Natalia dibuja edificaciones que van a ser demolidas. O que ya lo fueron. A Natalia la llena de tristeza caminar por las calles de Buenos Aires y encontrar construcciones históricas atravesadas por un cartel que anuncia su desaparición. Allí donde hay una casona de fin del siglo XIX, habrá primero nada y después un sofisticado edificio, ese nuevo rostro del negocio inmobiliario porteño.
La arquitecta Natalia Karbabian realizó en menos de un año 86 ilustraciones que buscan recuperar la memoria, preservar una identidad, soñar con una ciudad diferente.
Ilustraciones que desde junio del año pasado realiza con tozudez, sube a las redes sociales y que ahora podrán verse “en vivo y en directo” en la muestra que inaugura este jueves en Chimera Arte.
Algo de su trazo, de las finas líneas negras que pueblan sus originales y del coloreo digital que le dan una fisonomía definitiva, tal vez ayuden a traer de regreso las casas y edificios arrasados en los últimos dos años.
Que se borre el olvido
“Empecé a ilustrar la arquitectura que nos identifica para honrarla, para no olvidar. Cuando aparece el espacio vacío empezás a dudar lo que había allí. Y una manera de evitar que se borre la cultura, la identidad y el patrimonio es dibujándolo”, cuenta Karbabian a Télam.
Fue durante 2021, cuando la pandemia empezada a dar un respiro, que Kerbabian empezó a “rumiar en el interno” la necesidad de dibujar las fachadas que ya no estaban, las construcciones históricas que iban a desaparecer.
«Hay una desconexión enorme entre quienes deben garantizar la preservación y la estima que el patrimonio tiene para la sociedad»Natalia Kerbabian
Se detiene ante una edificación o un lote, recupera estilos, formas, escalas, detalles. Dibuja y al pie de la hoja registra la calle, la altura, el barrio y, si la destrucción se consumó, el año de demolición.
“Empecé a notar un montón de tapias y demoliciones. Pero fue en junio de 2022 cuando vi la demolición de la esquina de Olazábal y Vidal. Tres casonas de 1888 del arquitecto Alfredo Olivari, en estado de conservación, que se demolieron para construir un edificio en altura. Fue un quiebre para mí. Mitad enojada, mitad shockeada, empecé a ilustrar tratando de soportar lo que estaba viendo”.
Así nació «Ilustro para no olvidar», un proyecto artístico seguido con interés en las redes sociales. En cada posteo acompaña la ilustración con una foto del vacío que deja la casa, o el edificio por venir. Impacto visual. Y emocional.
Volver a mostrar lo que ya no existe
Según datos oficiales, en la Ciudad de Buenos Aires hay cerca de 140.000 edificaciones previas a 1941, de las cuales 18.000 tienen valor de patrimonio histórico y sólo 3.000 cuentan con respaldo legal.
La reforma de los códigos Urbanístico y de Edificación en 2018 impulsó la ocupación de esquinas y la sobreconstrucción en lotes donde había edificaciones. Pero las demoliciones, muchas de ellas de inmuebles protegidos, se aceleraron entre 2021 y 2022.
Karbabian ilustra lo que se va demoler. Pero también lo que ya no existe. Aquella destrucción de la que se enteró tarde, una vez concretada. Dibuja a mano, en tinta, y después acuarela en digital.
“Las construcciones que no están catalogadas ni aparecen en revistas de arquitectura las encuentro, por ejemplo, en el Google Maps o en el mapa interactivo de la Ciudad. Así voy reconstruyendo esa arquitectura que hoy ya no está físicamente”, relata la arquitecta.
Karbabian empezó tomando nota de las demoliciones en Palermo, Villa Ortúzar, Colegiales, Belgrano y Barrio Norte, donde en larga caminatas relevaba fundamentalmente casas, tapias y petit hotel.
El rescate del patrimonio arquitectónico cuenta hoy con el apoyo de los vecinos, a través de relevamientos que recibe de los distintos barrios de la Ciudad. “Soy un canal de registro. Me dicen ‘Naty van a tirar esto, Naty esta construcción está en venta como lote, Naty acá hay un hueco que antes no estaba’…”.
Un registro, una galería, un café
Kerbabian comenzó a difundir sus ilustraciones en Instragram (@ilustroparanoolvidar), para después ampliar los canales de difusión a Twitter (@natzkerba) y Facebook (Ilustro para no olvidar).
Pero las tiras con la ilustración, lo que existía y el vacío que provoca la demolición también pueden verse en una galería web que contiene el catálogo-registro del trabajo (cafecito.app/ilustroparanoolvidar), con la información de cada caso.
Esta galería es, a su vez, un café. Dado que el proyecto es autogestivo se puede abonar “un cafecito” para ayudar a sostenerlo. Quien lo hace recibe una ilustración por mail que se puede imprimir.
“Si la arquitectura está viva yo me acerco a ilustrar y si ya no existe dibujo a partir de los registros que encuentre. Dibujo sentada en la computadora, a mano alzada en la hoja o en la calle”.
Para quién se construye
“No se está respondiendo a los pedidos de preservación de identidad. Se desestiman arquitecturas sentidas. Hay una desconexión enorme entre quienes deben garantizar la preservación y la estima que el patrimonio tiene para la sociedad. Son arquitecturas que, una vez destruidas, son irremplazables, ya no pueden ser recreadas”, advierte Korbabian al analizar las causas de un fenómeno que parece acentuarse.
“La creencia de que si vivís en un edificio nuevo y alto sos más feliz a veces difiere de la realidad. Entonces debe haber una política pública que vaya más allá de si los dueños quieren vender”, propone.
«Pensar qué tipo de Ciudad queremos, qué tipo de Ciudad teníamos y cuál queremos construir»Natalia Kerbabian
Para la arquitecta “todo acompañado por la especulación inmobiliaria y de las ‘oportunidades’ de quienes pueden generar más dinero del que ya tienen”.
Se demuele sin tener que hacerlo e ignorando el patrimonio cultural. Y cuando se construye no es para quien lo necesita. “Hay que preguntarse –añade- para quién se demuele y para quien se construye. Cuando se construye no tiene acceso quien no tiene casa”.
“La calidad de vida también se ve afectada. La calidad del aire, de la luz, de los espacios verdes, de la infraestructura, se ve deteriorada. No se está planificando futuro sino la oportunidad del presente”, destaca.
Una muestra para estimular
Las ilustraciones de Kerbabian (diez originales en papel tinta y quince láminas impresas) se verán por primera vez en vivo desde este jueves y hasta el 3 de marzo en Chimera Arte (Tres Arroyos 402, CABA). Un espacio artístico que según la artista promueve el debate y la participación de los vecinos.
“No es una muestra hecha solo para ‘mostrar’. Es una forma de compartir los procesos y reunirnos como ciudadanía. Pensar qué tipo de Ciudad queremos, qué tipo de Ciudad teníamos y cuál queremos construir. En definitiva, qué clase de seres queremos ser en comunidad”.
Podrán verse en la muestra “la escuela taller”, “la obra Kainai” (demolida en la avenida Rivadavia), las esquinas de Córdoba y Pringles, la de Boedo y Rondeau (declarado de interés cultural y que se vende como lote) y la de Armenia y Sante Fe (histórico restaurante Hermann, demolido). Además, dos petit hotel sobre la calle Rodriguez Peña (también demolidos) y arquitectura barrial.
Un pulmón para Colegiales
La multiplicación de espacios verdes forma parte de la recuperación del patrimonio histórico de la Ciudad de Buenos Aires, del rediseño urbano y de la calidad de vida para sus habitantes.
Natalia Karbabian advierte sobre la necesidad de preservar el último pulmón verde de Colegiales, un barrio densamente poblado con baja proporción de espacios naturales: 52.500 habitantes en 2,3 kilómetros cuadros de superficie y con sólo 0,7 metros cuadros de suelo verde por habitante.
Se trata del ex playón del ferrocarril delimitado por las calles Cramer, Federico Lacroze, Moldes, Virrey Olaguer y Feliú, Vidal y Virrey Avilés, y en el que los vecinos reclaman se construya un gran parque público 100 % verde.
“Mi intención es que en cada muestra, que espero poder llevar a los distintos barrios, haya un compartir de memorias ciudadanas. Tratando que la gente pueda aportar su propia memoria: fotos, textos, escritos sobre lugares que están deteriorados o que ya no existen. Pienso la muestra como un espacio dinámico”.
Natalia Kerbabian tiene una pesadilla recurrente: una ciudad donde todas sus fachadas no sean más que dibujos. También un sueño: transfomar la degradación cultural que supone la demolición del patrimonio arquitectónico de la Ciudad en un futuro que honre el pasado. Algo así como valorar aquello que somos.