La Nena
Estaban mediando los años 60 cuando las pantallas de los televisores argentinos parecieron, de pronto, proyectar una luz particular: la luz de «La Nena», de Margarita, la hija de Osvaldo Miranda en la ficción, en la realidad la actriz María Celina Parrondo, que pronto será Marilina Ross. La luz intacta de Marilina Ross.
Al momento de encontrarse con el éxito de «La Nena», Marilina tenía 23 años, y llevaba unos cuántos de formación actoral. Siendo niña comenzó sus estudios de arte dramático en el Teatro Infantil Labardén. Según suele contar Graciela Borges, su compañera de curso, Marilina, como estudiante, era “la que iba primero que yo, a la que la elegían antes que a mí, la que hacía de protagonista, una persona amada por mí; ella era elegida para todo, para el baile, para el acto, para todo”.
También la eligió masivamente el público cuando trascendió la pantalla siendo «La Nena», y la seguirán eligiendo una y mil veces más.
Por entonces, casada con el actor Emilio Alfaro, la revista Gente mostraba a la pareja con discos desparramados en el suelo, cuerdas de guitarra, y escuchando a los Beatles, con esta presentación: “Un matrimonio auténtico que por momentos quiebra los límites fijados a la verdad de la sociedad en la que viven”.
Los límites fijados serán descorridos continuamente por esta artista extraordinaria, imposible de encasillar.
Cuando Marilina era «La Nena»
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El nuevo mundo no espera más
«Mirá, Raimundo, que el nuevo mundo no espera más», cantaba Marilina Ross con su guitarra, una noche de agosto de 1972, en una de sus primeras presentaciones públicas como cantante, en el teatro La Cova; la canción era de Miguel Cantilo, también interpretó temas de Piero, y algunos propios. Luego bajó del escenario y vino el turno de un dúo que recién estaba comenzando y que a Marilina le parecieron enormemente talentosos. Se llamaban Sui Generis.
A mediados de la década de los 70, Marilina Ross tiene listo su primer LP, «Estados de ánimo». Las canciones habían llegado para quedarse.
Los temas de este álbum, en particular uno de ellos, se convertiría en un suceso absoluto. Se trata de “Quereme… tengo frío”.
La enorme difusión de este tema responde al hecho que fue incluida en la telenovela «Piel Naranja», de Alberto Migré, protagonizada por Marilina y Arnaldo André.
«Piel Naranja» fue el programa televisivo más visto del año, con niveles de audiencia históricos, emitido por Canal 13 en 1975, y es también en ese canal y en ese año que Marilina presenta su álbum en un especial llamado “Mis estados de ánimo”.
Ya en este primer LP, veremos lo que ocurrirá también en los siguientes: las letras de Marilina son confesionales, en muchos casos autobiográficas, poéticas, verdaderas. Lo anuncia en una de sus canciones, «Fotos mías»:
«Mírenme a los ojos, aquí estoy, abierta en dos, quiéranme como soy, así, soy yo…»
¿Y cómo es Marilina Ross?
“Yo fui de todo: hippie, rockera, teatrera y militante…”, dice ella, repasando su vida en una entrevista con Mariano del Mazo.
Y efectivamente, Marilina es todo: parte de la cultura rock, parte de la canción melódica; es La Nena, es La Raulito, conjuga el éxito con el compromiso, transita una alta exposición, y también la censura. Primero, por el gobierno de Onganía: tal el caso, por ejemplo, de “Ufa con el sexo!”, un film basado en el libro “Hip Hip Ufa!” de Dalmiro Sáenz y prohibida por el gobierno de Onganía por atentar contra la moral y las buenas costumbres.
Con la agrupación Gente de Teatro realizó “Cosa Juzgada”, un programa de televisión impactante e innovador que mostraba casos reales tomados de los archivos de tribunales, guionados por la escritora Marta Mercader, con adaptaciones de Carlos Gené y la dirección de David Stivel.
Fueron tres años del ciclo que representó un hito en la televisión por su temática y gran aceptación, hasta que fue levantado. En «Nadie», uno de los capítulos del ciclo, se hablaba por primera vez de la historia de la Raulito, personaje que Marilina volvería a encarnar en la multipremiada película de 1975, bajo la dirección de Lautaro Murúa, que le valió el elogio de la crítica local y mundial.
Todo eso es Marilina Ross y mucho más. La poética de sus canciones, la forma de interpretarlas, su voz infinitamente expresiva, la covertirían en una cantautora que marcó a varias generaciones, quienes atesoran sus canciones, en muchos casos, como himnos.
Pero habrá que esperar la llegada de los años 80 para que Marilina vuelva a grabar, cuando irrumpa con su siguiente disco y, como señala Mariano Del Mazo, el rock la mire extrañado: ¿Quién es esa actriz que canta canciones de amor como escapada de una carpa de Woodstock?
Y habrá que esperar a los años 80 porque un tiempo después de grabar este primer LP, Marilina debió dejar el país y radicarse en España, por las constantes amenazas recibidas a causa de su militancia en el peronismo.
«Ufa con el sexo», de Rodolfo Kuhn
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Y la niña que fui…
En 1980 Marilina Ross, o María Celina Parrondo (su verdadero nombre) vuelve al país, luego de su exilio en España. La actriz seguía estando prohibida, de modo que empezará a dejar atrás esa profesión para dedicarse a la música. Mucho tiempo después, le contará a Marta Dillon, en una entrevista: “Yo pensé: ‘¿No me dejan actuar? ¿Estoy prohibida como actriz?’ Bueno, “Puerto Pollensa” es de María Celina Parrondo. ¿Y quién es ésa? Yo. Marilina Ross estaba prohibida, no yo, además nunca había cometido ningún delito”.
Para celebrar su vuelta, Emilio Alfaro, la ex pareja de Marilina, le organizó una bienvenida en su casa, con amigos y amigas del mundo del teatro, como Alejandro Doria, que invitó a Sandra Mihanovich a la reunión, ya que ella admiraba a Marilina, pero no se conocían personalmente.
Ya se conocerán, y pronto Sandra conocerá también una canción que Marilina Ross compuso y no pensaba cantar en público, pero sí lo hará Sandra Mihanovich, y entonces el país entero conocerá a un gordito de gafas que fue corriendo a cambiarse los lentes.
«Puerto Pollensa» inició entonces su destino de himno en la voz de Sandra, que la incluyó en su repertorio. Si bien en la letra no podía determinarse el género gramatical de sus protagonistas, algo indicaba que por fin alguien describía y visibilizaba la disidencia sexual.
En palabras de Marta Dillon, “hubo un tiempo en que ciertas canciones funcionaron como contraseñas y sus letras más que escucharse se interpretaban. Hubo un tiempo en el que no había foros de Internet para que preguntas y respuestas se intercambien con la velocidad y la liviandad del anonimato y entonces eso que alucinaba al “gordito de gafas que fue corriendo a cambiarse los lentes” en la mítica “Puerto Pollensa” era un murmullo que circulaba guiños de por medio, pero sin ninguna certeza, porque preguntarlo a la autora era meterse en su vida privada o recibir negativas de plano sobre cualquier posibilidad disruptiva de ese beso”.
El amor que no podía ser nombrado tenía su canción.
Es en 1982 entonces que regresa a las bateas un disco de Marilina Ross. Lleva de título “Soles”; allí está su “Puerto Pollensa”, así como otra canción que también quedará para siempre en la memoria colectiva, pues resultó en su momento un canto esperanzador en la oscuridad que aun reinaba en nuestro país, y que pronto acabaría: aquella que decía aunque no lo veamos, el sol siempre está….
Desafiemos la sombra a la luz de una idea…
“Cumplió 40 años pero sigue siendo La Nena”, titulaba la Revista La Semana, en febrero de 1983, una entrevista con Marilina. Ese año, cuando ya era inminente la vuelta de la democracia, hizo dos conciertos en Obras, “el templo del rock”, en el mes de julio y lanzó su disco “A mis queridos seres”.
La tapa, tal como señala Gustavo Alejandro Blázquez, “presentaba a la artista en un espacio etéreo. El Yo de la cantante se transformaba en una nube más. Su rostro funcionaba como una máscara que, al desplazarse, dejaba ver las ataduras que la sujetaban. Tanto la imagen como las canciones apelaban a la existencia de una red que conectaba a los seres humanos sin distinción alguna. En los shows, el vestuario de la artista, sus pantalones y sacos con grandes hombreras de color blanco considerados en la época “unisex”, reforzaba esa idea”.
“Hacer el amor” es una de las canciones de este álbum, y otra vez Marilina Ross corría un límite de lo decible.
La cantautora siguió nutriendo de clásicos a nuestra música popular durante los restantes años de la década del 80 en los discos “Cruzando las grandes aguas”; “Mis hijos naturales”, y “Conectándome”; y la nueva década la abrirá con su sublime interpretación de “Honrar la vida” grabada en el álbum “Latiendo con Eladia Blázquez, Silvio Rodríguez, Claudio Baglioni”(1990). Vendrán luego “Contra Viento Y Marea” (1991), “De Amor Y De Locuras” (1993) y “Más Que Un Sueño” (2000).
No hay homenaje que alcance para celebrar los 80 años de la dueña de estos versos: “Desafiemos la sombra a la luz de una idea, con el alma encendida hay que andar por la vida, contra viento y marea”; la dueña de la luz, Marilina Ross, la mujer que nos iluminó.