Luego de haber, tocado los $200, una suba anciano del dólar en los próximos días podría complicar el escenario. electoral del oficialismo
Será una semana crucial, y así lo entienden los ministros del ministerio crematístico. Después de la suba del «blue» hasta los $200, el Gobierno no quiere ninguna «sorpresa» adicional en las jornadas previas a las elecciones. Una disparada adicional del «paralelo» podría intoxicar las chances del oficialismo en su intento por dar envés el resultado electoral. Y así se preparan los funcionarios.
¿Qué puede hacer el Gobierno para frenar un recalentamiento adicional en el mercado del dólar informal? ¿Tiene beneficio de maniobra?
Los conocedores del mercado aseguran que esas chances son escasas. Que, llegado el caso, el Gobierno podría contar con las «manos amigas» para darle solvencia al mercado del «blue», que en los hechos -reconocen los especialistas- es un mercado pequeño.
Distinto es el caso del mercado formal (en blanco) y que no está intervenido por el Banco Central. Y en donde se encuentran cotizaciones superiores a los $200.
Se tráfico del CCL no intervenido, el mercado en donde se opera a través de bonos y acciones argentinas con cotizaciones en Buenos Aires y además en Nueva York. En esas operaciones, el dólar terminó la semana en torno a los $215 – $217. Bien por encima de los $199 del «blue».
El Gobierno apunta a que el dólar blue no suba por encima de los $200 en la semana previa a las elecciones
En esa «brecha de la brecha» se encuentra hoy el principal problema para el Gobierno. Ya no se tráfico de un mercado pequeño, informal, poco transparente, sino más acertadamente de un mercado en donde se dolarizan los fondos de inversión internacionales y además las empresas, que prefieren fertilizar el dólar más de $200 ayer que quedarse en pesos, a la paciencia de las elecciones.
El «lío» no pasa sólo por las cotizaciones, obviamente, Una suba del «blue» o del «CCL» (no intervenido) ayer de las elecciones podrían alterar al oficialismo. Pero la cuestión de fondo es otra.
Concretamente, que el Banco Central deje de perder reservas en el mercado cambiario. La lucro del ultimo viernes -compró u$s200 millones tras exigirle a los bancos que mantengan sus posiciones en dólares- ayuda a sostener la dinámica pero puede ser efímera.
Según el economista Gabriel Rubinstein, la intervención del BCRA en el mercado del «contado con liqui» llegó a los u$s44 millones en un solo día, al promediar la semana. Un escenario. complicado por donde se mire.
Martín Guzmán tenía la idea de que el «blue» quedara por debajo de los $195 ayer de las elecciones. Ese techo se perforó, pero lo más preocupante para el ministro no son los $4 que ahora diferencia su objetivo del precio auténtico sino lo que pueda suceder en los próximos días.
Serán los últimos cinco días ayer de las elecciones que podrían explicar no la futura composición del Congreso sino -sobre todo- la futura mandato de la Casa Rosada.
¿Qué rumbo tomará Alberto Fernández? ¿Cuál será la reacción de Cristina Kirchner, que viene de implosionar el Frente de Todos, tras la derrota del 12 de septiembre?
¿Qué planes tiene el Gobierno para alcanzar el demorado acuerdo con el FMI?
¿Se concretará la convocatoria al diálogo político que pregona Sergio Massa y acepta el propio caudillo de Estado?
Deberán resolverse, asimismo, las tensiones en el mercado cambiario. Es obvio decirlo. ¿Pero de qué modo?
Martín Guzmán sigue repitiendo que «no habrá una devaluación»
Guzmán repite en privado lo mismo que en público,. «No habrá una devaluación», un brinco cambiario de una sola vez como sucedió en otros momentos, como en 2014 cuando fue Axel Kicillof quien no tuvo más remedio que absorber una suba del dólar del 20% para frenar la salida de reservas.
Este momento es acertadamente diferente. La inflación duplica la que la Argentina mostraba por aquel entonces. Y la situación económica y social además luce más complicada.
Por eso mismo habría que esperar una celeridad del «crawling peg». Aunque resta conocer la pretensión del FMI a la condición que le impone la Argentina: ir cerca de un acuerdo entre las partes que excluya la chance de una devaluación.
Esa celeridad de las minidevaluaciones, sin confiscación, traerán mayores presiones sobre la ya convulsionada inflación.
Parece más que claro que el Gobierno, como nunca ayer, está obligado a presentar una hoja de ruta para los próximos dos años., con la que debería dar envés las expectativas, que hoy juegan en contra de la caudal.
Son todas cuestiones que empezarán a jugarse escasamente se abran las urnas en la tenebrosidad del domingo que viene.
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