La historia de un taller que es mucho más que ritmo
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Levantan banderas, reclaman derechos, gritan a todo pulmón por una sociedad más inclusiva y diversa al ritmo de los tambores. Este 2021 cumplen siete años.. Con ustedes, Talleres Batuka.
La percusión, el ritmo, los pasos, los latidos del corazón. Todas cosas que marcan un tempo, el correr, la música, el ritmo cardíaco. A las mujeres y a las disidencias nos ha costado muchas décadas el caminar con independencia y fuerza por las calles. A pesar de todo, queda mucho camino por recorrer y espacios como Batuka son los que siguen dando pelea, con la particularidad de poner a los tambores en el centro de la campo.
Orígenes y objetivos de Batuka
Si aceptablemente en un principio no era lo que es hoy, siempre supieron que querían crear un espacio diferente: “Con Noe Ledesma nos conocemos de la escuela La Chilinga. Arrancamos ahí, aprendimos ahí. Después de unos años empezamos a tener la necesidad de cambiar un poco lo que estábamos haciendo, con nuevas expectativas”, recordó «La Tingui», una de las fundadoras, directora y profesora de la escuela.
En definitiva, Batuka siempre fue innovación, exploración, curiosidad y novedad. Sin embargo,, con la aparición de un nuevo coeficiente, todo tomó un nuevo rumbo: “El feminismo plantó una semillita. Lo social, lo que pasaba en la calle y lo que una transitaba, empezaba a repercutir en la escuela, que cambió en el 2015 a partir de los tambores; los tambores como excusa para pisar la calle”.
¿Qué sucede al ver a un grupo, de mujeres y disidencias bailando y tocando al ritmo de los tambores? ¿Qué pasa cuando un espacio que históricamente siempre fue exclusivo de los hombres, es ocupado por otras personas?
“En este momento hay un montón de mujeres tocando los tambores. Hoy por hoy las mujeres y las disidencias somos muchas, plantadas en un lugar súper fuerte. Es muy impactante ver un grupo de personas tocando percusión y que no haya ni un solo chabón. Genera otras cosas”, reflexionó con emoción Bárbara, a través del teléfono.
Noe y «La Tingui», fundadoras y guerreras de los tambores. Ponen el cuerpo, los instrumentos, la militancia y la docencia, a disposición de quienes lo necesiten y lo deseen. Ellas tienen un ida y envés particular con quienes participan del espacio, reciben consejos, información, ayuda, colaboración, amorosidad y respeto.
Para Bárbara “queda vieja la idea de todos varones tocando en una formación. Queda casi como una propuesta obsoleta. Hay tanta mina percusionista que la rompe toda. Termina siendo una decisión política que no haya mujeres y, básicamente, que no se cumpla La Ley de Cupo (femenino) en Escenarios”. Esta código está actual desde el 2019 en Argentina y exige que las mujeres ocupen el 30% de puestos de trabajo en la industria de la música.
“Hace cuatro años empezamos a entender cuál era el camino, lo que queríamos, lo que éramos y lo que queríamos ser. También aprendiendo de les alumnes que son quienes te abren la cabeza. El feminismo abre un montón de puertas, genera un montón de preguntas. Abrís una puerta y aparecen más preguntas que abren nuevas puertas. Nos estamos repreguntando cosas de manera constante”, describió la fundadora de Batuka.
No es solo una escuela de percusión
Batuka se destaca y sobresale, porque tiene un valencia adherido: “Es un espacio para militar y disfrutar. Se genera algo de amorosidad que no se encuentra en todos lados. Es muy emocionante estar y participar con los tambores en la calle. Porque los tambores tienen una fuerza particular, una energía particular, te empoderan”, narró emocionada la profesora.
Generar y, por lo tanto, que exista un espacio musical que se corra de lo binario, de lo tradicional y de lo heteronormado, es un diferencial en sí mismo: “Le damos la misma importancia a lo social y a la militancia, que a lo musical”, afirma «La Tingui» con orgullo.
Además, la escuela tiene una gran comunicación a partir de las redes sociales, en donde no solo muestran el trabajo en los talleres y las diferentes movilizaciones de las que participan, sino que además celebran los derechos adquiridos y reclaman los que todavía quedan por vencer.
La pandemia y la pospandemia cultural
Todos los espacios culturales han sufrido durante la pandemia. Batuka, al tener como principales objetivos la vinculación interpersonal y el copar las calles, con las restricciones y los protocolos, tocar los tambores por el pavimento, se vio imposibilitado.
Su directora definió a la pandemia como “un cimbronazo, un tsunami que nos agarró estando muy a full. Estamos remontando más allá de los talleres, en lo social y lo vincular”.
En los últimos meses, la música recuperó el espacio público,, el audiencia cara a cara, cuerpo a cuerpo. En el caso de Batuka, {junto} a sus instrumentos, retornaron con fuerza y musicalidad a pisar las calles. Por ejemplo, el 25 de noviembre tocaron en la Plaza Lavalle, frente a Tribunales, en el situación del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La envés al ruedo con una primavera y un verano que se acerca para revitalizar, apropiarse y abrazar una vez más, la civilización tras casi dos años. de pausa, silencio, aislamiento y parálisis.
El rol de alumnas y alumnos
Como dijo «La Tingui», todas las personas de Batuka aportan y colaboran mucho frente a las distintas propuestas y, a su vez, lo consideran un lugar, muy peculiar y de pertenencia, y así lo confirmó la alumna Mercedes Liska: “Es un espacio de mujeres y personas no binarias en donde se encuentra mucha sororidad, cero exigencias de cómo tocar o de obtener resultados rápidos. Batuka se amolda al proceso de cada persona y es de mucha comodidad para aprender si nunca tuviste un acercamiento a la percusión”.
“Me emociona el nivel de compromiso con el espacio, con aportar, con cumplir con las necesidades de les otres y la organización. Pasan los años y no me deja de emocionar tocar con un grupo que suene fuerte y transmitir esa energía y ese deseo de tocar juntes y ver también lo que le genera a los públicos”, contó Liska con pasión.
Batuka es puro éxito
Los conceptos de éxito son diferentes dependiendo a quién se le pregunte. Para «La Tingui», el éxito de Batuka es “haber estado en la Marcha del Orgullo varios años, acompañar a colectivos que queremos mucho como Infancias Libres, el haber ido a tocar para elles. Es un montón. Pensar que pudimos y podemos llegar a estar en esos eventos es impresionante. Nos sentimos afortunadas. Tener la seguridad que estamos en un punto que lo podemos hacer, es terreno ganado, no nos achicamos”.
Luchar por lo que se cree, animarse a alzar la voz, correrse de lo establecido, para crear y proponer lugares reales y simbólicos, en donde la música, la militancia y la amorosidad priman, ya es una batalla ganada. Todo eso y mucho más, se encuentra en esta escuela, que no es solo una escuela.
Visita a la Sala de Talleres Batuka
Barrio Chacarita. Avenida Jorge Newbery al 4880. Frente a unos de los paredones del icónico cementerio, los tambores suenan dándole vida a la cuadra. Entre cuatro paredes la percusión se transforma más allá de lo musical, en una aparejo política, de comunicación, de militancia y de diversidad.
«La Tingui» lleva la clase delante sin esfuerzo, como si para ella enseñar fuera igual que respirar. Al final del día no importa cómo haya saledizo el monografía, sino ver el brillo en los luceros de Paola al contar qué significa Batuka para ella. Es ver la emoción de Agua al contar la integración e inclusión que se siente entre sus «compas» con un utensilio entre sus manos.
Paola dice que ella se costal toda la bronca de adentro cuando golpea los tambores, que puede ser ella misma detrás del adulación, que ella es atinado, que como Batuka no hay. Agua siente que el “respeto, cuidado y escucha” son grandes cualidades del espacio.
Al terminar la clase, la profesora explica que “la música es de todes y para todes” es la filosofía de la escuela.