
Carlos y Agustina se conocieron en 2016 durante un intercambio en Málaga, España (Foto Diego Izquierdo)
Salió en biciclo en noviembre de 2020 desde la ciudad mexicana de Puerto Vallarta, cruzó decenas de fronteras en las que tuvo que repetir el test del coronavirus, pinchó tantas veces que perdió la cuenta y posteriormente de pedalear más de 12.000 kilómetros, Carlos Trujeque Navarrete, de 27 años., llegó este martes a su destino final, Mar del Plata, para encontrarse con su novia argentina.
Tras cubrir el tramo final de 60 kilómetros desde la villa vecina de Coronel Vidal, el mancebo mexicano ingresó en el mediodía de este martes por la ruta 2, donde lo esperaba Agustina, la chica marplatense a la que conoció años. detrás durante un intercambio en España.
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Agustina y Carlos retoman de alguna forma u otra, la historia de esta canción que sonó en todas partes del mundo en 2016.
Acompañado por un género de ciclistas locales que lo esperaba en el ingreso a la ciudad, completó la travesía en La Rambla, con los tradicionales lobos marinos de José Fioravanti como bandera a cuadros.
Trujeque Navarrete concretó, así, la representación que se fijó casi un año detrás, cuando decidió cruzar Latinoamérica de punta a punta en su mountain bike para encontrarse con la mancebo estudiante de kinesiología con la que había iniciado una relación cuando se conocieron en la universidad de Málaga, en 2016.
La relación
Luego de tres años. de cortejo a distancia, el mancebo tomó en plena pandemia la valor de romper la barrera geográfica, aunque tuviera que atravesar ríos, montañas, salares y decenas de puestos fronterizos para lograrlo.
Estudiante de filial de empresas y ciclista entusiasta, inició su alucinación el 1 de noviembre de 2020 desde Puerto Vallarta, ciudad del estado de Jalisco, en la costa del Pacífico mexicano, y narró su aventura en sus redes sociales, donde compartía -además- imágenes, anécdotas e imprevistos del alucinación.
¿Cómo surgió el plan de alucinación?
«El plan flamante era cubrir el trayecto en cinco meses», recordó, pero los cierres de fronteras por la pandemia, las dificultades de un trayecto repleto de desniveles y cambios de clima, y la errata de pasta estiraron el plazo a más del doble de tiempo.
«Ahora mismo estoy como flotando, muy cansado, pero es como si todavía mi cuerpo no lo registrara del todo por la emoción», dijo a Télam casi nada entró a Mar del Plata.
Según comentó, fue «un alucinación increíble», realizado por tierra excepto en el cruce desde Panamá hasta Colombia, en el que tuvo que subir la biciclo a un avión para cruzar una frontera selvática y pantanosa.
En suelo colombiano tuvo, adicionalmente, una de las situaciones más complicadas del trayecto: «Me golpearon unos hinchas de Atlético de Medellín porque por los colores de mi gorro creyeron que era hincha de Nacional, y terminé en una seccional policial».

Tras tres años. de cortejo, el mancebo tomó la valor de romper la barrera geográfica y la distancia, en plena pandemia (Foto Diego Izquierdo)
La travesía incluyó, adicionalmente, algún robo en el camino, tramos en los que se quedó sin plata y otros en los que le rezó a Dios para pedir un poco de ayuda.
Tuvo que entregar parte de su equipo, pequeños souvenirs y llaveros por Instagram para sumar fondos, pero nunca tuvo en duda que llegaría a Mar del Plata.
«En cada pueblo, desde las montañas de Ecuador o Jujuy, la selva de Guatemala, hasta en las costas de Perú, mucha familia me ayudó y me alentó. Siempre me ofrecieron un plato de comida o un sitio donde ocurrir la incertidumbre, y así pude avanzar kilómetro a kilómetro hasta presentarse», relató.
También recibió ayuda de amigos y de donantes anónimos de distintos países, a través de una cuenta en un portal de crowfunding para quienes quisieran colaborar con pasta.
Cumplido el objetivo de reencontrarse con su novia marplatense, aseguró que dejará atada por un tiempo la biciclo, para quedarse «al menos un año en la Argentina, a ver qué oportunidad aparece», concluyó.
Fuente de la noticia: Agencia Telam