a un comedor y mañana distribuir mercado libre. La clase media, no.»
Sobrevivir a la crisis, ¿sin una red?
«Estamos en un escenario donde se ha perdido la idea de la comunidad como red de sostén social, no sólo en la Argentina sino en la mayoría de los países del mundo -advierte Adriana Bersi, psicóloga (UBA), especialista en Clínica de Adultos, Familias y Parejas y en Género y Diversidad-. Basta con observar cómo se trata a los inmigrantes en Europa. Hace unos años, en un subte de París, observé un grafiti que decía ‘¡Liberte! ¡Egalite! ¿Fraternite?’ La solidaridad como valor ha sido puesta en cuestión. La incertidumbre se ha instalado y estamos atrapados en lo inmediato, en resolver lo cotidiano, en la supervivencia».
Elsa Costanzo añade que las limitaciones económicas que enfrenta la clase media inciden también negativamente en la posibilidad de seguir costeando la medicina prepaga y esto dificulta el acceso a la atención o a los medicamentos. «Muchas veces los trastornos que las personas expresan, requieren abordajes terapéuticos, principalmente se acompañan de contención, psicoterapia y, en los casos necesarios, también de medicación. Pero es importante que siempre se consulte, nunca automedicarse«, advierte la psiquiatra.
Adriana Bersi afirma que el impacto de la crisis en los consultorios se expresa de acuerdo a las características singulares de cada persona para afrontar situaciones conflictivas o traumáticas, y que en esto intervienen distintos factores. «Somos un nudo en una red, diría Carlos Sluzki, un prestigioso médico psiquiatra y terapeuta familiar argentino -expresa la psicóloga-. Cuanto más posibilidades de adaptación activa tiene la persona en su red más posibilidad de superación; cuanto mayor vulnerabilidad y rigidez de recursos, menos posibilidades de recuperación».
En cuanto a las opciones terapéuticas disponibles, Bersi afirma que «se utilizan recursos como psicofármacos, hospital de día, grupos de reflexión, internación, y otras tecnologías desarrolladas para asistir al sufrimiento psíquico según caso -puntualiza-. Silvia Bleichmar, una notable psicoanalista argentina, señalaba que perder el vínculo con el semejante y los ideales es uno de los mayores peligros: deja al sujeto solo, vacío y desesperanzado. Hay que ver si somos capaces de construir una narrativa que nos rescate de semejante riesgo».