Turismo

En bici, 17 amigas se animaron a recorrer Bélgica y Holanda

En barco y en dos ruedas por los canales entre Brujas y Ámsterdam

El siguiente relato fue enviado a lanacion.com por Cecilia Maschwitz de Bartolome. Si querés compartir tu propia experiencia de viaje inolvidable, podés mandarnos textos de hasta 5000 caracteres y fotos a LNturismo@lanacion.com.ar

Todo empezó hace más de 50 años, en una cancha de hockey del SIC. Entrenamientos, partidos y giras deportivas ayudaron a que nuestra amistad se fuera afianzando.

Hace unos años, una de las chicas vino con la idea de hacer juntas el Camino de Santiago, y así, en 2014, 24 amigas partimos con fe y optimismo a compartir esta aventura. Después de caminar 120 km esta amistad ya era una roca.

En 2019 queríamos conmemorar los 5 años de nuestra odisea y ahí surgió la idea de un tour que se llama Boat&Bike. La aventura consistía en bicicletear tramos de 50 km entre Brujas y Ámsterdam, mientras el Fluvius, nuestro barco/hotel durante una semana, navegaría a través de canales para amarrar en el siguiente destino. La duda era… ¿podríamos pedalear 300 km en 7 días? Y ahí nuestra garra y espíritu deportivo salió a relucir nuevamente. Pero esta vez éramos sólo…17.

Embarcamos en el Fluvius, barco tipo chata reciclada, para 42 pasajeros, acompañadas por el capitán, dos guías, cuatro camareros y un cocinero. Era el 25 de Mayo, así que desplegando la bandera argentina y entonamos nuestro himno nacional.

Ese día nos mostraron las bicis, que ya estaban personalizadas y nos dieron las indicaciones necesarias para la travesía. Eran bicis eléctricas y manuales, todas excelentes.

El domingo partimos de Brujas pedaleando en fila, con un guía adelante y un barredor atrás. Pasamos por el Castillo de Lovendegem, muchos viveros y campos sembrados de cebada a la vera del camino. Llegamos a Gante, nuestro primer destino, ciudad antigua y pintoresca, visitamos la Catedral de Saint Bavo, y después de un lindo paseo por sus calles, llegamos al Fluvius donde nos esperaba una muy rica cena. Habíamos pedaleado 56 km y estábamos en muy buen estado.

El segundo día, después de desayunar y prepararse cada una su vianda para el almuerzo, partimos con destino a Dendermonde. Durante el recorrido pudimos ver el Castillo de Laarne y muy lindas vistas de la campiña belga. Hicimos picnic en un predio de viviendas construidas entre los siglos XIV y XV, para albergar mujeres que estuvieran solas. Ese día solo anduvimos 38 km. Después de llegar al barco y cenar, partimos caminando con Gus, nuestro guía, a hacer un interesante city tour.

El martes nos esperaba de nuevo un largo trecho: 63 km. Amaneció con una llovizna finita, pero nos calzamos ponchos impermeables y salimos. No había nada que nos detuviera. Paramos en St. Amands, para visitar una casa museo de un matrimonio que trabaja con piedras que traen del Sahara. Seguimos pedaleando atravesando diferentes pueblitos, curvas y más curvas, hasta llegar a un ferry, que con bicis incluidas, nos llevó hasta el puerto de Amberes. Buscamos el Fluvius y luego de comer, nos buscó un trencito muy pintoresco para hacer un paseo. Lo más impactante de Amberes es su estación de tren de 1905, recientemente restaurada.

Llegó el miércoles y amanecimos navegando para entrar en Holanda donde, con emoción, pudimos ver sus famosos molinos. Una vez subidas a nuestras bicis, pedaleamos admirando las casas con jardines floridos, bosques y paisajes preciosos. Pasamos por un cementerio donde estaban enterrados los soldados canadienses caídos en la Segunda Guerra, y volvimos a navegar hasta Dordrecht. Nuevamente hicimos nuestro city tour después de comer, ya que al oscurecer a las 10 de la noche teníamos esa posibilidad de seguir conociendo. Algo característico de esta ciudad son los frentes de las casas inclinados hacia afuera, pero no se sabe bien la razón por la que fueron construidos así.

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El jueves nos esperaba una jornada dura: 59 km. Arrancamos en un ferry para luego pedalear por los famosos polders holandeses (tierras ganadas al mar), con sus molinos, sus tambos, sus canales. Almorzamos en unos de esos tambos y continuamos hasta Vianen. Esa noche nos esperaba una sorpresa: cena show con un cantante y por supuesto que fuimos el alma de la fiesta contagiando a los otros 22 pasajeros que logramos que terminaran junto a nosotras, en un pogo divertidísimo.

Llegó el viernes, nuestro último día de pedaleo, con destino a Ámsterdam. Empezamos bordeando unos canales con unas mansiones lujosas y unos jardines increíbles. Flores y más flores. Paramos por un café en un tambo modelo donde se fabrican quesos y se hacen degustaciones. A medida que nos íbamos acercando a Ámsterdam, el panorama fue cambiando. Más tráfico, más bicis, más atención, menos relajación. El Fluvius estaba amarrado del otro lado del canal, así que cruzamos con el ferry y llegamos sanas y salvas al final de nuestra travesía. Como siempre, salimos a hacer nuestro tour y a la mañana siguiente dejamos con gran pena el barco y su tripulación, pero con la satisfacción de haber cumplido nuestro objetivo y con nuestra amistad que, después de tantos años compartidos, sigue fortaleciéndose cada día más.

¿Vacaciones con un giro inesperado? ¿Una aventura que marcó tu vida? ¿Un encuentro con un personaje memorable? En Turismo, queremos conocer esa gran historia que siempre recordás de un viaje. Y compartirla con la comunidad de lectores-viajeros. Envianos tu relato a LNturismo@lanacion.com.ar. Se sugieren una extensión de 5000 caracteres y, en lo posible, fotos de hasta 3 MB.

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Fuente de la noticia (La Nacion)

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