Las dos caras del viaje de Boca a Ezeiza: entre la fiesta del banderazo y la violencia en la caravana
Las dos caras del viaje de Boca a Ezeiza: entre la fiesta del banderazo y la violencia en la caravana
La despedida a Boca mostró dos imágenes. Por un lado, la fiesta de un banderazo emocionante tanto para los jugadores como para los hinchas. Por otro, el desorden y la violencia que se vio a lo largo de la caravana que intentó acompañar al micro de Boca hasta su llegada a Ezeiza, algo que no fue exitoso debido a las "trampas" que la policía ya tenía planeadas. Ambas cosas se unieron anoche, cuando el plantel xeneize partió rumbo a Madrid, alrededor de la 1 de la madrugada.
Pocos minutos habían pasado de las 11 de la noche. Los ojos de los miles de fanáticos boquenses que se autoconvocaron en Martín García y Almirante Brown, a metros del Parque Lezama, se empezaron a abrir, a iluminarse y, en muchos, a llenarse de lágrimas. A lo lejos, el micro ploteado del plantel ya empezaba a levantar los ánimos. A falta de una policía que solo escoltó al micro y no se dedicó a despejar el camino, hombres de la barra brava se movieron rápido para abrir el paso a sus modos. Y desde ahí, todo fue una fiesta.
Los fuegos artificiales decoraban una foto tan emocionante como inolvidable. Los futbolistas, a medida que empezaron a sentir el calor de la multitud xeneize, comenzaron a asomarse en los micros. Algunos con la mirada perdida, como no pudiendo entender el grado de locura. Otros, más activos: golpeando los vidrios para ir a tono con los deseos que el hincha les transmitía en canciones: "Que el domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar" y él ya clásico "jugadores, jugadores, no se lo decimos más, la Copa Libertadores, de La Boca no se va".
El banderazo de los hinchas de Boca para despedir al equipo Xeneize
00:29 <![CDATA[ .cls-1 { fill: #1ca3ff; } .cls-2 { fill: none; stroke: #fff; stroke-width: 1.2px; opacity: 0.96; } ]]> Video
Pablo Pérez, Ramón Abila, Fernando Gago y Darío Benedetto fueron algunos de los que se posicionaron en el frente del segundo piso del micro para meter en la memoria todo el delirio que se plantó delante de ellos y no los dejó avanzar por minutos. Ahí aparecieron Rafael Di Zeo y Mauro Martín, los jefes de la barra, junto a los demás compañeros, para volver a interceder y permitirle al plantel continuar con su rumbo al aeropuerto. Los jugadores boquenses vivieron lo que cualquier futbolista quisiera en una previa semejante. Y muchos hinchas no pudieron contener la emoción, quizás entrando en consciencia en ese momento lo que se está viviendo: Boca va a Madrid a ganarle la Copa Libertadores a River. Y la gente estuvo presente para que la motivación sea grande.

Una vez que el ómnibus se liberó de la cantidad de gente, comenzó la segunda etapa de la noche azul y oro: la caravana. Infinidad de motos y autos, con banderas e hinchas sentados en las ventanillas (un claro riesgo), comenzaron a escoltarlo. Incluso, hubo personas que se colgaron de la parte trasera del micro, otro riesgo innecesario en medio de tanta muestra de amor. Algo se olía en ese momento: el descontrol parecía asomarse. Y así fue.
Porque la seguridad ya tenía pensados diferentes bloqueos con los que empezó a separar al micro de la voracidad de los autos por querer estar bien cerca. Primero, apenas Boca subió a la autopista, rápidamente la policía bloqueó la subida y los hinchas debieron desviarse. Aunque más adelante había grupos esperando encontrarse con el micro para comenzar a acompañarlo. Sin embargo, también ahí estuvo la seguridad: a medida que el colectivo avanzaba por las diversas autopistas, ellos bloqueaban entradas y peajes para liberar aún más al plantel de Boca. Eso, claro, generó la alteración de los hinchas.
Así fue el banderazo de los hinchas de Boca para despedir a los jugadores
00:33 <![CDATA[ .cls-1 { fill: #1ca3ff; } .cls-2 { fill: none; stroke: #fff; stroke-width: 1.2px; opacity: 0.96; } ]]> Video
Es por eso que en la autopista Ricchieri se vivió un verdadero caos. En un primer tramo, un amplio grupo de fanáticos que estaban fuera de la autopista agredieron con piedrazos a la policía, mientras éstos respondían con balas de goma. Luego, más adelante, un pequeño grupo prefirió no reprimir a quienes también decidieron tirarles proyectiles.
Incluso en el orden se vio un hecho que asustó a varios: mientras escoltaba al ómnibus, un policía perdió el equilibrio de la moto que manejaba y se cayó sobre la autopista. Inmediatamente lo socorrieron. De todas maneras, el micro xeneize siguió su rumbo y llegó a destino a través del ingreso privado del aeropuerto. La seguridad los llevó directamente por pista y le pusieron un control de migración móvil para realizar los trámites respectivos cerca del chárter que los llevó a la capital española. Y así, claro, evitar un mayor revuelo en las diversas terminales.

"¿A dónde viaja?", era la primera consulta de la policía ante el ingreso de un auto al aeropuerto Ministro Pistarini. Ante una pequeña mentira, la siguiente pregunta terminaba con cualquier intento de filtrarse: "Boarding pass (pasaje) en mano, por favor. Y si no lo tiene, dé la vuelta y retírese". Así es como todos esos autos y motos con hinchas que intentaron acercarse, debieron retornar a sus respectivos hogares, con el objetivo incumplido.
De todas maneras, Boca se llevó a Madrid todo el amor de esa gente que protagonizó un nuevo banderazo. Con mucha menos presencia que en el de hace unas semanas, en la Bombonera. Pero con la misma euforia para afrontar el superclásico con una gran incentivación.
