Espectáculos

‘Marquetalia’, imperdible retrato actual de una extupamara que pasó 15 años en la cárcel

«Me parece que Élida es la resistencia y no quería hacer una película derrotista de los 60 y l70», asegura Linares / Foto: Alejandra Bartoliche

«Yo creo que no me desprendí de la cárcel, la llevo adentro». Con estas palabras Élida Baldomir, exmilitante de la organización política armada uruguaya Tupamaros, con responsabilidad militar en la conducción y presa política durante 15 años define la situación que atraviesa en su departamento de Montevideo, en la vejez y cuando la soledad parece estar cercándola por todos lados en el notable documental «Marquetalia», de la realizadora Laura Linares, que este jueves se estrena en cines.

El filme de Linares, realizadora de San Carlos de Bariloche y autora antes de «Dulce espera» (2010) y «Zapatillas nuevas» (2005), se verá desde este jueves en el Cine Gaumont de Ciudad de Buenos Aires, el Cine Teatro Rivadavia de Unquillo, Córdoba; y en el Espacio Incaa Centro Cultural José Hernández de Rawson, Chubut, además de estar disponible en forma gratuita en la plataforma Cinear Play, del 19 al 25 de agosto.

Linares Lo que se dio en el momento de la filmacin fue algo a nivel personal muy fuerte Foto Alejandra Bartoliche
Linares: «Lo que se dio en el momento de la filmación fue algo a nivel personal muy fuerte» / Foto: Alejandra Bartoliche


«Marquetalia» propone un relato íntimo, crudo, sin concesiones y con cierta cuota de «honestidad brutal» en el retrato de Baldomir, que a los 75 años vive en un monoambiente de la ciudad de Montevideo con la sola compañía de un gato y la asistencia esporádica de una joven que la ayuda en las labores de la casa, aquejada de múltiples dolencias producto de la tortura y las malas condiciones de vida en la cárcel, con escaso contacto con el exterior y bajo el influjo de una cierta depresión que no le quita ni un grado de lucidez para pensar su presente y su pasado mientras evalúa las alternativas que le podría deparar el futuro.

«Hay mucha soledad, más allá de la cárcel ella también tuvo una vida y cada uno se hace cargo de los errores personales para estar acompañado o acompañada pero creo también que esta cuestión de la soledad interpela más a la vejez.»Laura Linares

Sin vínculos con su antigua organización política, donde algunos la califican de «paria» por su distancia y visión crítica, aun cuando sostiene su convicción y su decisión de formar parte de la guerrilla, Linares estableció un fuerte vínculo con Baldomir, que le habilitó un mes de convivencia en el monoambiente del Palacio Salvo en el que se registró la película.

Télam: Una de las cuestiones que resaltan en el filme junto con otras, más políticas, es la presencia del cuerpo de Élida Baldomir, la materialidad de ese cuerpo que asume un primer plano.

Laura Linares: Cuando uno está registrando una película muchas veces no es consciente de todo lo que está sucediendo y esto lo puede pensar más tarde; en este caso no pensé un modo particular de trabajar el cuerpo de Élida durante la filmación sino que esto cobró importancia después, sobre todo en el montaje y con la ayuda del montajista, Pablo Rabe. Lo que se dio en el momento de la filmación fue algo a nivel personal muy fuerte y lo que empezó a pasar es que a diferencia de otras películas, en las que también me involucré en términos emocionales porque si no sucede eso no hay película, es que con Élida llevé el tema del vínculo personal con el protagonista a otro plano, entramos en una especie de simbiosis durante mi convivencia con ella en su monoambiente donde dormimos durante un mes una casi junto a la otra con las dos camas apenas separadas; un poco convivencia y filmación se fusionaron en una misma dimensión; en ese marco, el cuerpo que se ve de Élida es algo con lo que yo convivía, esa desnudez es el registro más crudo y más honesto que yo como realizadora podía lograr. Yo naturalicé tanto la convivencia con ese cuerpo que me parece que la película es un poco producto de eso.

T: En la película hay imágenes de un geriátrico y durante todo el transcurso hay una tensión narrativa entre la cárcel que padeció Élida y el posible encierro en un hogar de ancianos como horizonte próximo de su vida.

LL: La investigación de la película comenzó en un geriátrico para expresos y presas políticas que hay en Montevideo, las imágenes son de ahí y en un momento esa iba a ser la película pero sentí que había algo como un poco fácil de explotar y muy derrotista en hacer la película de los expresos políticos en ese estado y, más allá de que hubiera sido algo que hubiera funcionado, sobre todo en festivales, me parecía que no era lo que yo quería decir, entonces seguí investigando con expresos y presas por fuera del geriátrico y ahí conocí a Élida, que es la contracara de la derrota porque continúa resistiendo, lo que me pareció hermoso del personaje.

T: Sin estar explícitamente manifiesto, el personaje trasluce un feminismo fuerte.

LL: Creo mucho en hacer cosas genuinas, yo soy feminista, no sé si Élida es declaradamente feminista, hay una cantidad de mujeres que sin ser feministas correctas o completas son absolutamente feministas en sus decisiones y actos, hay un feminismo que trasciende lo declamativo y creo que Élida aunque no lo declame es decididamente feminista.

T: Otro de los temas fuertes de la película es la soledad

LL: Hay mucha soledad, más allá de la cárcel ella también tuvo una vida y cada uno se hace cargo de los errores personales para estar acompañado o acompañada pero creo también que esta cuestión de la soledad interpela más a la vejez, durante el registro las dos tuvimos en claro que no íbamos a «romantizar» ni la época, ni la vejez, ni la cárcel, ni la militancia, ni nada.

T: Resaltan también las construcciones de la memoria que hay sobre la época armada y sobre las dictaduras posteriores en Uruguay y en Argentina.

LL: Totalmente diferente, es impresionante que estemos tan cerca con dictaduras tan cercanas en la misma época y las construcciones de memoria sean tan distintas, es una de las cosas que más me impactó, sabemos que la diferencia entre la dictadura uruguaya y la argentina es que allá se optó por el encarcelamiento masivo y acá por las desapariciones masivas, lo que da la posibilidad en el Uruguay de que para hablar de terrorismo de Estado uno puede dar con los personajes reales que fueron objeto de persecución por parte del estado mientras que en Argentina, en general, esto está contado por los familiares. Y respecto de la memoria la gran diferencia es que en Uruguay no hubo justicia ni se juzgaron los crímenes de la dictadura, aun cuando el Frente Amplio y un extupamaro como Pepe Mujica estuvo en la presidencia. No hubo juicios ni castigo y tampoco tienen un gran acervo de producciones culturales y cinematográficas de lo vivido. Una psicóloga que trabaja con mujeres víctimas de la dictadura me contó que recién una vez que el Estado uruguayo reconoció que hubo violaciones a los derechos humanos y les extendió una pensión a los y las torturadas víctimas de terrorismo de Estado fue que muchas mujeres pudieron empezar a hablar de lo que les sucedió en la dictadura,

T: «Marquetalia» no se detiene en el relato histórico sino en la situación de esta exmilitante en la actualidad.

LL: Sí, eso tiene que ver con mi interés estético como realizadora, me interesan más las marcas del presente y no tanto las anécdotas de lo que sucedió que me parece más del orden periodístico; acá, a mí me interesaba la vivencia personal en la actualidad, las marcas que quedaron y a través de qué cosas se cuelan.

T: ¿Por qué elegiste a Élida?

LL: Por un lado porque fue una especie de amor a primera vista cuando la conocí, pero además me parece que Élida es la resistencia y no quería hacer una película derrotista de los 60 y los 70 porque tenemos mucho que aprender de esa época, Élida y su generación encarnan lo colectivo y hay mucho para rever de esa forma de ser humanos, de esa forma de ser con el otro.

Fuente: Telam

Comentarios de Facebook

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba