14/03/2021 TEATRO
Ingmar Bergman y Liv Ullmann intercambian recuerdos en el 25 de Mayo
La obra "Bergman y Liv, correspondencia amorosa" del argentino Lázaro Droznes, expone los últimos 40 años de la relación artística, amorosa y finalmente amistosa del cineasta y la actriz.
Por Héctor Puyo
Núñez y Pelicori tienen la dirección de Leonor Manso.
La obra "Bergman y Liv, correspondencia amorosa" del argentino Lázaro Droznes, dirigida por Leonor Manso, expone los últimos 40 años de la relación artística, amorosa y finalmente amistosa del notable cineasta sueco Ingmar Bergman y la no menos importante actriz noruega Liv Ullmann, en el Centro Cultural 25 de Mayo, Triunvirato 4444, viernes y sábados a las 20.30.
Es la forma en la que el complejo retoma las funciones presenciales, con estrictos controles para el ingreso y la ubicación del público; con los intérpretes Osmar Núñez e Ingrid Pelicori a prudente distancia y frente a sendos atriles, a medio camino con el teatro leído.
Según se informa, la obra "trata sobre un amor que se transforma en el tiempo; y habla de la creación, el teatro, de los actores y actrices y de aquellas películas que a muchos de nosotros nos enriquecieron en nuestro modo de sentir y de pensar".
No se sabe a qué "nosotros" se refiere el anuncio porque los años han pasado y para las nuevas generaciones es posible que, en tiempos de superhéroes y sagas infantiles, el nombre de Ingmar Bergman sea más que nada una referencia para los estudiantes de cine o para gente interesada en los ciclos de la sala Leopoldo Lugones.
Los hechos que se narran en "Bergman y Liv" abarcan la segunda mitad del siglo XX, cuando ese arte llamado cinematógrafo alcanzó su absoluta madurez en lo conceptual y en lo estético, hurgando en la filosofía, la política, la poesía, la pintura, la música y otras disciplinas que con la llegada de cada película provocaban acaloradas discusiones.
Lejos de Hollywood, el genio de Bergman le permitió hacer un verdadero cine de autor en una época en la que en su mayoría los grandes autores estaban vivos. La única vez que rodó en Estados Unidos -"El toque" (1971)- no tuvo la repercusión esperada y es difícil que sus admiradores se acuerden con gratitud de esa obra.
La pieza de Droznes se basa en una novela epistolar del mismo autor, publicada en 2016, en la que se imagina un diálogo a través de cartas, como antaño hicieron Choderlos de Laclos con "Relaciones peligrosas" o Thornthon Wilder con "Los idus de marzo", con la diferencia de que en este caso los protagonistas son reales, contemporáneos y una está viva.
Todo empieza alrededor de 1970, cuando Liv Ullmann abandona la isla de Farö, en el mar Báltico, donde convivió con el cineasta, rodó varias películas y tuvo a su hija Linn cuando él tenía 48 años y ella 28.
Es probable que Liv haya escrito alguna carta a su ex durante su carrera posterior, parcialmente cumplida en Estados Unidos, pero se sabe que Bergman solo se carteó ocasionalmente con Akira Kurosawa y envió una airada misiva a la Academia de Hollywood en la que se negaba a que sus filmes integraran cualquier categoría en la competencia de los Oscar.
Hombre de carácter difícil, autodestructivo, sádico con sus intérpretes, estuvo además demasiado ocupado con sus ocho esposas o compañeras –con las que había formado un amistoso gineceo, porque varias habían sido sus actrices- y sus nueve hijos reconocidos, aunque en escena dice que son catorce.
En la ficción imaginada por Droznes la pareja tiene una animada relación a través de las cartas en las que recuerdan hechos de la vida privada, de las filmaciones y de cómo el trabajo en el cine se entrometía en las cosas diarias.
Si bien Ingrid Pelicori pone toda su capacidad en componer a esa actriz y expareja que pasó por todos los dolores junto al genio, es un tanto difícil creer en la creación de un Bergman de una afabilidad notoria, cuando se sabe que ese hijo de un pastor era un ser difícil.
Es cierto, el texto parte del conocimiento de la pareja cuando filmó "Persona" en 1966, por lo que nada dice de las preocupaciones del director que en sus títulos previos eran su drástica educación, la ausencia de Dios, el misterio femenino, la simulación, la muerte, en obras que cimentaron una carrera mayor y a veces hermética.
El principio podría vincularse con lo que fue "Escenas de la vida conyugal" (1973), con un análisis casi divertido de la convivencia entre ambos, con reproches, celos y resentimientos, pero luego el relato se ameseta y se vuelve absolutamente narrativo, incluso con errores temporales.
La pieza no dice que el final de esa gran amistad redundó en que Liv asumió la dirección de dos películas escritas por Ingmar, "Infidelidades" (2000) y "Sarabanda" (2003), firmada por él aunque dirigida entre bastidores por ella.
También yerra cuando él desea recuperarla y le ofrece un papel en la que anuncia como su última película, "Fanny y Alexander" (1983), para dedicarse totalmente al teatro. Pero en "Fanny y Alexander" no se ve ni un pelo de Liv, ni tampoco fue lo último que hizo Bergman, tanto en cine como en televisión.
Las últimas veces que la convocó fue para "Cara a cara" (1976), "El huevo de la serpiente" y "Sonata otoñal" (1978), donde la enfrentó al mito de Ingrid Bergman.
Llama la atención, eso sí, que al carecer el espectáculo de curva dramática, Osmar Núñez asuma durante toda la hora de duración un Bergman enjundioso, juvenil y afable, incluso con un tono de voz alto y agudo que no es habitual en él, un actor de un abanico expresivo reconocidamente amplio.
Detrás de la escena se proyecta una fotografía del principio de la relación entre Bergman y Ullmann, él en actitud de protección y ella con mirada de niña; algo que debería haber variado con el andar de la trama, porque tanto en la vida como en la ficción ni la dicha ni la juventud son eternas.Fuente de la noticia (Telam)