Un vecino en jogging: Bielsa, la vida ordinaria de un hombre extraordinario
Viaje a la intimidad de un entrenador contracultural, al que la ciudad de Leeds amaba mucho antes de que la devolviera a la élite del fútbol inglé
o. En la carta de Sant’ Angelo no figura el plato preferido de Marcelo Bielsa. No preparan carne mechada con papas, zanahorias y zapallos asados al horno como le gusta al hombre: por separado, para que el jugo no contamine la crocancia del acompañamiento. Pero no importa. En ese alegre restaurante italiano ubicado en la calle principal de Wetherby, la pequeña población donde vive -al norte de Leeds-, se lo puede encontrar algunas noches, siempre con su vestimenta de gala, la misma que usa para trabajar.
¿Cuántos joggings habrá en el armario de Bielsa? ¿Cuál se pondrá para festejar el regreso de Leeds a la Premier League, una noticia que el condado de Yorkshire esperó durante 16 años? ¿El mismo que usó en octubre pasado, cuando mezcló su atuendo gris en la señorial celebración del centenario del club?
A nadie le importa el código de etiqueta ahora, en esa porción de Inglaterra dominada por una felicidad que es suya también, aunque él prefiera guardársela: por fin, el éxito deportivo vuelve a cruzarse en la vida de alguien que gusta definirse como “un perdedor”. Su último gran logro se había macerado hace tiempo y allá lejos: en 2004, cuando ganó con la selección argentina la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas, al mismo tiempo que Leeds se iba al descenso. Los extremos se juntan hoy.
En Leeds, a donde Bielsa llegó hace dos años, se repite un fenómeno que sucedió en la mayoría de los lugares que el rosarino eligió para trabajar desde que inició su exilio profesional de la Argentina, en 2007; su figura se convirtió poco a poco en un objeto de veneración, alimentada por los fanáticos de un club profundamente enraizado en el alma del lugar. “Cuando al Leeds United le va bien, no es exagerado decir que se puede sentir el cambio de humor en la ciudad en tantos niveles diferentes. Y en ese punto, Marcelo ha capturado la imaginación no sólo de los fans del club, sino de toda la ciudad”, introduce por correo electrónico Judith Blake, líder del Leeds City Council -la intendenta de la ciudad, en términos políticos argentinos-.
“Cuando al Leeds United le va bien, no es exagerado decir que se puede sentir el cambio de humor en la ciudad en tantos niveles diferentes. Y en ese punto, Marcelo ha capturado la imaginación no sólo de los fans del club, sino de toda la ciudad”
Judith Blake, líder del Leeds City Council
El DT aceptó el desafío de moldear la reconstrucción de un gigante oxidado, una referencia futbolística que llevaba décadas de un ostracismo apenas salpicado con algún triunfo circunstancial. Luego de un comienzo arrollador de la sociedad, el equipo perdió increíblemente el ascenso en el final de la temporada pasada, una frustración que puso en duda el proyecto. La voz del actor Russell Crowe, en el instante final de la serie documental Take us Home, estrenada por Amazon -que se rodó durante toda esa campaña y cuyo primer capítulo se llama “El Loco”, en español- responde por qué fue posible seguir adelante: “Bielsa devolvió la esperanza y el orgullo al club y la ciudad. Dueños, directivos, jugadores e hinchas vuelven a estar unidos. El gigante dormido ha despertado y la revolución no ha hecho más que empezar”, relata, en tono épico.
¿Por qué le pintan paredes, tallan esculturas, inventan cervezas con su nombre? Para el periodista catalán Guillem Balagué hay un elemento decisivo: “En Leeds, donde hay mucho desempleo (4,3% antes de la pandemia, medio punto más que el promedio del país), los habitantes se sienten maltratados por el país, postergados. Tener a alguien que los lleva al centro del mundo hace que su figura sea icónica, lo convierten en algo más que un manager”.
Desde Santiago de Chile, Rafael Bielsa, que sufre y goza a la distancia los pasos “del maestro”, compara: “El sentido de pertenencia es uno de los aspectos vitales que Marcelo valora antes de aceptar una oferta. Hay un hilo conductor en sus elecciones: Leeds, como antes Newell’s, Vélez, Athletic de Bilbao u Olympique de Marsella, transmite identidad y compromiso”.
Buscando a Bielsa por las calles de Leeds
En la ciudad capital del condado de Yorkshire, los hinchas del club fueron dejando señales de su fascinación por el DT argentino en distintos lugares.
Creer en alguienSobre una colina en Beeston, un barrio trabajador en el sur de Leeds, un mural de Bielsa con el lema»In Bielsa we trust» («Creemos en Bielsa») custodia desde lo alto al estadio Elland Road. Su autor es Andy McVeigh, un maestro de escuela.
Grito de guerraTreinta años atrás, en una celebración, Bielsa gritó: “¡Newell’s, carajo!”. En Leeds, el muralista adaptó la frase cuando el DT decidió continuar en el club, un año atrás. Y así la plasmó. Las imágenes se popularizaron en redes sociales.
Guiño para entendidosLa palabra “Bielsa” es la única referencia para comprender de qué se trata ese objeto azul. Es el banquito en el que el DT se sentó durante los partidos de la primera temporada.
La escultura solidariaEl empresario inglés Tony Clarke y su hermano Craig encargaron una escultura de Bielsa en tamaño real, para subastarla y ayudar a una organización que trabaja con personas con problemas mentales. En el mientras tanto, la llevaron a la puerta del estadio.
La “Bierelsa”En más de 20 pubs de Leeds y alrededores es posible acercarse a la barra y pedir una cerveza en honor al DT. La idea se les ocurrió a los creadores del popular podcast “Leeds That”. “¿Cómo iba a fallar?”, razona Paul Morrison, uno de los responsables.
Fotos: gentileza Francisco Fernández Funes
Cuando la aventura comenzó, a mediados de 2018, Balagué -que vive en Londres- se instaló cuatro días en el norte de Inglaterra para acercarse al fenómeno. De esa experiencia surgieron un podcast que emitió la BBC Radio -para quien trabaja- y una visión que desgrana en la charla con LA NACION. “Con el documental, que ha tenido mucha repercusión aquí -analiza- hemos contribuido a esparcir esa imagen poderosa. Los aficionados están encantados de la vida con él. Su estilo de juego, con esa presión asfixiante y kamikaze, no se había visto antes. Le ofrece un halo de esperanza a una ciudad bastante obsoleta y deprimida”. Desde su despacho, Blake va más lejos: “Lo hemos abrazado como uno de los nuestros”, refuerza.
Aire rural
¿Por qué él los quiere a ellos? Un tiempo atrás, en una conferencia de prensa, Bielsa se apoyó en una imagen mental para explicar lo fácil que se había adaptado a vivir en los bordes de Leeds, una metrópoli de 793 mil habitantes que respira según les vaya a The Whites. “Gran parte de esta región es rural y soy un hombre de campo en el corazón”, se descubrió, sin levantar la mirada.
Cuando el clima se pone de su lado -en este inusual final de campeonato, ya entrado el verano, casi no hubo lluvias-, el entrenador calza la mochila en su espalda y camina desde el centro del pueblo hasta Thorp Arch, el centro de entrenamiento que el club remodeló a la medida de Bielsa.
Son 50 minutos andando solo, a paso firme por un paisaje verde, desestimando los ofrecimientos de periodistas que van al mismo lugar e hinchas que lo cruzan: siempre le gustó caminar. En el predio de Ezeiza, en el campo familiar de Máximo Paz, en Guadalajara, en Santiago de Chile, en los contornos de Bilbao, en Marsella, en Lille. Gracias a la viralidad de las redes sociales, las selfies capturadas en ese trayecto campestre por fanáticos del Leeds se hicieron célebres. El hincha ocasional delante, Bielsa detrás y una vista aireada de fondo de pantalla.
Por los caminos de Bielsa
Si no llueve, el DT elige caminar de ida o de vuelta entre su casa y el centro de entrenamiento del club. En este video puede apreciarse el recorrido por ese lugar abierto.
Esa ruralidad es la infancia misma. Su hermano tira de la memoria familiar: “Nosotros pasábamos nuestros veranos en la casa de nuestra abuela materna, la nonna Marina, en Morteros, provincia de Córdoba, y si bien era un pueblo, lo era rural. Los colores, los olores, el silencio… Cuando Marcelo decidió entrenar a la selección de Chile, un día llevó a Harold Mayne-Nicholls, presidente de la Federación, a caminar por el complejo deportivo Juan Pinto Durán y le pidió permiso para alojarse allí. Le mostró la Cordillera y le dijo: ‘No me perdonaría en mi vida no despertarme y acostarme mirando este portento’”.
El coronavirus, una pausa nerviosa en la hoja de ruta del ascenso hacia la élite del fútbol inglés, quitó momentáneamente a Bielsa de esa vida de vecino cualquiera que elige. Los compatriotas que habitualmente chatean en la comunidad de Facebook “Argentinos en Leeds” juegan a encontrarlo en las calles de Wetherby, una zona acomodada de 22 mil habitantes, donde 9 de cada 10 personas tienen calefacción central en sus casas para aliviar los inviernos.
Pero por unos meses, su buzo gris dejó de verse en una mesa lateral de Costa Coffee, donde tiene una cuenta mensual; se alejó de Morrisons, el supermercado por el que empujaba el carrito de las compras; ya no pasó tanto por Cooplands, la panadería que reluce en Market Place, la vía principal. Transitó la cuarentena mayormente encerrado en la vivienda que habita desde que abandonó el lujoso hotel Rudding Park, su plataforma de llegada a Inglaterra. Viendo fútbol, claro, como hacía en sus comienzos de entrenador en su casa de Rosario, donde se había hecho construir una estructura que soportara cuatro televisores, uno debajo del otro: una batalla perdida contra la obsesión por la pelota.
¿Cómo llegó a Wetherby? La historia es curiosa. Bielsa dio vueltas y vueltas hasta que encontró lo que quería: una casa austera, ubicada en las cercanías de la tranquila zona comercial del pueblo. Algunos meses al año lo acompaña Laura, su esposa, que se alterna entre Leeds y Rosario, la patria familiar. Inés (30 años) y Mercedes (28), las hijas, tienen agenda propia en la Argentina, y sus esporádicas visitas a Leeds son también un punto de despegue hacia algún destino turístico europeo más apetecible. “Marcelo no sabe disfrutar de los gustos habituales. Y no necesita más que dos dormitorios, un living, un buen baño y poca cosa más. Con las casas, los autos, los relojes, los tatuajes, la vestimenta… Con todo es old fashion”, reconfirma su hermano. Su primer admirador.
Bielsa, el vecino de Wetherby
En el pueblo, no tiene problemas en andar por Market Place, la calle principal. Y tiene sus lugares favoritos, a los que usualmente concurre.
La cena en Sant’ AngeloUn restaurante italiano lo recibe por las noches, algunas veces. Es el lugar al que más disfruta ir.
Por los pasillos de MorrisonsCruzarse a Bielsa empujando el carrito de las compras no es imposible si uno va al supermercado. Y tomarse una foto con él, tampoco.
El caminanteJogging, mochila y auriculares: el equipamiento que necesita Bielsa para caminar por los campos de Wetherby a la mañana, hacia el campo de entrenamiento del Leeds.
Thorp Arch, la fábricaEl complejo del club es el lugar en el que más horas está Bielsa cada día. El lugar fue remodelado de acuerdo a sus indicaciones, para que los futbolistas puedan dormir allí.
Cerrado para extraños
Ese retrato, por atractivas que resulten las pequeñas historias, puede colorear un costado de la personalidad de Bielsa -habitualmente celebrado por sus exégetas-, pero no explica el fondo. Ahora bien, ¿quién es capaz de llegar tan lejos, escarbar en su intimidad, auscultar sus sentimientos? Muy pocos. En Thorp Arch, el entrenador mantiene su rigurosidad en el trabajo, su alto nivel de exigencia con los futbolistas y espera una dedicación absoluta de sus asistentes. Pero esas paredes son inexpugnables. Lo sabe cualquier extraño a la causa que pretenda establecer un contacto informal: las barreras de los colaboradores del DT se levantan automáticamente.
“Marcelo no sabe disfrutar de los gustos habituales. Y no necesita más que dos dormitorios, un living, un buen baño y poca cosa más. Con las casas, los autos, los relojes, los tatuajes, la vestimenta… Con todo es old fashion”
Rafael Bielsa, hermano, embajador argentino en Chile
Valga el detalle: durante la producción de este artículo, LA NACION le solicitó a un exintegrante de la troupe Bielsa el listado del actual staff técnico de Leeds: “Debería contar con la autorización de Marcelo y de todos ellos para facilitárselo”, fue la respuesta. La web oficial del club tampoco publica los nombres. La búsqueda de un dato simple, nada revelador -que de todos modos es posible obtener-, sirve para comprender la política de puertas cerradas que impera en los dominios del entrenador, que el martes 21 de julio -un día antes del partido despedida de Leeds de la segunda división- cumplirá 65 años.
Las herméticas capas bielseanas no son fáciles de perforar ni siquiera para quienes lo contratan. En enero de 2019, el propietario del Leeds -el empresario italiano Andrea Radrizzani- se enteró solo unos minutos antes que Bielsa respondería al célebre episodio conocido como Spygate con una conferencia de prensa, en la que compartiría la información que había recolectado de casi todos los rivales. La decisión de abrir su Power Point al mundo explica cómo se relaciona Bielsa con sus jefes: respeta su propio punto de vista hasta el final, aunque eso lo exponga a situaciones tan inverosímiles. “Nos hubiese gustado que esas explicaciones quedaran en la intimidad”, fue todo lo que atinó a decir Radrizzani entonces. Y siguieron adelante.
Dos compatriotas forman parte del círculo de confianza de Bielsa: el cordobés Diego Flores (entrenador asistente) y el bonaerense Pablo Quiroga (analista de videos). Los dos tienen dos características comunes: la profunda admiración que sienten por un técnico del que se enamoraron a distancia y un pasado anónimo. Flores y Quiroga ocupan ahora espacios que, por ejemplo, durante muchos años fueron de Eduardo Berizzo y Luis Bonini. Otro cartel, otra trayectoria. Además de su tarea específica, en esta temporada Flores oficia de traductor de Bielsa en las conferencias de prensa; más de una vez, su jefe -que jamás habla en inglés en público- lo corrige si no está conforme con el pasaje traducido. En enero, después de una derrota, Bielsa dijo que Leeds había tenido “el doble o el triple” de posibilidades de gol que su rival; Flores resolvió explicar en inglés que habían sido “muchas más”. Error: el DT no estuvo tranquilo hasta que su asistente lo dijo tal como él quería. Ese mínimo matiz, para él, ameritaba una interrupción en vivo.
Un perdedor que abre cabezas
Cultor desde siempre de la palabra bien empleada y generoso para argumentar, Bielsa otorga la ventaja de no dirigirse directamente a los futbolistas en el idioma local. Rafael, su cancerbero transatlántico, no está de acuerdo con el enfoque: “Estaría en desventaja si fuese de esos entrenadores que se hacen amigos de los players y entonces sí la necesidad de hablar la lengua es más necesaria. En la semana, sus asistentes ejecutan los ejercicios que él planifica. Durante el partido da indicaciones muy simples. Y para el entretiempo, central para Marcelo, lleva en su mente con total claridad lo que desea expresarles a los jugadores, por lo que la traducción se facilita”, defiende.
Balagué, en cambio, está convencido de que en el camino se pierde un intangible de mucho valor: “El discurso de Bielsa es lo suficientemente interesante como para atraer a la afición y hacer pensar a los jugadores, pero hay una paradoja: la poesía de lo que dice, cómo lo dice, no le llega a nadie, salvo a los que entienden español”. ¿No progresó su inglés en estos dos años? “Lo entiende y hasta lo habla, pero es tímido. Muchos hablan un inglés pasable después del tercer whisky, sucede que Marcelo no toma alcohol”, zanja Rafael con una sonrisa.
Esa barrera idiomática no le impidió a Bielsa apreciar los valores que advierte en sus jugadores: “Aquí he trabajado con futbolistas mayormente británicos, más algunos otros europeos. Ellos interpretan el profesionalismo de una manera que me resulta atractiva”, los elogió antes de obtener el ascenso. Algunos de esos mismos jugadores, observa Balagué, “están pensando en hacerse entrenadores por culpa suya”.
“El discurso de Bielsa es lo suficientemente interesante como para atraer a la afición y hacer pensar a los jugadores, pero hay una paradoja: la poesía de lo que dice, cómo lo dice, no le llega a nadie, salvo a los que entienden español”
Guillem Balagué, periodista de la BBC
Allí, quizás, anide la mayor fortaleza de la carrera de Bielsa: su capacidad para hacer que los futbolistas lo sigan como a un maestro, se apasionen con el juego y, como muestran tantos antecedentes, se espejen en él cuando imaginan el día después. Sin proponérselo, enseña. Y a veces despierta una vocación. Donde va, consigue que todo el club -y la ciudad, tantas veces- se involucre a fondo con el proyecto que propone. Su legado vale por esos intangibles mucho más que por los resultados deportivos. Campeón dos veces en Newell’s en el inicio de su carrera de técnico, en Vélez en el ‘98 y en aquella experiencia olímpica, se le suele señalar más veces la eliminación en primera ronda del Mundial 2002, al que Argentina había entrado como candidata principal al título. Sin dudas, la frustración que más lo marcó.
La máscara de “perdedor” que él mismo menciona se alimentó después de la increíble final ante Brasil de la Copa América 2004 -que a la selección se le escapó cuando parecía ganada- y, más acá en el tiempo, de las dos que no pudo ganar con Athletic de Bilbao con solo un mes de diferencia, en 2012. Aunque estas deberían contarse en la columna del haber: lo extraño fue que haya llegado tan lejos con un equipo que, cuando él tomó, vivía más de un pasado glorioso que del modesto presente. Como Leeds United, sí.
El señor del chándal
Hay costumbres que Bielsa repite allí donde vaya. Vivir lejos del centro de la escena, por ejemplo. Wetherby es cómodo para ir al entrenamiento, pero hay que andar más de media hora en auto para unir el pueblo con el centro de Leeds o llegar a Elland Road, el estadio. Nada nuevo: durante los dos años que dirigió a Athletic de Bilbao -de todos sus destinos europeos, el que más lo conmovió-, el entrenador vivió con su esposa cerca de las playas de Getxo, a unos 25 minutos del estadio de San Mamés. Ya entonces, su afición por vestir uniforme deportivo era una marca registrada, a tal punto que la prensa vasca graciosamente lo llamaba “el señor del chándal”. Así le dicen los españoles al jogging.
Una vez que Bielsa se fue, después de una segunda temporada muy mala, prevaleció el recuerdo de aquello que había entregado: espíritu docente, entrega sin límites, identificación con una causa que abrazó como propia, ilusión por devolverle a un club señero algo de la gloria extraviada. Otro punto de encuentro con la experiencia Leeds.
De todos los relatos orales que siguen girando en Bilbao incluso hoy -siete años después de su adiós- uno es el más pintoresco: cuentan que un domingo a la noche, buscando un lugar para cenar en Getxo, encontró una luz encendida en un pequeño restaurante; adentro solo quedaba el dueño, a punto de cerrar, que de pronto se topó con la figura de un señor vestido de jogging parado delante suyo. Ante la intempestiva pregunta del reputado visitante, el hombre no se animó a decirle que no, que ya era tarde. Y, desde esa noche, se acostumbró a esperarlo los domingos, hasta que terminaron por compartir las cenas. Hoy, quien recorra el museo del impresionante estadio que Athletic reinauguró unos meses después de que se marchara el DT podrá admirar, entre cientos de camisetas… el chándal de Bielsa.
La foto de familia tomada la noche del centenario de Leeds comprueba que, lejos de amedrentarse por los memes (¿los conocerá?), la costumbre se hizo mandato en su cabeza. Entre el plantel, autoridades y leyendas del club posaron 69 personas: 68 llevaban traje o esmoquin.
¿Cuándo fue que él decidió enjoggizarse? Su hermano, que transita la cuarentena en la residencia oficial argentina en Santiago de Chile, mientras espera para asumir oficialmente como embajador ante aquel país, cree que Marcelo hizo un clic cuando fue designado entrenador de la selección argentina, a fines de 1998. “Regaló trajes y sacos y se pasó al jogging. Tratándose de él, se transformó en una decisión drástica”, apunta Rafael.
El año pasado, Leeds ganó el premio Fair Play de la FIFA por un gesto que Bielsa ordenó: permitir que Aston Villa marcara un gol sin oposición para remediar el que su equipo había anotado inmediatamente antes, mientras un jugador rival estaba caído. En septiembre, en la pomposa entrega de premios celebrada en la Scala de Milán, Bielsa no apareció: en Leeds creen que prefirió no exponer su disfraz en un ambiente tan ajeno y glamoroso.
El olor de la Premier League
Gabriel Sadi es un profesor universitario argentino que llegó a vivir a Leeds a principios de enero. Como les ocurrió a millones de personas alrededor del mundo, la pandemia afectó sus planes. No porque haya dejado de dar clases -ahora virtuales- en la Universidad de Huddersfield, sino porque su familia nunca pudo dejar la casa de Olivos para iniciar la nueva vida que habían planeado en Yorkshire. Mientras espera que aclare, Gabriel encuentra en el Leeds de Bielsa un incentivo para animar por videollamada a Tomás, su hijo de 7 años. Un calmante para la ansiedad y la tristeza que nacieron sin invitación. Le promete que cuando él y Lili, su mamá, completen la foto familiar, podrán vivir un partido de la Premier League en Elland Road. “Lo que he notado en este tiempo -le cuenta el académico a LA NACION desde Moortown, su nuevo barrio-, es que el Leeds despierta pasiones encontradas: pasión a la argentina en sus hinchas y desprecio en los de otros equipos. En ese escenario, que Bielsa los haya devuelto al primer plano tiene un doble efecto; potencia ese sentimiento y también la imagen de héroe o ángel de la guarda que tienen de él”.
¿Cuánta cuerda le quedará todavía el veterano entrenador, tras más de 30 años de carrera, para competir en el nivel que exige la Premier? “Tiene mucha energía. Mientras la conserve, y la mente envejezca mucho más despacio que el cuerpo, lo imagino por mucho tiempo en los campos”, se entusiasma Rafael. Las experiencias recientes indican que la segunda temporada del rosarino en un club fue la peor: el encanto y hasta la devoción inicial de los futbolistas suelen decantar en un agotamiento mental con el que les resulta imposible seguir lidiando, ante un nivel de demanda siempre alto. Pero en Leeds, Bielsa quebró esa tendencia, incluso contra las dudas que el propio club se había creado en torno a cómo acabarían las cosas. El segundo año, al cabo, fue mejor que el primero.
Ahora, con tantos kilómetros de fútbol recorridos, se asoma a un hecho inédito en su carrera. ¿Entrenar tres años seguidos a un mismo equipo? Ni en Newell’s le ocurrió. Si le hiciera falta, ahí tiene un nuevo incentivo. Aunque ser parte de la mejor liga de fútbol del mundo parece suficiente impulso para seguir.
Blake no pierde de vista de dónde viene el Leeds United cuando mira hacia dónde va: “Durante demasiado tiempo hemos estado fuera de la Premier League y hemos sufrido mucho dolor a lo largo del camino en lo que han sido, en su mayor parte, tiempos muy turbulentos tanto dentro como fuera del campo para el club. Después de tanto tiempo, Marcelo nos ha dado una verdadera esperanza y la creencia de que podemos volver a tiempos mejores y emular las glorias pasadas”.
Balagué, periodista al fin, ya juega el siguiente partido: “¿Te imaginas el duelo Bielsa-Guardiola? ¡Será la hostia!”, apuesta. La alcaldesa se deja llevar por un deseo que intuye mayoritario: “Puedo decir con confianza en nombre de la ciudad que esperamos que Marcelo se quede y sea el entrenador del Leeds durante mucho tiempo. Somos muy afortunados de tenerlo”.
Quién sabe si el estímulo definitivo para que Bielsa siga escribiendo capítulos en Leeds no está guardado en una receta de cocina. De tanto verlo sentarse a la mesa, tal vez en Sant’ Angelo se arremangaron para aprender a preparar la carne y los vegetales a gusto de su paladar. Y a servirlo en dos platos, claro, para cuidar la crocancia.
Créditos
- Edición periodísticaNicolás Cassese @nicassese
- Edición visualFlorencia Abd @florenabdAlejandra Bliffeld @alebli
- IlustracionesJavier JoaquínJuliana Vido
- Edición fotográficaAugusto Famulari
- Edición de videoFrancisco Ferrari
Fuente de la noticia (La Nacion)