¿La inteligencia artificial decidirá las tendencias de la moda?
La industria de la moda no está exenta de las disrupciones que la tecnología imprime en los procesos sociales. Por eso, la incorporación de Inteligencia Artificial, de internet de las cosas (IoT) y de realidad aumentada, resultan parte de un procedimiento que va más allá de la confección de una remera o de un pantalón de forma más costo/efectiva, sustentable y atractiva; pero que subrayan pinceladas de una industria que está en plena transformación.
¿Qué rol ocupa una remera o un pantalón en la vida de las personas? En primera instancia, seguramente, la urgencia de vestirse, pero hay más; al momento de elegir entre prendas, estilos, precios, texturas y formatos, hay un sinfín de elementos socioculturales que se dan cita y que determinan -inclusive, de forma inconsciente- la elección más adecuada. Pero, ¿la tecnología podría incidir?
Al momento de las definiciones, Nathalie Puex, directora del Área de Antropología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y fundadora del Laboratorio de Antropología Aplicada (LAB AA), precisó que «la moda no es sólo estética visual» y la caracterizó como «una experiencia colectiva, social y cultural».
¿Y la Inteligencia Artificial? «La irrupción de la inteligencia artificial está moda (…) pero es algo que empezó con la pandemia» dijo Puex y recordó los días de la emergencia sanitaria por Covid-19 -que acaba de concluir en la formalidad-, en los que era imposible visitar un comercio para comprar ropa fue cuando las marcas debieron incorporar estrategias web, para fidelizar a sus clientes y propiciarles alternativas de consumo.
La estética visual, el proceso cultural y las disrupciones
Pero además de la incorporación de canales de venta virtuales, Puex se refirió a la incorporación de bots de respuesta automatizada y soluciones de Inteligencia Artificial (no generativa) que ofrecieron interacciones para, por ejemplo, asesorar clientes. Luego, llegó el turno de la realidad aumentada, «que no llega a ser metaverso», dijo Puex sobre las pantallas 3D que comercios de diversas partes del mundo instalaron para que sus clientes probaran estilos de indumentaria de forma virtual.
Inclusive, en la semana de la moda de Buenos Aires (Bafweek 2023), se realizó un desfile virtual inmerso en la red social de realidad aumentada Spatial y se presentó el marketplace Metafashion desde el que el público pudo probarse la colección desde su celular.
«Me parece interesante, aunque es un uso muy limitado y muy simple de la Inteligencia Artificial que no exige demasiada tecnología fuera de la pequeña inversión necesaria para poder tener esos aparatos a disposición del cliente«, admitió la antropóloga.
«Pero en la industria empiezan a surgir otras cuestiones», dijo Puex y subrayó que hay apuestas que van más allá de la estética, como es la necesidad de calcular el impacto ambiental, «que es un desafío y que se ha puesto en la agenda de la industria».
Nathalie Puex, antropóloga de FLACSO.
El desafío de la sustentabilidad
Al pensar en la industria de la moda y su impacto en la naturaleza, resulta difícil no recordar que en el desierto de Atacama, en Chile, la maravilla natural es sepultada a diario por un basural clandestino de ropa, con y sin uso, que proviene de diversas latitudes internacionales, producto del famoso fast fashion.
La sola imagen impacta, sobre todo porque son prendas que tardarán 200 años en degradarse y que, según los datos del Servicio Nacional de Aduanas de Chile citados por Greenpeace, el ingreso de este tipo de basura a la zona de Alto Hospicio, a 1.800 km al norte de Santiago, fue de 46.287 toneladas en 2021; pero cuyo crecimiento interanual supera al 50 por ciento desde 2018.
«Siempre está esa idea del complot social del fast fashion contra la sociedad y, en realidad, a la industria no le conviene perder todo, porque todo tiene costo«, explicó Puex y repasó casos de conocidas colecciones que salen del mercado sin haber tenido suerte alguna, donde la tecnología tiene mucho por aportar: desde optimizar sus procesos, facilitar la producción de prendas que efectivamente se usen, hasta promover circuitos circulares de consumo, como el llamado «de paso», que agrega vidas útiles a las prendas.
Y aunque la industria comienza a tender estrategias de sustentabilidad, Puex se manifestó escéptica dado que, sobre todo en la Argentina, falta acompañamiento. Inclusive, la antropóloga valoró que, aunque existe una mayor exigencia sobre las empresas para que empiecen a justificar qué hacen con sus desechos y, sobre todo, acerca de cómo producirán, las iniciativas terminan siendo aisladas.
Oficios, influencers y la demanda de nuevos profesionales
En torno a la Inteligencia Artificial y la creatividad hay muchos otros debates abiertos, como los vinculados con el patentamiento de la propiedad intelectual y, en ese sentido, Puex también puso distancia al caracterizar al momento actual como una «etapa de descubrimiento» y subrayar que la inteligencia artificial todavía no puede «diferenciar la parte cognitiva de la parte subjetiva».
«A la información que usará la inteligencia artificial, todavía, la creamos nosotros», señaló Puex en relación a que la posibilidad de automatizar respuestas y educar algoritmos surge de instrucciones humanas; y esa es otra gran discusión.
El resultado de toda esta convulsión será la transformación y, para la antropóloga de Flacso, estará signada por la desaparición y la mutación de procesos productivos, pero también de sus perfiles laborales. Entre ellos, aseguró que ya existe la necesidad de contar con nuevos profesionales, vinculados a la ingeniería de datos con capacidades técnico-tecnológicas, pero también cognitivas y subjetivas.
«Diría que la gente de Letras tiene más futuro de lo que imagina porque, aunque deban sumar conocimientos técnicos (informáticos), es justamente en Ciencias Sociales y Letras donde se aprende a pensar narrativas», dijo Puex al tiempo que alertó que la labor que desempeñan actores importantes vinculados a la difusión de la moda, como son los influencers, sí podrían estar en riesgo ante el advenimiento de nuevas formas de difusión, más customizables y, quizá, más efectivos.
La apuesta va más allá: la industria de la moda, además de la producción de la tela, del diseñador y hasta de sus consumidores, está atravesado por otras, como la cultural y la estética pero también la agropecuaria y la química. En ese sentido, Puex recordó que hay iniciativas concretas vinculadas, por ejemplo, a la creación de fibras textiles sobre la base de insumos lácteos y, entonces, el potencial se amplía.
¿Cuánto podrán influir las nuevas tecnologías en la forma de vestir?
La llegada del humanoide y la extinción del artesano
La dinámica de un mercado signado por los bajos costos, que rige a la industria desde hace más de dos décadas, también atentó contra la existencia de perfiles especializados, más vinculados a los oficios.
«Si uno piensa que la mayor parte de la población mundial vive apenas arriba del nivel de pobreza, entendés que no saben que prefieren estar estandarizados, que no es por gusto», dijo en relación a que sólo una minoría mundial puede acceder a productos de moda, diferentes y hasta de mayor calidad, por confort y resistencia.
La consecuencia de esa lógica de fortalecer las producciones masivas, estandarizadas y a costos bajos, involucró, además, la pérdida de capacidades específicas como, por ejemplo, de oficios antiquísimos como el del zapatero, que escasea, que la industria se disputa y cuyos conocimientos son difíciles de reconstruir.
La tecnología también tendrá sus desafíos
«La inteligencia artificial resuelve cosas y plantea nuevos desafíos también» dijo Puex y le quitó pesimismo a todo este proceso. Obviamente, todo esto imprime un cambio profundo de la forma de las relaciones sociales, «de lo que sabemos, como lo sabemos; pero creo que también tiene su aspecto positivo y que hay que saber trabajarlo, y de a poco incorporarlo: la inteligencia artificial no va a reemplazarlo todo (…) Aunque avanza que más allá de todos los miedos que podamos tener, va a ser un proceso largo».
Para Puex, a la tecnología le costará intervenir en la relación física de las personas con la moda: «Yo compro algo porque lo puedo tocar o ver. Por eso, por distintas razones, creo que van a enfrentarse a otro tipo de forma de negocio».
Para muchos, una prenda sólo sirve para vestirse. Para otros, es una experiencia de comunicación, de un estilo de vida asociado a una estética, y eso es un hecho cultural. Habrá que ver cómo la inteligencia artificial puede o aprende, si es que lo hace, a interpelar las subjetividades. ¿O, será mejor no plantear el desafío?