María Elena Walsh, entre las hojas que cantan
En el natalicio de María Elena Walsh, recordamos la enorme influencia que esta compositora, cantautora, escritora, poeta, dramaturga y activista, ejerció en artistas de todas las generaciones y estilos musicales; en la niñez que atravesamos, y en las mujeres, que, en épocas en las que el feminismo era casi una mala palabra, encontraron en ella una forma de estar en el mundo, interpelando los mandatos establecidos.
María Elena y el rock
Si bien no se inscribe dentro del ámbito del rock, vale destacar que María Elena Walsh es una referencia para una gran cantidad de artistas que sí se movieron y se mueven en esa escena. Su disco “Juguemos en el mundo”, de 1968, expresaba desde sus letras el clima contestatario de esos tiempos: pacifismo, feminismo, protesta contra la injusticia social, y se volvió un faro para muchos y muchas artistas del rock.
Miguel Cantilo, en una entrevista en el programa “Encuentro Nacional”, de Radio Nacional, reconoce que ella fue una referente para el dúo Pedro y Pablo, incluso señala que con Jorge Durietz componían pensando en el estilo de María Elena Walsh.
Recuerda María Rosa Yorio que en la pieza en la que convivía con Charly García, solían cantar a dos voces las canciones de este disco de María Elena; “por eso siempre me causó gracia cuando Spinetta decía peyorativamente que la música de Sui Generis le resultaba parecida a las canciones de María Elena Walsh”, remarca la cantante, en su libro “Asesínenme” (2019).
También fue una influencia para Miguel Abuelo, tal como afirma Javier Arroyuelo en una entrevista para el diario La Nación, cuando describe la síntesis estética de este artista como “la mezcla imprevista de referencias múltiples, no sé si todas conscientes: folclore argentino, trova, María Elena Walsh, cabaret vanguardista, y también Béla Bartók y Walt Whitman”.
Asimismo, como señala la etnomusicóloga Mercedes Liska, en su artículo “Biografías sobre mujeres músicas: tramas de género y sexualidad en los significados de la obra musical de María Elena Walsh”, el dúo Valladares-Walsh también estableció en la Argentina una trayectoria de dúos femeninos acotada pero resonante en la historia musical popular, en la que después se destacaron Sandra Mihanovich y Celeste Carballo.
Estos dúos de mujeres, afirma Liska, enriquecieron la música argentina porque visibilizaron una enunciación femenina distinta respecto de las cancionistas del género romántico y porque, en esa alianza, encontraron cierta fortaleza para narrar el amor entre mujeres.
«Barco quieto» (Sandra y Celeste)
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En su disco “Mujer contra mujer”, de 1990, Celeste Carballo y Sandra Mihanovich graban una canción de Maria Elena Walsh: “Barco quieto”.
Los ejemplos que demuestran la influencia de María Elena Walsh en nuestro rock podrían seguir siendo enumerados. Atraviesan toda nuestra historia hasta la actualidad.
La cantautora Paula Maffia dice expresamente, en una nota escrita por ella en Pagina 12: “María Elena Walsh es fundacional. No sólo porque la considero, lejos, la mejor música del rock nacional (ya que excede su ámbito de recopiladora, poeta, mujer de mundo, etcétera) y por ser mi mayor referente sino porque siempre sentí que la conocía. Nunca dudé de que ella no me conocía a mí: es lógico, nunca nos vimos. Sin embargo, en algún lugar, tuve la sensación de que ella esperaba que yo escuchara, desmenuzara y me nutriera de su obra. Siempre creí que ella me estaba mandando un mensaje que sólo yo iba a lograr descifrar”.
Basta con escuchar la versión de Paula de “Canción para bañar la luna” para comprobar que ese mensaje fue descifrado a la perfección.
«Canción para bañar la Luna» (Paula Maffía)
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También Lula Bertoldi reconoce a Maria Elena Walsh como referente, al punto que la homenajeó en un concierto con un repertorio exclusivamente conformado por canciones de María Elena, reversionadas por ella y el músico Nicolás Sorín, en el hall del teatro San Martín, en julio de 2018.
«En el país de Nomeacuerdo» (Lula Bertoldi)
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María Elena y el feminismo
Los comienzos de los años 70 son los tiempos del surgimiento de la segunda ola del feminismo local, una militancia feminista porteña nucleada en diferentes organizaciones que orientaron sus batallas al campo de la vida cotidiana, lo cultural, lo massmediático.
María Elena Walsh fue una de las voces que se levantaron para poner en foco las cuestiones de género a través de sus crónicas periodísticas, publicadas en medios como La Nación, Clarín, en la Revista El Hogar, Revista Realidad, Revista Sur, y en Humor. En esta última, escribió su inolvidable artículo «Sepa por qué usted es machista» (1980) donde enumeraba 24 razones, entre ellas, algunas de estas:
➤Porque quiere hacer mérito ante los centros de poder, exclusivamente masculinos: empresariado, Fuerzas Armadas, animadores de TV, deporte, sindicatos, clero, pompas fúnebres, etcétera.
➤Porque todo ese asunto de la gestación y el parto le da miedo y asquete, como la educación sexual al Ministro de Educación.
➤Porque no soporta la idea de un rechazo sexual hacia usted o hacia otro, y cree que la bella siempre debe estar a disposición de la bestia.
➤Porque supone que la mujer quiere imitar al varón, y no sabe que antes muerta que imitar a semejante fabricante de desastres, desde la guerra atómica hasta el IVA.
➤Porque tiene mucha paciencia para dejarse pisar la cabeza por cualquier matón y muy poca para comprender errores de mujeres, que al fin y al cabo son, históricamente, debutantes en la mayoría de las profesiones.
➤Porque usted teme que le roben algo y no sabe bien qué, a pesar de que a diario lo saqueen y basureen, y no precisamente las mujeres.
También en televisión llevó a cabo, junto a Susana Rinaldi, y María Herminia Avellaneda, el programa “La Cigarra”, que fue burdamente criticado, y luego levantado, en definitiva porque su perspectiva feminista era muy adelantada para la época.
En recuerdo de «La Cigarra»
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Asimismo podemos escucharla cantar en “Requiem de Madre” (1973), con ironía infinita, la protesta contra la desigualdad en la distribución de roles establecidos:
“Aquí yace una pobre mujer que se murió de cansada. / En su vida no pudo tener jamás las manos cruzadas. / De este valle de trapo y jabón me voy como he venido, / sin más suerte que la obligación, más pago que el olvido. / Aleluya, me mudo a un hogar donde nada se vuelve a ensuciar. / Nadie me pedirá de comer, en mi última morada / no tendré que planchar ni coser como condenada”.
«Réquiem de madre» (María Elena Walsh)
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Maria Elena y la niñez que atravesamos
Quienes vivimos una infancia entre sus libros y canciones sabemos lo que significó para nuestra niñez ese universo en el que ella nos invitaba a entrar, con sus personajes y metáforas, que aún sin poder descifrar, presentíamos lo que allí había de contestatario; algo nos decía que el mundo podía ser pensado, vivido, de otra manera a la que se nos imponía.
En las casas familiares, o en jardines de infantes y escuelas, la obra de María Elena Walsh unía, y sigue uniendo la infancia propia con las de otras generaciones. Cuando suena una canción de ella, o cuando alguien comienza a tararearla, el tiempo parece suspenderse, para volver a ingresar a ese universo construido por ella, un universo con regla propia: la de poner en tela de juicio las reglas establecidas.
Cuando el 10 de enero de 2011 María Elena Walsh dejó este mundo, no lo dejó del todo. Ella sigue presente, al este y al oeste, al norte y al sur, en quienes fueron atravesados por su obra: en cada artista, en todas las infancias, en las mujeres. Y entre las hojas que cantan.
«Canción del jardinero» (María Elena Walsh)
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