‘Se pueden tocar temas interesantes sin perder el entretenimiento’
Federico D’Elía, protagonista de la segunda temporada de «Argentina, tierra de amor y venganza» (ATAV), que desde el lunes a las 22.15 marcará la vuelta de la ficción a la pantalla de eltrece después de dos años, destacó que esta serie ambientada en el regreso democrático y que incluye subtramas vinculadas a los desaparecidos y el robo de bebés durante la dictadura cívico-militar «demuestra que se pueden tocar temas interesantes sin perder el entretenimiento».
«Puede haber una historia de amor, entre otros condimentos de una novela, en medio de un tema que está buenísimo para tratar en la tele, como pasó con la película ‘1985’ que sirvió para debatir el tema», dijo D’Elía a Télam sobre la tira de Pol-ka que desembarcará con una temática poco habitual para la televisión comercial.
Con un elenco que completan Federico Amador, Justina Bustos, Juan Gil Navarro, Gloria Carrá, Malena Solda, Andrea Rincón, Toni Gelabert y Nacho Di Marco, entre más, esta historia da un salto temporal desde la primera edición de ATAV en 2019, protagonizada por la «China» Suárez y Gonzalo Heredia y que estaba ambientada en la década del 30.
En esta segunda temporada, el relato transcurre durante el regreso de la democracia y con la Ciudad de Buenos Aires como punto de encuentro de los descendientes de las familias Moretti (Aldo y la Polaca, en ese momento interpretados por Heredia y Suárez) y Salvat (Bruno y Lucia, que encarnaron Albert Baró y Delfina Chaves).
En esta segunda temporada de la serie el relato transcurre durante el regreso de la democracia.
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Allí, además de transitar las consecuencias de la dictadura, como los desaparecidos y la apropiación de bebés, entre otras violaciones a los derechos humanos, los protagonistas atravesarán sus propios conflictos personales en medio del destape, la aparición del VIH y los Juicios por la Verdad.
En esta nueva trama, Federico D’Elía interpreta a Rafael Machado, un médico que dirige el Hospital Central, padre de tres hijos y colaborador de los militares. Mientras se prepara para encabezar la película de Damián Szifron que llevará a los cines a los personajes de la recordada «Los simuladores», que se rodará a finales de este año, el actor de éxitos televisivos como «Poliladron», «Socias» y «Verdad consecuencia» decidió regresar a la pantalla chica, donde había trabajado por última vez en 2016, porque esta propuesta «tenía los ingredientes necesarios».
– ¿Cuáles eran esos ingredientes?
– Me pasaron los primeros tres libros y vi que mi personaje tenía muchas cosas para trabajar, que no siempre pasa con las tiras. Es un género que me encanta pero una cosa es verla y otra es hacerla, porque te transformás en un esclavo de la tele durante un año con todo lo que eso significa. Son 120 capítulos, hay que estarle arriba para mantener ciertas líneas, hay mucho laburo detrás. Por eso tenía mis dudas pero no me arrepiento, todo lo contrario.
– ¿Qué es lo que más te gustó de tu personaje?
– Aunque los personajes de esta tira no están basados en una persona puntual, a todos se los puede asociar con alguien. Y cuando leí los primeros tres capítulos vi la oportunidad de hacer un malo de telenovela no tradicional, que habla de nuestra historia y que a partir de ahí podía contar algo importante. Su entorno es súper interesante; su familia, el hospital, es uno de los pocos personajes que empiezan a viajar por todos los escenarios de la novela.
– ¿Te interesó que la serie abordara temáticas que no suelen estar en la ficción de los canales comerciales?
– Está bueno que se hayan jugado con eso; seguramente va a levantar polvareda porque estamos en una época en la que se polemiza por todo. Pero es espectacular que se muestre esa parte de la historia. Desde la producción se animaron a hablar de esto, de una época. Pero no es que habla todo el tiempo de eso porque sería imposible y riesgoso hacer 120 capítulos así. Me parece buenísimo que se aborden esos temas pero en el medio hay una telenovela, con sus historias de amor, con su humor.
– Los 80´ también son una época bastante idealizada, que genera cierta nostalgia…
– Claro. Esto empieza cuando se termina la dictadura, más allá de algunos flashbacks, y lo que se va a contar es que volvimos a la democracia y cómo fue, qué coletazos quedaron de aquello, de la libertad. Yo viví los 80s como adolescente y a la distancia digo «qué buena época» porque con la democracia se respiraba esa libertad nueva y eso se transmite en la novela.
– Tu última aparición televisiva fue con «Esperanza mía» en 2016. ¿Qué desafíos tiene la ficción televisiva para sobrevivir entre las plataformas?
– El argentino estaba muy acostumbrado a la novela, teníamos novela al mediodía, a la tarde, a la noche, y eso fue desapareciendo. Ahora no sos esclavo del horario y podés ver lo que quieras pero las plataformas también se están reacomodando: antes parecía que todo era calidad y ahora solo necesitan cantidad. Hay una ausencia enorme de ficción en la tele abierta y me dan ganas de decir «volvamos a hacer tele, abran de nuevo los canales, anímense». Habrá que sacar números y pensar cómo: quizás con novelas más cortas, que tengan una segunda ventana en plataforma, no sé, pero creo que hay que buscar alguna manera.