‘Aquellas mujeres’ retoma el clásico ‘Mujercitas’ para pensarlo en clave actual
Teresa Donato y Sebastián Irigo son los autores de «Aquellas mujeres», obra teatral estrenada en Espacio Callejón que parte del clásico «Mujercitas» de Louisa May Alcott para imaginar quiénes podrían haber sido y cómo vivirían esas mujeres en el siglo 21 de adultas en un pueblo argentino.
La obra, que explora las distintas vidas de estas mujeres, tres de ellas vivas y otra que oficia de fantasma, se desarrolla en la casa familiar en un pueblo de provincias, donde vive una de ellas y adonde las otras llegan para festejar su cumpleaños, en una tarde noche en que se develan secretos, surgen tensiones calladas y cada una defiende o cuestiona lo que ha hecho con su vida.
Dirigida por Irigo y protagonizada por Victoria Bertone, Mara Guerra, Graciela Muñiz y Carolina Pfaffenbauer, «Aquellas mujeres» se puede ver los viernes a las 20 en la sala de Humahuaca 3759, en el barrio porteño de Almagro.
Télam: ¿Cómo surge la decisión de continuar la historia de «Mujercitas» en clave adulta y cuáles fueron las decisiones que les permitieron trabajar a partir de un material establecido y desde ahí crear otro?
Sebastián Irigo: Cuando las actrices me proponen trabajar sobre «Mujercitas», yo pienso en Teresa Donato para emprender este desafío e inmediatamente nos pusimos a pensar qué hubiera sido de estas mujercitas hoy, lejos del ideal de la literatura. Situadas en un pueblo de Argentina en la mitad de su vida. Nunca había trabajado con un material preexistente y fue muy motivador, muy inspirador para nosotros trabajar desde el libro, inspirados en el libro. Un poco de esta ficción roza al libro de Louisa May Alcott y a la vez todo es parte, porque es parte del universo femenino, que es el universo que transporta a este libro por un siglo y medio de historia.
Télam: ¿Cómo pensaron a estas cuatro mujeres a la luz de la actualidad, el feminismo y los debates sobre la cuestión de género presentes en el mundo?
Sebastián Irigo: Creo que los debates en las sociedades sobre la igualdad son históricos, en nuestro caso el mayor desafío era encontrar el punto de vista, la posición de estas mujeres a los cincuenta años, tomando decisiones por su propia autonomía y por su propia felicidad. Creo que allí radica el mayor acto de valentía de estas mujeres en la actualidad. Indagar, entrar en ese universo femenino en este siglo, fue uno de los motores para encontrar la esencia de esos personajes hoy, en esta realidad, en esta actualidad.
«Estas mujeres, las que están sobre el escenario, se plantean la vida vivida. Son mujeres que rondan los cincuenta años. Un momento importante, donde viviste más de lo que te queda por delante. Un momento donde si no te animás a lo pendiente te perdés la oportunidad para siempre»Teresa Donato
Télam: ¿Con qué objetivo y cómo surge la decisión de trabajar con el fantasma de una de ellas?
Sebastián Irigo: A mí me gusta pensarlo como la presencia del amor. Creo fervientemente que el amor trasciende planos y dimensiones y que, en esta casa, esa noche, donde se reúnen estas mujeres, esas hermanas, evocan desde el amor a aquella hermana que ya no está en este plano. Creo que abrir esa puerta hizo que todo fuera posible, y que el espectador pudiera ver la madurez de los vínculos más allá de la dimensión en la que se encuentra el personaje de Elisa. Fue muy divertido y fue un gran desafío encontrar la manera en la que este personaje transita la obra, amparado en la conexión directa con el público. Creo que también es la interlocutora que interpela al público y también a sus propias hermanas.
Télam: ¿Cómo fue el contraste entre aquella casa de infancia familiar pueblerina y las grandes ciudades de Europa donde viven otras, ¿qué buscaron poner de manifiesto?
Teresa Donato: En la historia original, una de las hermanas viaja a la «ciudad» para seguir su pasión por la escritura y la menor viaja a Europa gracias a la tía que estaba en una posición económica mejor que la de su propia familia con el sueño de estudiar pintura en París y triunfar como artista plástica. La misma que, luego, se casa con un heredero amigo de una de las hermanas. Nosotros pensamos en el futuro de esas mujeres en el día de hoy. Seguimos ese camino que habían emprendido. Confrontamos a ambas con la hermana que queda como cuidadora de la casa familiar en el pueblo natal. Porque, para que ellas dos hicieran su vida lejos, quien se queda sacrifica sus sueños en pos de mantener lo que queda y cuidar ese lugar de encuentro donde se tiene la fantasía de que todo sigue igual en un esfuerzo por perdurar «la familia» o lo que queda de ella. La vida de las tres se pone sobre la mesa, cada una con sus necesidades, frustraciones y prejuicios con respecto de la otra. El mundo de cada una, distinto y particular, se revalida en una comparación sutil y, por momentos, despiadada.
Télam: ¿Cómo piensan este lugar de la «casa familiar» en el que las hermanas se reúnen y cómo decidieron habitarla?
Teresa Donato: La casa familiar es la que guarda lo que fuimos, lo que soñamos ser, los dibujos hechos en el jardín de infantes para el día de la madre junto al vasito de plástico plegable que llevábamos a la escuela. Mientras la madre o el padre están vivos es la casa del encuentro donde ninguna fecha «patria» como cumpleaños, navidades o días «de» se pasa por alto. Es ese lugar al que hay que ir llevando algo rico que le gusta a alguien del grupo, ese lugar que obliga a una serie de llamados previos antes de cada encuentro para combinar «cómo hacemos», quién compra el regalo «para», es como una soga que nos une con los lazos de sangre. No es cualquier lugar de reunión porque como dice en la obra una de las hermanas, es un lugar que, donde mirás, encontrás la foto de un momento vivido. En la obra, es la primera vez que se vuelven a reunir en esa casa después de la muerte de la madre. Es el momento en que se plantean el futuro, el preciso instante en que se dan cuenta que, aunque se aferren, ya no volverán esas mesas familiares y que, cada una, tiene que seguir su vida sin fechas obligatorias que cumplir. Es un momento bisagra donde, entre ellas y la muerte ya no hay intermediarios en la fila.
Télam: ¿Qué dicen aquellas mujeres de estas mujeres?
Teresa Donato: Estas mujeres, las que están sobre el escenario, se plantean la vida vivida. Son mujeres que rondan los cincuenta años. Un momento importante, donde viviste más de lo que te queda por delante. Un momento donde si no te animás a lo pendiente te perdés la oportunidad para siempre. Las tres juntas, con vidas distintas, se preguntan si hicieron lo que quisieron, si lograron lo que soñaban o si se dejaron llevar por el deber ser que imponían los mandatos familiares para las mujeres. Se cuestionan si se casaron enamoradas, por qué tuvieron hijos, su relación con el trabajo en un mundo masculino y cuáles son sus deseos con la sensación clara de que es ahora o nunca. Son justamente estos planteos los que generan empatía en la platea, son los momentos en los que se escuchan risas o se inundan los ojos. Son esos momentos que las mujeres nos devuelven después de la función contándonos momentos personales de su vida. Generar empatía y emoción es algo que nos da una inmensa alegría.
Con dramaturgia de Sebastián Irigo y Teresa Donato; dirección del primero; actuaciones de Victoria Bertone, Mara Guerra, Graciela Muñiz y Carolina Pfaffenbauer; diseño y realización de escenografía de Ariel Vaccaro; diseño de vestuario de Analía Morales; confección de vestuario de Mariana Paz; diseño de iluminación de Irigo; producción general de Grama Vica; música original de Colo Belmonte y asistencia de dirección de Candela Zubeldía, «Aquellas mujeres» se puede ver los viernes a las 20 en Espacio Callejón (Humahuaca 3759)