María Nöllmann
Con la Plaza del Congreso dividida y una convocatoria hasta el momento desigual, partidarios y opositores al proyecto de ley de la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) y del plan de los Mil Días, se manifiestan en las inmediaciones del Congreso de la Nación desde las 11, cuando comenzó el debate en la cámara de Diputados.
Para evitar cualquier tipo de conflicto entre ambos sectores, la Policía Federal montó un vallado doble para separar la plaza en dos. A la hora del comienzo de la sesión paralamentaria, la plaza se encontraba dividida no solo entre verdes y celestes sino también entre el bullicio y la calma total.
De un lado de la plaza, militantes de agrupaciones feministas y sindicales a favor del ILE dispusieron cientos de carpas sobre la avenida Callao y la avenida Rivadavia. Entre las carpas y los globos, marcharon con bombos y pancartas los primeros grupos multitudinarios, pertenecientes al Movimiento Barrios de Pie, que vinieron desde Florencio Varela, Esteban Echeverría y Avellaneda.
Mientras, Agustina Sanchez, de 20 años, caminaba por la avenida Callao, a metros del Congreso, con dos pañuelos verdes en las muñecas. "Vine para apoyar a todas las mujeres y formar parte de este cambio. El aborto clandestino es un problema de salud, al igual que lo es la pandemia. No hay que retrasar más la legalización", comentó la joven, que viajó sola desde 3 de Febrero para asistir a la movilización.

En tanto, del otro lado de la Plaza del Congreso, se mantenía la quietud. Mientras en las pantallas dispuestas en la fachada del Congreso se proyectaba el debate, un grupo de unos 20 católicos sentados en sillas de plástico rezaba el Rosario.
A diferencia de las agrupaciones a favor de la legalización del aborto, la Unidad Pro Vida y las organizaciones religiosas convocaron a sus seguidores a partir de las 18.

Sin embargo, Mirian Pohamka, de 55 años, que llegó sola desde Morón y vestía una camisola celeste, ya estaba en la plaza, y miraba el debate en la pantalla principal, dispuesta en la fachada del Congreso. "Un Gobierno tiene que dar asistencia a las mujeres violadas, sí, pero no me parece que acepte que todas las mujeres aborten porque quieren. Mi mamá me tuvo sola y al principio me quiso abortar, pero ahora agradece haberse arrepentido", dijo.

Hasta que termine el debate, el sector de la plaza que se extiende desde la avenida Callao hasta Corrientes será el espacio para quienes estén a favor del proyecto, y del lado de la avenida Entre Ríos hasta avenida Belgrano aquellos que estén en contra de la iniciativa.

La Policía Federal estará a cargo del control del Congreso y de los vallados en los accesos principales puntualmente en las esquinas de Callao y Rivadavia; Entre Ríos e Yrigoyen; Ayacucho en los cruces con Rivadavia e Yrigoyen; y también en Combate de los Pozos altura Mitre y Alsina.
Por su parte, la Policía de la Ciudad estará a cargo de la seguridad en las inmediaciones del Congreso.

La disputa por la seguridad en zona del Congreso de la Nación llegó a la Justicia. Después de la pelea entre los gobiernos nacional y porteño por los graves incidentes en la Casa Rosada durante el velorio de Diego Maradona, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación presentó un habeas corpus para que la Policía de la Ciudad no pudiera actuar en el operativo de hoy, pero la presentación fue rechazada.
Así lo informaron fuentes con acceso al expediente. La decisión de rechazar la presentación de la Secretaría de Derechos Humanos fue tomada por el juez en penal, contravencional y de faltas porteño Gonzalo Rúa.

Momento cúlmine
Con la llegada del Polo Obrero al sector pro legalización del aborto, minutos después del mediodía, la avenida Rivadavia desde el Congreso hasta el final de la plaza, se volvió intransitable para los peatones. Desde entonces, esta agrupación, que marchó desde el Obelisco hasta el Congreso, ocupaba gran parte del "sector verde".
Cristina Viera, de 57, que participaba de la caravana, argumentó que la legalización del aborto evitaría una gran parte de la cantidad de embarazos no deseados y de abortos clandestinos que ocurren en su barrio, en González Catan. "No queremos que haya más muertes", dijo la mujer, que trae un pañuelo verde en la cabeza para protegerse del sol.

Entre agrupación y agrupación, marchaban personas que decidieron acercarse por su cuenta. Camila Mosler, de 36 años, había manejado desde la ciudad de Santa Fe hasta Buenos Aires junto a cuatro amigas para ser parte de la movilización. "Creemos que ninguna vida se salva negando derechos. El aborto legal es una deuda que el Estado viene teniendo desde hace años", afirmó. Mosler participa de marchas a favor de la ILE desde 2015.
A pocos metros, dos jóvenes de unos 20 años con brillantina verde en la cara y el pañuelo oficial de la campaña de la ILE empapelaban las persianas bajas de una dietética con afiches afines a su postura.

El acto oficial del lado a favor del ILE comenzó después de las 14. Desde la tarima, la militante de la campaña nacional por el derecho al aborto legal seguro y gratuito Agostina Felice inauguró la manifestación con un saludo: "Bienvenidas y bienvenides. Nos mantenemos en campaña hasta que sea ley". La multitud le respondió con cantos.
Hasta entonces, la situación en el sector opuesto de la plaza se mantuvo pacífica. A las 15, al son de una murga de jóvenes evangélicos de Los Polvorines, con pañuelos celestes colgando de sus bombos, los primeros grupos parroquiales y personas autoconvocadas comenzaron a llegar a las inmediaciones del Congreso, y de a poco, el sector celeste empezó a cobrar vida.


Sobre la plaza y bajo una de las carpas blancas, un sacerdote y una ayudante armaban un altar para celebrar la Misa.
"Creo, como dice la ciencia y la Constitución, que hay vida desde la concepción. Es por eso que este debate no tiene sentido", afirmó Priscila Persival, de 19 años, proveniente de Malvinas Argentinas, mientras otra joven le pintaba firuletes celestes sobre el rostro. "En mi barrio, la mayoría estamos en contra del aborto", dijo.


Por: María Nöllmann
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