Espectáculos

la piratería al rescate de los baches en la historia del rock local

Charly García, Pedro Aznar y David Lebón / Foto: Alfredo Luna

A 40 años de los últimos shows de Serú Girán en Obras, que quedaron plasmados en el disco en vivo “No llores por mí, Argentina”, un documental del periodista Lautaro Guido Pavía, a partir de un registro de esos conciertos realizado con un grabador de mano por el coleccionista Gustavo García, echa luz sobre a una serie de mitos en torno a esos recitales, a la vez que reivindica el rol de la piratería en la reconstrucción de la historia del rock argentino.

“Ahora podemos conocer realmente cómo sonó Serú en su despedida”, celebró Pavía a Télam, tras cuatro décadas en donde el único testimonio de esa serie de conciertos era un disco oficial que fue por demás maquillado en estudio.

La ausencia de archivos formales fílmicos y sonoros alimentó algunas historias distorsionadas en torno a los últimos conciertos ofrecidos por Serú Girán, las cuales son finalmente esclarecidas a partir de este trabajo que puede verse en los canales oficiales del legendario supergrupo que conformaron Charly García, David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro.

“Me motivó a hacerlo que la grabación del disco `No llores por mí, Argentina´ es uno de los grandes mitos en la historia de Serú, porque nadie sabía por qué los músicos habían retocado tanto el disco, que al final terminó siendo un disco casi de estudio. Yo quería saber cómo sonaba el grupo y estuve años buscando la grabación de aire para saberlo. La respuesta se da en el documental”, señaló Pavía.

“La llamada piratería viene a reconstruir los pedazos que la historia oficial no pudo, por desidia o por no querer guardar conscientemente archivos y grabaciones. Nosotros venimos a tratar de completar esa parte que está mal contada o que directamente no está contada por falta de archivos”Lautaro Guido Pavia

La reconstrucción fue posible gracias a la incansable búsqueda del realizador, que tuvo su base fundamental en las cintas registradas por el coleccionista Gustavo García, la cual se amplió con el aporte de algunas breves imágenes tomadas por otros asistentes a los conciertos y los testimonios del staff de la banda.

Así desfilaron los ingenieros de sonido Amilcar Gilabert y Gustavo Gauvry, y el iluminador Juan José Quaranta, como así también el periodista Alfredo Rosso, quien sumó la mirada histórica.

El viernes 5, el sábado 6 en dos funciones y el domingo 7 de marzo de 1982, Serú Girán ofreció conciertos para despedir temporalmente a Pedro Aznar, quien había decidido emigrar a Estados Unidos para intensificar sus estudios musicales. Pero lo que iba a ser una pausa en la historia de la banda se terminó convirtiendo en su disolución definitiva, por lo que los shows adquirieron un ribete histórico.

El carácter mítico de esos recitales se incrementó a partir de una anécdota que solía contar el propio Charly García en torno a su intervención desde el escenario para evitar que la policía se llevara detenida a personas del público en pleno show; un hecho por demás heroico si se tiene en cuenta que aún se estaba bajo la feroz dictadura cívico-militar que asaltó el poder entre 1976 y 1983.

Justamente, el documental revela cómo se dieron realmente los acontecimientos, a la vez que apela a la emoción a partir de la genuina reacción de cada uno de los personajes que aportó testimonios al escuchar la cinta original.

Pero además, el trabajo audiovisual permite ingresar en el terreno de lo contrafáctico cuando los participantes elucubran en torno al destino que podía haber tenido la carrera de Serú Girán de haber continuado. Allí aparece con fuerza la idea de salir a la conquista del mercado internacional, cuando se escucha por primera vez en este documental una versión en inglés de la aún inédita “Yendo de la cama al living”, cantada por David Lebón.

Pavía contó a esta agencia que el trabajo de investigación se amplió con la búsqueda de más cintas grabadas por fans de esos shows, a modo de completar algunos baches que había en las grabaciones realizadas por García; y de fotos y filmaciones de los conciertos.

“Tuve la suerte de contactarme con la única persona que filmó algunos minutos de la primera función del sábado 6. Era alguien que había comprado una filmadora Súper 8 y grabó unos cinco o seis minutos. Son las únicas imágenes que se conocen de ese ciclo”, detalló.

Y agregó: “También contactamos a gente que había sacado fotos. Procuramos que sean inéditas, porque consideramos que en los documentales de rock siempre se cuentan las mismas anécdotas, se muestran las mismas fotos o imágenes, y se tornan aburridos. Los fans siempre quieren tener lo desconocido, lo que produce asombro o interés”.

Pero, en definitiva, el gran valor que surge de este trabajo de Pavía y García, que contó con el total apoyo de los integrantes vivos de Serú Girán y de Juanito Moro, hijo del fallecido baterista Oscar Moro, es que permite un acercamiento real a lo ocurrido en esas jornadas de marzo de 1982 y es allí donde adquiere su dimensión histórica el rol de la piratería.

“Los grandes medios nunca tuvieron una política de preservación de archivos. Por ejemplo, no hay ni un segundo de archivo del show gratuito de Serú en la Rural de 1980, organizado por el programa `Música prohibida para mayores´, que se emitía por la televisión pública. Gracias a Gustavo (García), tenemos algún tema grabado de ese recital, que fue la primera vez que un grupo en la Argentina reunió 60 mil personas”, apuntó Pavía.

“La llamada piratería viene a reconstruir los pedazos que la historia oficial no pudo, por desidia o por no querer guardar conscientemente archivos y grabaciones. Nosotros venimos a tratar de completar esa parte que está mal contada o que directamente no está contada por falta de archivos”, completó.

El realizador calificó como “héroes” a quienes desde los inicios del rock argentino hasta finales de los `80 transgredieron la norma escrita en las entradas a los recitales que prohibía el ingreso con grabadores o cámaras fotográficas, sorteando inconvenientes técnicos y posibles represalias de las autoridades en épocas dictatoriales; por su visión histórica.

El incidente de Charly con la policía, que detenía a personas del público, es una prueba del testimonio que deja este tipo de registros, según la lectura de Pavía.

“Excede la historia de Serú porque estamos hablando de rock y dictadura, y se desmiente esa idea que en la dictadura el rock no fue valiente ni contracultural. Todo lo contrario”, puntualizó a modo de ejemplo.

Fuente: Telam

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