prosa combativa, polémicas judiciales y un testamento eterno
En el último de los 33 años de vida de Eva Perón y en el tiempo que transcurrió a partir de su muerte hubo un misterio que permaneció oculto por casi tres décadas hasta que en septiembre de 1987 el anuncio de una tienda de remates publicado en el diario La Nación destapó una historia plagada de secretos, negaciones y mordazas: el silenciamiento y la reaparición del segundo libro de Evita, «Mi Mensaje».
Las palabras que María Eva Duarte de Perón había dictado a sus colaboradores y también escrito de puño y letra en el otoño de 1952, meses antes de morir, formaban un volumen de 30 capítulos que la casa de empeños Posadas, Bullrich, Gaona y Guerrico ofreció en subasta el 22, 23 y 24 de septiembre de 1987.
El aviso llevaba la siguiente indicación: «Eva Perón. Mi Mensaje: original 79 hojas con membrete. Iniciales al finalizar el texto de cada una. Correcciones manuscritas a tinta y lápiz. Inédito».
Con las letras E.P. en cada página, el original llegó a la casa de remates de manos de la familia del exescribano general del Gobierno Jorge Ernesto Garrido, fallecido en 1985, quien había ocupado el cargo entre 1940 y 1974.
Tras el Golpe de septiembre de 1955 Garrido había recibido la instrucción de hacer un inventario de los bienes de Perón y de los que habían pertenecido a Evita pero con los papeles de «Mi Mensaje» decidió no acatar la orden.
Por el contrario, los escondió y los puso a resguardo, para evitar que fueran destrozados.
El libro, de todas formas, quedó en el olvido, silenciado por razones políticas y económicas hasta que en la subasta de 1987 apareció rápidamente un comprador: un empresario de filiación peronista de nombre Jorge Benedetti, dedicado a la venta de muebles de oficina en la localidad bonaerense de Villa Ballester.
Y a partir de allí comenzó un proceso singular, atravesado por vericuetos y casualidades increíbles, en el que se publicaron dos ediciones de la obra y se abrió una larga polémica en la justicia promovida por dos hermanas de Evita, Blanca y Erminda, ya fallecidas.
A mediados de los ’90, las dos mujeres de apellido Duarte se presentaron ante la justicia civil para objetar la autoría del texto por parte de Evita y para demandar por daño moral y material al editor Alberto Schprejer.
Lo acusaban por la publicación en una red de librerías y kioscos, durante el año 1994, del inédito «Mi Mensaje», al que las dos hermanas definían como un material «falsamente atribuido a Eva Duarte»
Schprejer había editado el libro de Evita desde una pequeña editorial independiente; lo mismo había hecho el historiador Fermín Chávez con una primera edición que no llegó a ser inscripta en el ISBN, el identificador internacional de publicaciones.
La controversia judicial, de todas formas, quedó zanjada con fallos de primera y segunda instancia, en los que el Juzgado en lo Civil N° 101 de la Capital Federal, en 2006, y la Sala «F» de la Cámara en lo Civil, en 2008, concluyeron, en base a una serie de pericias caligráficas y a declaraciones de testigos como el entonces senador Antonio Cafiero, que Evita había sido, en efecto, la autora de ‘Mi Mensaje’.
Pero aunque convalidó la autoría, la justicia dispuso en paralelo el cese de la «edición, impresión, difusión, comercialización y venta del libro», al ratificar que las dos hermanas -en tanto herederas- tenían el derecho de divulgar o no la obra.
Esta disposición abrió una paradoja para Argentina, ya que en los últimos años el segundo libro de Evita era más fácil de conseguir en el exterior, donde circulaban las ediciones del sello New Press -en inglés, con estudio preliminar de Joseph Page, biógrafo de Perón- y de la española Grijalbo, titulada «Con mis propias palabras. El polémico manuscrito final atribuido a Eva Perón».
Por otro lado, el cierre del proceso judicial mantuvo los derechos de publicación en manos de los herederos según el plazo de 70 años que establece el Régimen Legal de Propiedad Intelectual -Ley 11.723-, ,aunque ese lapso se cumplirá el 1° de enero próximo.
La difusión del libro más polémico y revulsivo de Evita fue uno de los objetivos que se propuso hace unos años un grupo de simpatizantes cercanos al peronismo, aunque para todos el pionero fue el historiador Fermín Chávez, fallecido en 2006, quien incluso participó en la subasta de 1987 e intentó adquirir -sin suerte- el original.
Con la misma aspiración se involucraron los periodistas Juan Salinas y Oscar Taffetani, el editor Schprejer -actual vicepresidente del astillero estatal Tandanor-, y el abogado César Calcagno, quien intervino en el expediente del fuero civil, donde solicitó pericias caligráficas y medidas de prueba.
Schprejer había editado el libro de Evita desde una pequeña editorial independiente; lo mismo había hecho el historiador Fermín Chávez con una primera edición que no llegó a ser inscripta en el ISBN, el identificador internacional de publicaciones
Consultados por Télam, los cuatro analizaron por qué «Mi Mensaje» generó tanta resistencia y tardó en ser aceptado como el segundo libro de Evita. ¿Qué lo define como disruptivo e incómodo? ¿Por qué se llegó al punto de dudar de su autenticidad?
Salinas, quien compiló varios artículos para una de las reediciones de la obra de Evita, aseguró que la razón de todo se debe a que «Mi Mensaje» es un «testamento político» que es «tremendo» en sus definiciones beligerantes.
«Es un libro que se va conociendo en los últimos años, como quien dice, de boca en boca. En sus capítulos, Evita es muy crítica de los militares (por las cúpulas de las FFAA de aquel momento, en 1952 todavía estaba muy fresco el recuerdo del intento de golpe contra Perón de septiembre del ’51) pero también de los caudillos provinciales, de los dirigentes sindicales que son traidores y lo mismo de los obispos, siendo ella muy cristiana», repasó Salinas.
Y al referirse a su rol en la recuperación del libro, subrayó: «Una de las cosas que me llevaré a la tumba como cucarda, que me genera mucha satisfacción, es haber colaborado en sacarle la mordaza a Evita».
Schprejer, por su lado, consideró que una de las claves de «Mi Mensaje» es su reivindicación del fanatismo como fuerza colectiva de los pueblos, «un tema complejo pero no para la gente que milita desde chico», planteó.
El editor confió que a él, al leerlo por primera vez, le causó impresión que la palabra de Evita haya estado «desaparecida», como durante catorce años lo estuvo su cadáver, que fue ocultado con nombre falso en un cementerio de Milán.
«Se conoció recién en 1987. Y sin embargo, el capítulo 29 del libro, que se llama ‘Mi voluntad suprema’, el único manuscrito, se leyó en el acto del 17 de octubre del ’52, poco después de la muerte de Evita. En aquel momento Perón anunció la próxima salida de ‘Mi Mensaje’ y como parte de eso leyó ese capítulo», recordó Schprejer.
Taffetani, en tanto, tuvo su primer contacto con «Mi Mensaje»‘ durante un viaje en colectivo por Burzaco mientras se dirigía al diario Sur, donde trabajaba, en una rutina diaria que se vio alterada el 25 de julio de 1989 cuando un vendedor ambulante comenzó a ofrecerles a los pasajeros una verdadera oportunidad, una ganga, que consistía en un texto inédito de Eva Perón: era «Mi mensaje», la primera edición -muy artesanal- de Fermín Chávez.
Su reacción inmediata fue comprarlo, porque justo en ese momento estaba pensando en redactar una nota por el aniversario de la muerte de Evita del 26 de julio, y al empezar a leerlo pensó «esto es increíble», en parte impactado por la vibración y la fuerza de las frases que -dijo a Télam- le parecían muy diferentes a lo que había encontrado en «La razón de mi vida», el libro clásico de Eva Perón, que se le adjudica al periodista español Manuel Penella de Silva.
En tanto, para Calcagno el segundo libro de Evita conserva hoy un carácter «muy premonitorio» que lo hace «extraordinario», sobre todo porque apunta a «darle un rol central no sólo al pueblo sino al Estado», mientras que por otro lado negó que algunas de las frases puedan leerse como «anticristianas» ya que «Evita se declara cristiana y católica» y en todo caso «su única objeción es a la jerarquía eclesiástica».
En los 30 capítulos de «Mi Mensaje», entre capítulos titulados como «Mi coronel», «Los enemigos del pueblo», «Los fanáticos», «Los imperialismos» o «Por cualquier medio», se pueden leer definiciones acordes al clima de época en las que Evita aconsejaba utilizar «los procedimientos que sean eficaces para vencer», que podrían incluir «los medios legales o los medios ilícitos que los mismos imperialismos utilizan contra sus pueblos».