el país de las redes feministas para contrarrestar las violencias
El segundo rival de Argentina en Qatar 2022 es México. Es vasto el aporte que este país ha hecho y hace desde los movimientos de derechos humanos, de mujeres, de la población LGBTIQ+. Su construcción de redes de activistas en diversos ámbitos se ha extendido al mundo. A la par, es el país que registra el índice más alto de femicidios en la región. La contribución de las feministas a través de la música y el cine, es otro elemento distintivo.
Y será una mexicana la que hará historia desde las canchas de este Mundial. Se trata de la ingeniera agroindustrial mexicana Karla Díaz Medina, una de las seis mujeres que, por primera vez en la historia de las 22 ediciones de la Copa Mundial de Fútbol, sumará presencia femenina al equipo arbitral.
Esta es la tercera entrega del especial de Télam que mira el Mundial con enfoque de derechos, pero antes de adentrarse en México es importante aclarar que el país está constituído por 32 estados, con sus propias autoridades para determinar sus leyes y políticas en cuestiones civiles, de familia y de registro.
Tiene el Instituto Nacional de las Mujeres (InMujeres) que es una oficina federal creada en 2001. «Combatiendo la violencia y la discriminación hacia la mujer», es la presentación que se lee en su web oficial.
Es el país donde surgió la categoría jurídica de femenicidio, creada por la antropóloga feminista. Marcela Lagarde y de los Ríos, y adoptada en casi toda Latinoamérica. La profesional hizo la distinción entre «femicidio» y «feminicidio»: el primero implica el asesinato de mujeres, mientras que el segundo apunta al asesinato de mujeres como un problema social, estructural y político, donde el Estado tiene responsabilidad por la cantidad de casos impunes.
La primera entidad en incluir este delito en su Código Penal fue el Estado de México en 2011 y, para el 2017, todos los estados del país habían clasificado al feminicidio como delito, informa InMujeres.
Según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a agosto de 2022 se registraron 600 «presuntas víctimas de feminicidio».
Sin embargo, activistas locales advierten un fuerte problema de impunidad en casos que no se reconocen como feminicidios y que resulta «muy complejo que se judicialicen como tal», explica a Télam la activista y periodista mexicana, Geo González.
Lo cierto, es que México tiene los índices de feminicidios más altos de América Latina. Las cifras oficiales del Estado mexicano «se construyen a partir de las carpetas de investigación que se abren en las fiscalías, donde muchas veces no se determina el delito de feminicidio y se usa otro que puede ser homicidio, lesiones, o incluso hablarse de suicidio», explica la profesional.
«Por más que exista la cifra de que en México hay 11 feminicidios al día, esto es en lo social, pero no lo es para la justicia. La justicia le sigue debiendo mucho a las víctimas de feminicidio, porque tanto en las muertes violentas de mujeres cisgénero, niñas y adolescentes y de mujeres trans sigue haciendo falta la aplicación de protocolos con perspectiva de género y de derechos humanos», añade.
El impacto mundial que provocó Ciudad Juárez para visibilizar la violación de derechos de mujeres, es parte del contexto a considerar. Desde 1993, la aparición de cientos de cuerpos de mujeres en ese lugar ubicado en Chihuahua, horrorizó al país y al mundo, y se convirtió desde entonces en un «foco rojo» de violencia hacia las mujeres.
En noviembre de 2001, la historia se repetía: en lo que supo ser un campo algodonero aparecieron los cuerpos de, al menos, ocho jóvenes más. Ante las irregularidades en la investigación, las madres de algunas de las jóvenes asesinadas presentaron una denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en 2009 condenó al Estado mexicano por no garantizar el derecho a la vida de las mujeres con una sentencia histórica conocido como «Campo Algodonero».
Desde 2019, diferentes organizaciones civiles lanzaron una campaña que pretende evidenciar la violencia de género recuperando la cruz rosa que se convirtió en símbolo de las protestas por las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez, y que ahora se impregnan en rincones de cada estado mexicano.
En relación a transfeminicidios, la situación es similar, ya que tampoco existen datos oficiales. El relevamiento lo hacen organizaciones a partir de notas periodísticas.
De acuerdo con el monitoreo de Letra Ese, en los últimos cinco años se registraron en el país un total de 461 homicidios de personas LGBTIQ+.
El #Inmujeres llevó a cabo el «Encuentro entre mujeres #TrabajadorasSexuales«, con el objetivo de intercambiar experiencias, necesidades y retos, para trabajar hacia una agenda política de derechos y no criminalización. pic.twitter.com/AbqPqlDNAb
— Inmujeres México (@inmujeres) November 24, 2022
«Existe un punto de inflexión (en la cantidad de transfeminicidios), que es el 2016, en un contexto en que también el Frente Nacional por la Familia, que es un grupo antiderechos, tomó las calles y su discurso y narrativa de odio estuvo muy insertada en los medios de comunicación masivos que dieron lugar a ‘debates’ en relación a estos derechos, en particular de la población LGBT. Eso abonó a un ambiente en el que estos crímenes de odio aumentaron desde el 2016», analiza González.
Y agrega: «Esto también tiene que ver con el trabajo de los activismos que funcionan en red. El estado con más crímenes de odio es Veracruz, donde hay un contexto de hostilidad y violencia y al mismo tiempo una red de activistas conectada que hace que el registro de todas estas violencias estén más a la mano».
Sobre derechos para la población LGBTIQ+, se destaca que el matrimonio entre personas del mismo sexo está permitido en 29 estados.
En tanto, el reconocimiento de la identidad de género está garantizado únicamente a través de reformas, decretos o acuerdos en 19 estados.
En cuanto al acceso al aborto, en 2021 la Suprema Corte despenalizó la interrupción voluntaria del embarazo, y en 11 entidades de la República se despenalizó la práctica, en las primeras 12 semanas de gestación.
Cuando se piensa en las músicas, la lista es extensa. Desde Chavela Vargas, Lila Downs y Natalia Lafourcade, que son algunas de las artistas mexicanas que le hicieron y hacen frente de diversas formas al machismo. Hoy, la posta la lleva una nueva generación, como la rapera Mare Advertencia Lirika y las cantantes Renee Goust y Vivir Quintana, autora de la «Canción sin miedo», adoptada como el himno de las movilizaciones feministas en el país desde su lanzamiento en 2020.
Así todo, la paridad de género en los eventos en vivo del país sigue siendo un terreno de lucha: hasta el 2019, los porcentajes de protagonistas mujeres en festivales alcanzaba un escueto promedio de 15%, lo que ya motivó la confección de diferentes proyectos de ley que garanticen una mayor equidad en los espectáculos musicales.
En cuando al cine, según las cifras del Instituto Mexicano de Cinematografía, la participación de mujeres detrás de las cámaras muestra un aumento sostenido desde los últimos diez años, aunque sólo doce de cada mil trabajadoras de la cultura se dedican al mundo audiovisual.
Allí representan un 37% del personal involucrado en la industria, con una fuerte presencia en las áreas de producción, en las que reúnen un 56%.
Alejandra Márquez, Luna Marán, Elena Pardo y Ángeles Cruz son algunas de las cineastas mexicanas que actualmente destacan en el cine.
En deportes, además de la árbitra Karla Díaz Medina, resalta la directora técnica Ana Galindo, primera mujer en dirigir una selección mexicana masculina. Recientemente designada en la selección juvenil masculina, ya viene de una extensa experiencia en ámbitos similares del fútbol femenino.
Y Marion Reimers fue la primera mujer en México en narrar una final de la Liga de Campeones de Europa y es presidenta de Somos Versus, una ONG que combate la discriminación en el periodismo deportivo. Es feminista, activista y accionista del Washington Spirit, equipo de fútbol de la liga femenina estadounidense.
Periodistas mexicanas son también pioneras en impulsar redes para comunicar con perspectiva de derechos, estrategia que se ha extendido a países de todo el mundo, incluido Argentina.
El Mundial es una oportunidad para conocer y visibilizar derechos, los conquistados, los que faltan y el rol de activistas. Es el objetivo de este trabajo.
* Este especial Mundial producido desde de la edición de Género y Diversidades de Télam fue posible gracias al trabajo en equipo con Victoria Ojam, Agustina Ramos, Marina Butron, Clara Olmos, Marianela Mayer, Matilde Suarez y Nicolas Luna.