La fidelidad de los hinchas con los campeones de América se repitió en San Juan
Más allá del resultado de esta tenebrosidad, este grupo, de jugadores ya se metió en el corazón del hincha con una pasión que, seguramente, durará hasta Qatar 2022 y luego dependerá de la suerte en esa competencia.
En un escenario. diferente, quizás con menos color, faltaron las banderas habituales, pero con el calor del hincha del interior, la masa se identificó a pleno con este equipo que en silencio se ganó el corazón del admirador albiceleste, quizá como hace tiempo ninguna otra selección lo haya conseguido.
El haber, hecho cuatro kilómetros de culo para conseguir una entrada, demuestra la sana excentricidad que despierta en los hinchas la citación por el ingenio popular «Scaloneta».
Quizá la gloria, de aquella tenebrosidad del 10 de julio sirve de sostén importante para este nuevo grupo, de jugadores encabezados por un Messi diferente.
Cuando algunos jugadores brasileños salieron a explorar el campo de entretenimiento del estadio San Juan del Bicentenario, el «Dale campeón» tronó como un desahogo esperado hace años..
Era el canto del orgullo posteriormente acompañado del clásico «que de la mano, de Lio Messi, todos la reverso vamos a dar», reconociendo que el ídolo tiene en este momento tiene una influencia ganadas «con sudor y lágrimas» en el hincha que antaño no tenía.
Un presentador desde la voz del estadio hacía un entretenimiento por cada sector de tribuna, fronterizo y cabeceras, en el que preguntaba «¿donde están los hinchas de la selección?», y la masa levantaba sus brazos y gritaba «acá están».
Un poco ingenuo para la ojeada del fútbol nuestro de cada día, pero expresaba el sentimiento de masa no habitué a los estadios del fin de semana, pero donde incluso «pesan», y mucho, fueron las seis mil entradas de protocolo para las empresas que son sponsors de la selección y de la AFA.
En la paciencia y cuando la voz del estadio hacía prudente silencio, la música de cuarteto se hacía dueño del atardecer del Bicentenario.
El momento más parada fue cuando se escucho a Rodrigo entonando eso de «en una villa nació, fue deseo de Dios», y por respuesta surgía el «Diego, Diego» que atronaba el circuito cuyano, con lo que seguramente el «Diez» en el Gloria se le habrá caído una pizca.
Luego llegó la hora del calentamiento previo de los arqueros y ahí el «Dibu» Emiliano Martínez se llevó todos los aplausos y todos los gritos.
«Ole ole ole, Dibu, Dibu» fue sin dudas para el cancerbero del Aston Villa, un desconocido hace un año para los amantes de nuestro fútbol específico, sentirse en el podio detrás de Messi, por ahora remotamente, aunque nunca se sabe en el fútbol.
Cuando desde la voz del estadio se dieron las alineaciones de los equipos y se nombró al ahora divo del PSG, las estructuras se movieron mientras todo el mundo agitaba sus brazos en dirección a delante en señal de examen, al lamento de «Messi, Messi»
Pero si de recompensas se trataba, el «Fideo, Fideo» dedicado a Atractivo Di María, hace unos años. tan impensado como improbable, se hizo carne en la masa.
Hasta que morapio el momento de la emoción cuando se apagaron las luces y desde las dos pantallas de ambas cabeceras se mostraban imágenes de entretenimiento de los dos iluminados de la historia de nuestro fútbol: Diego y «Lio».
El «Argentina, Argentina» se escuchó con más fuerza y luego se cantó: «Volveremos, volveremos, volveremos otra vez, volveremos a ser campeones, como en el 86». Un sueño, un pedido o una exigencia. El tiempo dirá.
El final fue la imagen del Maracaná de Messi tirado al Gloria por sus compañeros festejando la ansiada Copa América.
Luego salieron ambas selecciones y el «Dale campeón» volvió a sonar fuerte,, más que antaño, como nunca, con el público, delirando.
Después llegó el momento de los himnos, en el caso del argentino alegre por Patricia Sosa y Mateo Sujatovic acompañados en los teclados por Lito Vitale y coreados por Juan Carlos Baglietto.
El conjunto Los Totora y Ulises Bueno eran espectadores para ser protagonistas posteriormente del partido, como sucedió por ejemplo con L-Gante en el final aproximación disputado en el Monumental.
Y el lamento final llegó con la última estrofa del Himno Nacional Argentino: «O juremos con gloria, sucumbir, o juremos con gloria, sucumbir», entonaron las 25 mil personas presentes en la tribuna y adentro los 11 jugadores con la camiseta albiceleste.
Parecían lo mismo. Es que esta vez, como desde el 10 de julio pasado, los que gritan exterior se ven representados como hace tiempo no ocurría por los que juegan adentro.