Polémica negociación con China y Huawei por el 5G en Argentina
Tras los encuentros de Alberto Fernández con el gobernante chino Xi Jinping, en el marco de su gira por las dos principales naciones —Rusia y China— contrincantes del bloque de las democracias occidentales, se abre una intensa especulación acerca del significado geopolítico de estas acciones.
Entre otros temas que suscitan tales especulaciones están los proyectos y acuerdos —implícitos y explícitos— sobre cooperación o inversiones en comunicaciones que ambas naciones desarrollen en la Argentina.
Esto ocurre en un momento en que el mapa mundial de las comunicaciones comienza a reconfigurarse para ingresar en un profundo cambio que conmoverá los sistemas de transmisión, intercambio y difusión de datos, información y contenidos.
Uno de los ejes de esos cambios es conocido: la tecnología 5G, redes ultraveloces y de inmensos anchos de banda que harán posible que decenas de miles de aparatos se conecten entre sí por cada kilómetro cuadrado.
El 5G beneficiará a los dispositivos móviles, como los celulares, con más velocidad y estabilidad. Pero por sobre todo hará posible el Internet de las Cosas (IoT), las aplicaciones generalizadas de telemetría y telecomando, el teletrabajo masivo, inteligencia artificial aplicada a las comunicaciones o bien intensísimas y entrecruzadas bases de big data o de servicios en la «nube».
El otro eje también es conocido, pero no siempre se lo relaciona con esta misma revolución: estamos asistiendo a una radical transformación del sistema de medios.
Las redes sociales, el streaming de audio y video, los OTT (aplicaciones sin infraestructura de distribución propia que usan redes preexistentes, como Netflix) pueden terminar eliminando el modelo de la radio, la TV —incluso la cablesatelital— o los medios escritos —aun los digitales estructurados como portales—.
Lo que esto signifique para el mundo del entretenimiento, el arte, la cultura, la política y el periodismo es todavía imprevisible en toda su magnitud.
Desde el punto de vista geopolítico ¿cómo se integrará Argentina a estos profundos cambios comunicacionales? ¿Adoptará modelos y tecnología de las democracias occidentales, como lo hizo en el siglo XIX y XX con los diarios, la telefonía, la radio, la TV e Internet?
¿O quizás gobiernos como el actual vean a Argentina como «puerta de entrada» de modelos y tecnologías de otro tipo de países, como Rusia y China, para desarrollar las nuevas redes?
El concepto de «puerta de entrada» fue explicitado por el mismo presidente Fernández refiriéndose a Rusia y en términos de ofrecerle al presidente Vladimir Putin a la Argentina como una plataforma regional de influencia e inversiones. Ya había sido puesto parcialmente en práctica con el episodio de las vacunas Sputnik.
Tratándose de la misma gira del mandatario argentino, la escala en Beijing puede vincularse a otro ofrecimiento de «puerta de entrada» a la nación que es una extraña mezcla de capitalismo manchesteriano y autoritarismo político en nombre de Marx y Mao. Y en la que no faltan campos de reeducación forzosa para minorías como los uigures o desapariciones-reapariciones-retrataciones inexplicables de tenistas o funcionarios.
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El principio de «puerta de entrada» argentina, en este caso en relación a China, ya había sido puesto en práctica también con las vacunas, pero sobre todo con la instalación de la base china en Neuquén, cuyas actividades están legalmente sustraídas de la inspección y jurisdicción del gobierno argentino.
Por otro lado, habrá que ver hasta qué punto Moscú o Beijing se toman en serio las declaraciones de amor del gobierno argentino. Pero no sólo debido a la irrelevancia económica y geopolítica argentina en el concierto mundial, sino también a la escasa confiabilidad de Buenos Aires en términos de mantener acuerdos u honrar deudas internacionales.
Así, un día fue el principal socio comercial de la URSS, otro día tuvo «relaciones carnales» con Estados Unidos y otro día hizo la defensa de Nicaragua o Venezuela. O mucho antes, coqueteos con Berlín. Y hace desde hace bastante, la amenaza de no pagar a sus acreedores internacionales a quienes previamente se les imploraron préstamos.
Por eso, debe tenerse en cuenta que la desconfianza que Argentina genera en Washington o en el directorio del FMI también se da en Moscú o Beijing.
Sin embargo, también es cierto que para Rusia y China todo suma. Y también es verdad que Argentina es hoy el segundo socio comercial del país asiático (el intercambio se quintuplicó en 20 años.).
Esto, aunque los chinos retribuyan con swaps que son asientos contables en el Banco Central argentino antes que reservas reales y cuyo beneficiario último es el mismo gobierno de Beijing.
El controvertido «punto 13» y el 5G
El presidente Fernández y el líder chino tratan en Beijing un memorándum en donde el gobierno argentino solicita a la nación asiática financiamiento para 17 proyectos de infraestructura. El documento había sido elaborado y enviado desde cancillería en diciembre pasado y contempla inversiones por 35 mil millones de dólares, en algunos casos sin especificarse cifras desagregadas.
El «punto 13» habla, vagamente, de «programas de conectividad y fibra óptica». Esto es interpretado por algunos observadores como inversiones y suministro de tecnología 5G y, en concreto, la presencia de la controvertida compañía china Huawei.
El tema es más complicado. Huawei no es operadora de comunicaciones sino fabricante de equipos: tanto de infraestructura para los operadores como de teléfonos inteligentes para usuarios individuales. La mayoría de las transacciones de Huawei son con prestadores privados de telecomunicaciones que eligen esa tecnología por razones de precio o performance.
Huawei ha hecho importantes aportes a la tecnología 5G (primera en la lista de patentes globales con cerca de un 15%) y es también el primer fabricante de smartphones en el mundo. Sin embargo, Estados Unidos prohibió el uso de sus tecnologías invocando temores de que puedan ser usadas para ciberespionaje.
También se indica que una excesiva dependencia de sus equipos puede llegar a afectar o interrumpir las comunicaciones en caso de un conflicto. Funcionarios norteamericanos dicen que la empresa instala backdoors (puertas traseras) en sus equipos, pero nada se ha probado concluyentemente al respecto.
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Los backdoors son vulnerabilidades de seguridad insertadas ex profeso y ocultas para que se puedan acceder a datos o controles, Vodafone, la compañía de telecomunicaciones británica, denunció también haber encontrado esos backdoors en equipos de Huawei.
En Argentina, Telecom (Grupo Clarín) usa tecnología Huawei para los limitados servicios 5G que ofrece desde este año (todavía sobre frecuencias 4G). La propia compañía dijo que seguirá adelante con sus planes y que veía a la controversia de Huawei como una mera «guerra comercial» entre Estados Unidos y China.
En la mayoría de las naciones, y también en Argentina, las autoridades reguladoras (como el ENACOM entre nosotros) no tienen en principio poder para indicarles a los operadores qué marcas de equipos usar, siempre que se ciñan a los estándares de homologación.
Sin embargo, en varios países se dictaron normas desde el gobierno central, el poder legislativo o las autoridades de comercio internacional que vetaron a la empresa china.
Washington incluyó a la empresa en su Entity List prohibiendo ciertas transacciones o transferencias de tecnología o licencias a la empresa china, calificándola como un «riesgo a la seguridad nacional» lo que obligó a AT&T y Verizon a deshacer sus tratos con la empresa china.
Mientras el gobierno argentino no cuente con empresas de telecomunicaciones minoristas no usará por sí mismo equipos ni infraestructura 5G, aunque una buena relación con Beijing podría evitar que se realice un veto de su tecnología que afecten a operadores privados.
De este modo, los proyectos de «conectividad» y «fibra óptica», así enunciados en el Punto 13 del memorándum argentino presentado a China, se referirían mayormente a dos temas.
Uno de ellos son los subsidios a operadores privados para llevar sus servicios a zonas o poblaciones en desventaja. El otro a instalaciones de fibra óptica para ARSAT, empresa estatal mayorista que no presta servicios al consumidor final en sus redes terrestres.
Ambos casos tienen poco o nada que ver con el 5G y con Huawei. En esos rubros —además— el rol de la empresa no es tan cuestionado.
¿Guerra comercial o riesgos geopolíticos?
Los mayores fabricantes de equipos y tecnología 5G son Ericsson (Suecia) y Nokia (finlandesa). Estados Unidos sólo ha desarrollado hasta el momento tecnología y componentes secundarios a través de compañías como Cisco o Qualcomm.
Sea o no cierto que Huawei (así como otra empresa china importante en el ramo, ZTE) desarrollen backdoors en sus equipos, expertos occidentales creen que el riesgo técnico y geopolítico de asociarse con empresas chinas para el 5G es grande.
La interpretación de que se trata «solo» de una guerra comercial China-Estados Unidos se debilita al considerar que Suecia (con un actual gobierno socialdemócrata) y Japón también han prohibido el uso de la tecnología de Huawei. Francia y aun India también impusieron restricciones menos severas, pero en todos los casos se citaron riesgos de seguridad nacional.
También Australia y el Reino Unido prohibieron el uso de la tecnología 5G de Huawei, aunque esos países son considerados firmes aliados de Estados Unidos en materia de inteligencia electrónica. Hay trascendidos de que Brasil podría sumarse a la listade naciones que veten a Huawei cuando liciten las bandas del 5G en los próximos meses.
Huawei es una compañía fundada por un exoficial del ejército chino, Ren Zhengfei, que por ley tiene obligación de colaborar con las autoridades de inteligencia y que ha sido impulsada y protegida por el gobierno chino de un modo que algunos círculos occidentales ven como comercialmente desleal.
También ha habido actuaciones legales contra la empresa por transgredir normas internacionales de propiedad industrial e intelectual en el uso de tecnología, una conducta frecuente en compañías chinas.
El ENACOM no tiene en principio poder para indicarles a los operadores qué marcas de equipos usar
La empresa niega todas las acusaciones y sostiene que es una empresa privada autónoma sin ningún interés en realizar ciberespionaje ni en ser parte de pujas geopolíticas o con intenciones de controlar las comunicaciones para favorecer los designios políticos dl gobierno chino.
Pero las desmentidas de la compañía no encuentran un ambiente propicio de credibilidad en su nación madre. Internet y las comunicaciones chinas figuran entre las más reprimidas del mundo: los bloqueos, ciberpatrullaje y espionaje interno de usuarios están a la orden día y han sido completamente probados.
Asimismo, las capacidades chinas de SIGINT (inteligencia de señales; intercepción de comunicaciones mundiales con fines de espionaje) han crecido notoriamente en los últimos años., señalan especialistas.
Es cierto que la base china en Bajada del Agrio, en Neuquén —más allá de interpretaciones fantasiosas— no es más que una instalación para comunicaciones con objetos de exploración en el Espacio Profundo (que no pueden alcanzarse por momentos desde China). Es similar a una antena de la Agencia Espacial Europea instalada en Malargüe, al sur de Mendoza.
Sin embargo, se ha denunciado que su capacidad de intercepción la puede convertir en una instalación SIGINT. A diferencia de la Agencia Espacial Europea, la antena china depende del Ministerio de Defensa. Asimismo, está operada solo por personal chino y el gobierno argentino no tiene modo efectivo de controlar lo que se haga adentro.
Puede decirse que, al fin de cuentas, las naciones occidentales, encabezados por los Estados Unidos y la conocida NSA (Agencia Nacional de Seguridad) también han efectuado ciberespionaje e instalado «backdoors» con mayor o menor cooperación de algunas de sus propias compañías, como denunció el ex agente de la CIA Edward Snowden.
También es incuestionable que gigantes privados como Google o Facebook tienen el poder de recolectar y utilizar de un modo poco claro una abundancia de datos de sus propios usuarios, los que sirven para trazar distinto tipo de perfiles.
Es decir, todos estos países y entidades hacen lo mismo de lo cual se acusa al gobierno chino o ls compañía Huawei.
Pero también se señala una diferencia fundamental. Por más cuestionables que sean todas esas actividades se desarrollan en este caso en el marco de sociedades abiertas, democráticas y con una opinión pública autónoma, de modo que pueden ser denunciadas y combatidas. La relación entre Huawei, el gobierno chino y sus finalidades políticas globales es incomparablemente más opaca.
Por esta razón, el verdadero problema con Huawei, para Occidente, es geopolítico y resulta potenciado además por factores técnicos. Un nuevo estándar denominado Open RAN —si bien no totalmente probado— permite combinar equipos de distintos fabricantes para montar una red 5G, si al mismo tiempo las empresas comparten sus patentes.
Huawei es una firme opositora del Open RAN. Nokia y Ericsson terminaron retirándose de la alianza global que lo impulsa. Hasta ahora, esas tres compañías dominan aproximadamente el 80% del mercado.
En ese marco la elección de Huawei, creen algunos, puede potenciar una extrema dependencia comercial y tecnológica de una empresa y de un país con intereses y un sistema político opuesto al occidental en un campo absolutamente estratégico como el 5G. Argentina deberá decidir entonces cómo juega sus cartas en esta partida.
Ahí vienen los rusos
En su reciente cumbre, el presidente Fernández y el líder ruso Vladimir Putin no acordaron nada de comunicaciones, al menos explícita o públicamente. No hubo ningún anuncio espectacular de cooperación e inversiones, salvo menciones a la vacuna Sputnik y temas relacionados.
Pero al mismo tiempo, los contribuyentes argentinos siguen pagando desde 2014 el alojamiento gratuito en los transmisores de la TV abierta digital (TDA) de la estatal ARSAT de la señal en español RT (ex Russia Today), «invitada» a dedo por la citada compañía estatal y regalándole cobertura en todos los rincones del país.
RT es un canal estatal de la agencia rusa estatal Novosti que emite solo hacia el exterior y que ha sido señalada como plataforma de propaganda.
También fue acusada de promover desestabilización y desinformación de la misma manera que poderosas agencias de inteligencia rusa manipulan las redes sociales para interferir en procesos políticos de terceros países, según denunciaron el New York Times y otros medios.
El periodista español Fernando Peinado, señala que RT «no es como la BBC», la TV francesa o la Deutsche Welle (también estatales). Estas últimas ofrecen, en forma simultánea o a lo largo de su programación, las dos campanas de un asunto e incluyen críticas a sus propios gobernantes. En RT nunca hay críticas a Putin, a sus políticas o a Rusia, revelan analistas de medios.
Para Mikhail Zygar, ex editor de un canal ruso independiente, RT «no sugiere que los líderes rusos son mejores (…) Más bien, dice que todo es lo mismo en todas partes. Todos los políticos del mundo son corruptos. En todos lados, los derechos humanos son violados (…) Todas las elecciones son manipuladas… La democracia no existe en ningún lado, así que ríndanse», describe Zygar.
El servicio en español es una plataforma de los puntos de vista del chavismo y la izquierda latinoamericana, sin contrapesos y con una cobertura calificada como de «sesgo antioccidental», por Peinado y muchos expertos.
El comentarista oficial de la versión radial de RT, Radio Sputnik, Javier Benítez, se refirió al líder opositor Alexei Navalny, como el «bloguero convicto ruso (…) éste que tanto defiende la Unión Europea, Estados Unidos, que lo liberen, que preso de conciencia…» en la emisión en español del 27de febrero de 2021.
Navalny sufrió un intento de envenenamiento y luego fue detenido y condenado a tres años. y medio de prisión.
Si bien en los Estados Unidos RT no ha sido prohibido como sí lo fue en Alemania la semana anterior, Washington obligó al medio y a los comunicadores a registrarse como «agentes extranjeros» es decir, lobbistas a favor de un gobierno externo.
Argentina es uno de los pocos lugares del mundo, sino el único, donde RT cuenta con una cobertura nacional por TV abierta. El acuerdo para su transmisión fue firmado por Cristina Kirchner y renovado por Mauricio Macri, con vigencia hasta octubre de 2022, sin que hubiera ulteriores novedades en la cumbre Putin-Fernández.