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Marvel cambia de registro en la oscura ‘Invasión secreta’

Foto: Prensa

La miniserie «Invasión secreta», que estrena el miércoles en Disney+, trae de vuelta al veterano Nick Fury encarnado por Samuel L. Jackson en un relato que se aleja del tono cómico y colorido de gran parte del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) para explorar matices más oscuros propios del thriller político y del espionaje.

Tal como antes lo hizo Star Wars (la otra gran franquicia de The Walt Disney Company) con su aclamada «Andor», ahora también Marvel pone un paréntesis a sus superhéroes para desarrollar una trama que, aunque siempre interconectada con el panorama más grande de la marca, se siente más adulta y refrescante.

Es un bienvenido -y a estas alturas oxigenante- movimiento para una franquicia de la que ya se estrenaron 32 filmes y ocho series. El gigantesco estudio presidido por Kevin Feige pone el foco en un personaje querido por el público y popular en los cómics que hasta el momento no había tenido su momento de brillar con luz propia.

Sin superpoderes, Nick Fury fue fundamental hasta este punto de la saga por su rol de armador: por su iniciativa se reunieron (y crearon) los Vengadores.

Sin embargo, luego del trascendental «blip» (como se llama en este mundo narrativo al chasquido de Thanos que hizo desaparecer a la mitad de los seres vivos del universo y la reversión de estos efectos años después gracias a los Avengers) Fury se fue de la Tierra y de alguna manera perdió su esencia.

En esta nueva miniserie de seis episodios, debe volver al planeta tras enterarse de que una facción de los Skrulls, una raza alienígena a la que él mismo dio refugio décadas atrás, planifica una invasión clandestina que busca quedarse con la Tierra y eliminar a la Humanidad.

Infiltrados en todos los estamentos de poder gracias a su capacidad para cambiar voluntariamente de forma y tomar el aspecto de quien deseen, los enemigos fuerzan a Fury a tomar el asunto en sus propias manos, con la ayuda de sus aliados Everett Ross (Martin Freeman), Maria Hill (Cobie Smulders) y el skrull Talos (Ben Mendelsohn). Figuras como Kingsley Ben-Adir, Olivia Colman, Emilia Clarke, Dermot Mulroney y Don Cheadle, completan el elenco.

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Para una propuesta que tendría una estructura y motivos más propios del thriller de espionaje y político, Marvel convocó al estadounidense Ali Selim para el rol de director y productor ejecutivo. El oriundo de Minnesota de raíces egipcias, que traía una trayectoria ideal tras participar de producciones televisivas afines como «Cóndor», «The Calling» y, especialmente, la muy elogiada «The Looming Tower», conversó con esta agencia.

– Télam: ¿Qué fue lo que te atrajo de este proyecto de Marvel, en un principio ajeno a tu experiencia previa?
– Ali Selim: El programa tiene una oscuridad muy interesante, temas interesantes como la desconfianza, la paranoia y la sospecha. Fue (el guionista) Kyle Bradstreet quien creó una gran serie que no era un programa sobre superhéroes, sino sobre un hombre que se está poniendo viejo, que había estado desorientado por su desaparición en «el blip» y esa desorientación provocó su ausencia de la Tierra. Ha vuelto para poner las botas en el terreno, intentar recuperar el equilibrio y hacer el trabajo que hay que hacer a pesar de que ha envejecido y perdido un poco el paso. Todos esos temas realmente me interesaron más que los superhéroes que vuelan por el aire, así que sentí que encajaba de forma natural para mí porque tiene mucho del tono de espionaje, de thriller político, que es con lo que mucho de mi trabajo ha estado relacionado y me permitía continuar aplicando mi oficio en un universo diferente.

– ¿Cómo abordás un proyecto como este, que no es una serie de superhéroes pero que al mismo tiempo tiene que servir a este panorama más amplio, que es el universo narrativo colectivo de Marvel?
– Bueno, creo que el trabajo número uno cuando trabajás en Marvel es cuidar la muy poderosa marca que tiene, y el otro trabajo, sin importar qué tipo de programa de Marvel estés haciendo, es sorprender al público y abrir nuevas puertas. Balanceás esos dos trabajos constantemente. Y creo que la forma en que se cuenta esta historia, el tono con el que se cuenta, no tiene la intención de ser perjudicial para el UCM, pero sí tiene la intención de contar la historia de la mejor manera posible. Si las audiencias están satisfechas al final de estos seis episodios y lo aceptan como parte del UCM, creo que es maravilloso, y si lo rechazan por ser demasiado diferente, también creo que es maravilloso.

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– Profundicemos más en este protagonista. ¿Qué tipo de Nick Fury se verá en esta serie? ¿Dónde se encuentra emocionalmente?
– Está un poco roto. Está un poco fuera de lugar. Como dije, estaba muy desorientado por el «blip», del que Sam Jackson y yo hablamos que fue desorientador como la pandemia y el encierro por el coronavirus; desaparecer de la humanidad y perder el sentido de tu propósito y tu sentido de vos mismo. Está envejeciendo, lo siente, tiene una rodilla mala, está desaliñado y un poco cansado y, sin embargo, sabe que tiene un trabajo que hacer. Tiene que volver y defender su código moral y defender la Tierra de un villano. Un villano que ayudó a crear de muchas maneras. Y entonces tiene mucho que enfrentar, no solo en la búsqueda de vencer al villano, sino también en la búsqueda de repararse a sí mismo y encontrarse de nuevo antes de poder seguir adelante.

– Mencionabas tu experiencia previa con este género, ¿cuáles dirías que son los ingredientes clave para que un thriller político o de espionaje funcione bien?
– Yo diría que en su mayoría son temáticos: desconfianza, sospecha, paranoia. Y todos esos temas nos llevaron un poco al mundo del cine negro. Nick es un personaje vulnerable y defectuoso, eso es un tópico muy del cine negro. Vimos películas como «El tercer hombre» (1949) y «La conversación» (1974) y trajimos mucha de esa tensión a esta serie. Nick también dice que esta es una pelea que tiene que dar solo, lo que comienza el proceso de evolución hacia el final de los seis episodios de un personaje más del estilo de un clásico pistolero como en «Más corazón que odio» (1956) o incluso en «Los imperdonables» (1992), con Clint Eastwood.

– En una nota más personal, ¿cómo fue la experiencia de dirigir a Sam Jackson?
– Por un lado, es un gran colaborador. Y creo que teníamos una idea muy similar de lo que era esta historia y hacia dónde debía ir Nick Fury y qué necesitaba descubrir. Me gusta mucho trabajar con Sam. Es un profesional consumado. Es icónico. Es uno de nuestros mejores actores vivos y, al final de cada noche, me iba a casa y me pellizcaba y no podía creer que había estado en la habitación con él (risas).

Fuente: Telam

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